SAN PABLO (Enviado especial) El 21 de septiembre comenzó la primavera en Brasil, pero, a pesar del estereotipo de carnaval, calor y playa que existe en el imaginario social sobre el gigante sudamericano, este viernes, en esta ciudad, hace frío y llueve sin parar. Según el pronóstico, el único día donde saldría un poco el sol sería el domingo, cuando se realice la primera vuelta electoral en la cual el actual presidente, Jair Bolsonaro, y el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, protagonicen un ballotage adelantado histórico para el futuro del país. Sin embargo, en el sprint final de la carrera, las noticias templaron los ánimos en el campamento de la mayor coalición opositora: según la última encuesta de DataFolha, difundida justo antes del debate de este jueves, ubica a Lula con chances de liquidar el pleito este fin de semana.
El sondeo indica que el PT conseguiría el 50% de los votos válidos este domingo, contra el 36% del oficialismo, lo que le bastaría para llegar al Palacio de Planalto sin necesidad de ir a un ballotage, el gran desafío petista.
Los números entran en el margen de error y ninguna figura de la oposición se anima a cantar victoria.
Últimos cartuchos
Un puesto de diarios vende gorras, banderas y toallas de Bolsonaro y de Lula con un 50% de descuento. La campaña se acaba, el triunfo del metalurgico sin segunda vuelta todavía es posible y lo que no se vende esta semana no se venderá más. “Salen más las de Lula”, cuenta la vendedora, una mujer morena de pelo negro oscuro que rechaza contar a quién votara: “El voto es secreto”, se excusa.
Cerca de la esquina de la Avenida Paulista y la calle Augusta, dos jóvenes del Partido Socialismo e Igualdad (PSOL) reparten folletos y panfletos de Guilherme Boulos, candidato a diputado federal y líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MSTS), una de las figuras más importantes de la nueva izquierda brasileña. Ante las preguntas de este portal, una de ellas exige una credencial que demuestre el ejercicio de la profesión. Cuando lo comprueba, explica: “Perdón, pero con este clima no es fácil hablar”.
La mujer de pelo rubio no se refiere al sol que se extraña, sino a la violencia política que flota en el ambiente de Brasil de cara a la primera vuelta de este domingo. El presidente Bolsonaro amenazó con desconocer los resultados si no le son favorables y arrecia el temor a que genere un autogolpe. Horas después, un bolsonarista se filmaría caminando en las calles de esta ciudad con una escopeta en la mano. “Bolsonaro, estamos juntos en la lucha”, decía.
A diferencia de la Argentina, donde en los días previos a una elección la militancia inunda las calles con mesas, banderas y panfletos, en esta ciudad no existe ese clima. A lo largo de la Avenida Paulista, una de las arterias principales de la capital estadual, hay algunos puestos de distintos partidos con apenas dos o tres personas que reparten folletos en silencio y cierta timidez. Militantes de otros sectores se cuelgan banderas o estandartes partidarios en la mochila y caminan en línea recta sin hablar ni detenerse.
Cuando se abandona la calle principal y se camina por los afluentes de los alrededores, la campaña desaparece. Las motos y las bicicletas de los servicios de entrega rápida circulan a toda velocidad y pasan por cualquier recoveco físico a pesar de su peligrosidad, que se potencia por los charcos de agua. Debajo de los techos, especialmente de los puentes, decenas de carpas ubicadas una al lado de la otra albergan a personas en situación de calle que no tienen abrigos. Según estimaciones oficiales de la intendencia que comanda Ricardo Nunes, más de 67 mil habitantes viven en las rúas de la ciudad, el equivalente a la población de una ciudad mediana de América Latina.
En la superficie de la calle no se percibe ni la tensión ni la importancia de lo que se disputa el domingo, pero los candidatos lo saben. Este jueves, Bolsonaro publicó el apoyo de Neymar Juniors, el astro del fútbol que nació en este estado y es un conocido votante del presidente. La jugada apela a la juventud, uno de los electorados claves de esta primera vuelta. Antes, Lula había hecho lo propio con artistas, como la cantante Anitta y el influencer Felipe Neto, que movilizan a millones de personas a través de las redes sociales. Mientras tanto, en las esquinas paulistas, los estudiantes se dirigen a las universidades o a los trabajos, sin detenerse a discutir ni a recibir los panfletos de campaña de ninguna de las candidaturas.
La ley electoral no establece un límite para realizar actos de campaña y se espera que este fin de semana los dos principales candidatos lleguen a esta ciudad en busca de los votos de una de las ciudades más grandes de todo el país.
El domingo, todas las calles de Brasil se paralizarán hasta las 17, cuando cierren los centros electorales, y quedarán en suspenso hasta conocer los resultados de la noche. Mientras tanto, los días previos en San Pablo transcurren con normalidad, como una esfera rutinaria por fuera de la efervescencia política. El domingo será otro día y, probablemente, otra ciudad.