LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) Dos teléfonos celulares misteriosos. Más imágenes de cámaras de seguridad. Un extraño mensaje en papel. Un ataque planificado. Mensajes mediante estados de Whatsapp. La aparición de Telegram. A una semana del intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la causa judicial ya tiene dos detenidos imputados y avanza sobre la posibilidad de la existencia de autores intelectuales del intento de magnicidio.
Por el hecho están detenidos Fernando Sabag Montiel y su novia Brenda Uliarte, a quienes, en la noche de este miércoles 7 de septiembre, la jueza federal María Eugenia Capuchetti les imputó “haber intentado dar muerte a Cristina Elisabet Fernández de Kirchner (…) contando para ello con la planificación y acuerdo previo entre ambos”.
La jueza les achacó haber actuado “aprovechando el estado de indefensión” de la expresidenta “generado por la multitud”.
Sabag Montiel está acusado de haberle apuntado a Fernández de Kirchner “hacia su rostro con una pistola semiautomática de acción simple, calibre 32, marca Bersa, modelo Lusber 84 con la numeración ‘25037’ en el lateral izquierdo del cañón accionando la cola del disparador en al menos una ocasión sin que se produzca el disparo pese a encontrarse la misma cargada con cinco cartuchos de bala del mismo calibre y resultar aptas para sus fines específicos”.
Según surge de la acusación que escucharon los detenidos, “el suceso tuvo planificación y acuerdo previo”. Y continua con que Brenda Uliarte estaba presente en las inmediaciones del lugar al cual “arribaron conjuntamente”, habiéndose determinado que “detentaban el arma de fuego secuestrada con sus municiones desde fecha anterior al hecho”, cuanto menos desde el 5 de agosto de 2021.
Además, se les imputó haber llevado consigo y/o tenido el arma de fuego sin contar con la debida autorización legal, la cual receptaron previamente con la numeración parcialmente suprimida en la base de su empuñadura y a sabiendas de ello.
También se los acusó por haber acopiado dos cajas de municiones, de cincuenta cartuchos calibre .32 cada una, que fueron secuestradas el 2 de septiembre, en uno de los allanamientos realizados, y se les imputó haber falsificado y/o haber participado en la falsificación de los certificados de discapacidad emitidos a su nombre por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, mediante el aporte de sus datos filiatorios.
Hasta acá, la imputación oficial. Pero aparecieron nuevos indicios en los que no se descarta la participación de más personas y con el norte en la figura del o los autores intelectuales. Esto comienza a tener anclaje en el análisis de cámaras de seguridad cercanas a un local de comidas rápidas, donde se ve otra pareja abandonar una mesa. En esa secuencia, a otra mujer se le cae un papel que rápidamente es recogido por la acusada Uliarte, a quien se la ve leerlo y luego abandonan el local junto a Sabag Montiel. Esta nueva pista, en plena etapa de investigación, abre la posibilidad de nuevas identificaciones y detenciones. Las pesquisas no descartan que detrás de ellos haya otras personas, autores intelectuales.
Del análisis del teléfono celular de Sabag Montiel siguen surgiendo nuevos datos. En las últimas horas se estableció que el equipo de comunicación secuestrado es nuevo, que solo registra llamadas de teléfonos entrantes y que no tiene ningún contacto agendado en la tarjeta SIMP de equipo, de donde se extrajeron las imágenes de los acusados con el arma presuntamente usada en el atentado.
Otro de los datos que llamó la atención a los investigadores es que, minutos después del atentado, el acusado recibió un llamado telefónico. El análisis de las comunicaciones, la apertura de antenas celulares y los registros de llamadas cobran por estas horas una relevancia central, ya que de ellos se pueden obtener más información que luego deberá ser analizada y tamizada.
Otro de los recientes hallazgos fue la “Carpeta segura” que estaba alojada en el celular de Uliarte. “Se trata de un método de almacenamiento de información con un grado de encriptación más sofisticado que el habitual, que puede requerir de varias claves para poder ingresar a ella”, explicó un perito consultado por Letra P.
Este nivel de seguridad muy superior a la media de cualquier ciudadano común es otro de los aspectos que ya está en la libreta de apuntes de las personas que investigan, las que, además, analizan los mensajes escritos en los estados de Whatsapp de los acusados y sus amigos en las horas previas y posteriores al ataque. “Nos están persiguiendo” fue una de las frases más repetidas en esas placas.
En otra arista de la pesquisa se indaga sobre el uso del servicio de mensajería Telegram por parte de los acusados y su círculo de amigos. Se trata de un sistema que no es de uso masivo en Argentina. Esta aplicación es considerada más privada y segura que Whatsapp. Cuenta con la opción de borrar definitivamente todos los mensajes en el teléfono propio y en ajenos, sin dejar rastros.