Alicia Reynoso veterana de Malvinas Alicia Reynoso veterana de Malvinas
#MALVINAS EN DEUDA CON ELLAS

La lucha de las veteranas por el reconocimiento

Alicia Reynoso trabajó como enfermera en el Hospital de Comodoro Rivadavia. Ganó un juicio en 2021. Esta nota forma parte de un especial que publicó Letra P el 2 de abril de 2022.

Esta nota forma parte de un especial que publicó Letra P el 2 de abril de 2022, con motivo de los 40 años del inicio de la guerra. Casi 40 años después, en mayo del año pasado, la enfermera militar Alicia Mabel Reynoso, de la Fuerza Aérea Argentina, movilizada en Comodoro Rivadavia durante la Guerra de Malvinas, fue reconocida por la Justicia como veterana, con todos los beneficios de excombatientes. Su pelea en Tribunales llevaba más de diez años y continúa hoy, enredada en los laberintos burocráticos del Estado, el mismo Estado que se opuso a su reclamo, porque, afirmaban, no probó haber participado en acciones bélicas dentro del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur.

“Somos sólo dos enfermeras de la Fuerza Aérea reconocidas por la Justicia”, relata Reynoso a Letra P: “El resto está reconocido por el Congreso de la Nación con medalla y diploma, pero no figuran en la lista de veteranas del Ministerio de Defensa”. El fallo judicial no es anecdótico: las mujeres fueron y aún son invisibilizadas en la historia de la Guerra de Malvinas. Reynoso lo ilustra con claridad: “Veteranos varones que estuvieron en el mismo lugar que nosotras, haciendo la misma tarea, el mismo tiempo, están cobrando desde los inicios”.

En un fallo con inédita perspectiva de género, la camarista Nora Carmen Dorado, y los camaristas Walter Fabián Carnota y Juan Fantini Albarenque, sostuvieron que “no caben dudas en cuanto al servicio brindado por Reynoso para la defensa de la soberanía nacional”, por “la aplicación del arte de curar” a los caídos en combate. Y hablaron sobre la necesidad de adoptar perspectiva de género a la hora de resolver controversias sobre “veteranía de guerra porque “pensar en un combate físico solamente, y excluir la labor de la enfermera no solo lleva a invisibilizar su contribución al esfuerzo bélico, sino que a su vez prolonga la pervivencia de estereotipos en la sociedad”.

La deuda interna

El cuestionamiento sobre su condición de veteranas no provino sólo de la fuerza y del Estado sino de los propios compañeros que todavía en la actualidad les cuestionan su participación en los desfiles y homenajes. “Nosotras nunca pensamos que esta lucha iba a ser más fuerte y que iba a doler más que la guerra misma, porque es con nuestros pares, con nuestros compañeros varones con los que hemos estado codo a codo bajo las mismas órdenes de guerra reinantes, bajo el mismo Código de Justicia Militar en un gobierno de facto”, se lamenta Alicia.

En el camino de las mujeres que participaron en la Guerra de Malvinas hubo maltratos y amenazas, pero Reynoso dice que lejos de amedrentarla, la empujan a seguir adelante. Acostumbrada, como tantas otras mujeres, a que se dude de su palabra, lleva pruebas de su participación activa a cada lugar adonde va: revistas de la época donde se la ve con el uniforme militar; cartas de su madre mientras ella estaba en el Sur, medallas. Además de los datos: “La Fuerza Aérea tuvo 55 muertos y solamente cinco fueron soldados”. De los de las más de 24 mil pensiones de veteranos de guerra que paga el Estado, no son más de diez las mujeres que la reciben.

Alicia Reynoso en entrevista con Letra P (FOTOS: VICTORIA GESUALDI)

Cuando se declaró la guerra, ella y sus compañeras cumplieron órdenes, como indica el código militar: “No fuimos voluntarias, nadie fue voluntario, todo el personal fue ordenado, soldados y oficiales”, dice Reynoso. El hospital de Comodoro Rivadavia estaba en la cabecera de la pista, allí atenderían a los heridos que luego serían evacuados al hospital zonal de la ciudad, porque había que trabajar “a cama caliente”, describe.

Ese hospital permaneció activo hasta la posguerra y replegó con la última enfermera que quedaba en el lugar. Ella misma fue relevada los primeros días de junio, pero no le permitieron volver a su casa sino que la enviaron a hacer un curso de 9 meses a la Escuela de Aviación. Cuando volvió a ver a su madre ya era alférez y su recuerdo de lo vivido en la guerra se esfumaban entre los pliegues del olvido.

“La orden era ‘usted no puede hablar’”, relata la veterana. “Si habla, pone en peligro a su familia”, le dijeron. “Todo eso más lo que ya sabíamos del gobierno que se iba me hizo callar, metí todo en una caja y lo cerré en la cabeza”, describe. Recién en 2009, después de un intento de suicidio, Alicia llegó a la Asociación Psicoanalítica Argentina, donde empezó a contar lo que había vivido. “Hay compañeras que recién ahora están pudiendo hablar un poco, y las estamos apuntalando porque tenemos que hablar todas”.

Los avances del movimiento de mujeres hoy sirven de cobijo y red para este grupo de 14 enfermeras de la Fuerza Aérea que buscan la visibilidad merecida. “El nuestro fue el primer juicio con perspectiva de género en este tema y aun así no la Justicia tuvo que intimidar a la Fuerza tres veces para que me otorgaran el certificado”, resume Reynoso y remata con lo que es un detalle más que simbólico: “Cuando finalmente me dan el certificado, dice ‘veterano’, con la ‘o’”. El recorrido de Alicia y de otras como ella está reflejado en la película Nosotras también estuvimos, de Federico Strifezzo y en su propio libro, Crónicas de un olvido: mujeres enfermeras en la Guerra de Malvinas. Falta el reconocimiento económico y simbólico del Estado. Ni más ni menos.

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