En un hito histórico, el Colegio de Abogados de Avellaneda-Lanús (CAAL) tendrá dos listas que competirán ese jueves por la titularidad de la institución fundada en 2014. Será trascendente por ser la primera vez que se encuentran posiciones adversas en busca de la conducción de la institución.
La presidencia, en manos de Adriana Coliqueo, se encuentra atravesada por una crisis interna que va desde lo político hasta lo institucional. Su adversario es un abogado joven, que apenas supera los 40 años y disputará el mandato junto a diversas agrupaciones independientes y colegas “rasos”. Se trata de Ariel Fernández Palavecino, candidato por el espacio Dialogo Avellaneda-Lanús Entre Pares (DALE), quien advierte que el Colegio requiere una transformación y apela a las falencias de la actual gestión durante la pandemia. Falencias que llevaron a muchos abogados de la provincia de Buenos Aires a “quedar afuera del sistema”.
Su estudio se encuentra ubicado en pleno centro de Lanús, cerca del reconocido bingo, a metros de las vía del tren Roca. Hace campaña austera y se muestra sin corbata ni grandes lujos. Lo demuestra su almuerzo con sándwiches de miga de huevo sobre su escritorio. Dice que pidió de otros sabores, pero “la panadería mandó lo que quiso”, se ríe. Su rostro se va transformando desde el almuerzo básico y con escasos nutrientes, hasta que la charla adopta formato electoral y político.
-¿Qué lo llevó a pelear por la conducción del Colegio de Abogados de Avellaneda-Lanús?
-Asumí este compromiso, básicamente, por un consenso de voluntades entre colegas y diferentes agrupaciones independientes que vieron la necesidad de una transformación, de un cambio y una evolución en la representación de los abogados que patean tribunales. La profesión cambió, el abogado pre pandemia desarrollaba una tarea que consistía en caminar tribunales, ir al estudio, volver. Luego, todo eso se modificó. Todo se informatizó y virtualizó. Y ahí es donde las instituciones deben acompañar. Y quedó demostrado en la pandemia, nosotros estábamos en nuestras casas, con los estudios cerrados, y el CAAL no tuvo ayuda ni asistencia. Ni el Colegio, ni La Caja, ni el Colproba. Son instituciones que quedaron en un formato antiguo. Es necesaria una representación más efectiva, evolucionada.
-¿Cuáles fueron los reclamos de los matriculados?
-La pandemia dejó muchos abogados fuera de su profesión. Costear un estudio no es barato, y esa parte del asistencialismo no lo tuvimos por parte del Colegio. En una etapa tan particular de la vida y el mundo, cuando todos pagaban menos, nosotros pagábamos más. Este Colegio no solo levantó la mano aceptando los aumentos de matrícula y cuotas, sino que los propició. Los dos directores de La Caja de ese momento van en la lista oficialista nuevamente. Claramente, es una cuestión de política de la lista propiciar esos aumentos. Nosotros estamos diametralmente en contra. La forma de llevar adelante la matricula es poner al abogado como prioridad en la representación de sus intereses.
-¿Cuál es su propuesta y mensaje?
-Hay que optimizar los recursos que tiene el Colegio Abogados de Avellaneda-Lanús. Adaptarlos a la nueva realidad de la profesión. Esa transformación no la puede hacer quien lleva ocho años administrando lo mismo de la misma forma. Está claro que el cambio en su manera de llevar adelante el CAAL es imposible e involuntario. Se acaban las ideas, la originalidad. Desarrollar un espacio de Co-Work es una de las primeras políticas que implementaremos al asumir. Este sistema le va a permitir a todos aquellos abogados que quedaron fuera del sistema y de la profesión, tengan un lugar donde desarrollar su labor. De manera gratuita en la sede de Lanús y la de Avellaneda. Nosotros somos dialoguistas. Estamos dispuestos todo el tiempo a buscar y encontrar soluciones junto al colega, es la única posibilidad, con el dialogo. Por eso nuestro espacio se llama DALE, Dialogo Avellaneda-Lanús Entre Pares. Es opuesta a la conducción tan vertical de la actual gestión.