ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) Al socialismo no lo desespera entrar a un frente de frentes que lo emparente con el PRO, la UCR, CREO y otros. No lo desvive ingresar a un armado no peronista que, para sus principales figuras, tiene serios riesgos de convertirse en un “rejunte”. En cambio, el PS se concentra por estos días en pacificar el mundo interno, construir un plan de gobierno a futuro y atravesar un proceso de recambio generacional.
Como contó Letra P, la UCR, el PRO, el PDP, CREO y la Coalición Cívica firmaron este jueves un comunicado que rechaza de plano el aumento de retenciones que aplicó el Gobierno, ya que lo tildan de “inconstitucional” y aseguran que “perjudica” a la producción santafesina. El contenido y, sobre todo, la cohesión de los firmantes avivó las llamas de una coalición opositora de grandes dimensiones, pero el socialismo no se acopló al grupo y deja entrever que aún “no hay coincidencias” entre todos los espacios no peronistas.
El PS hace la suya. Apurado por izquierda y por derecha, el partido de la rosa prefiere calmar la propia marea, desplegar una bandera blanca dentro de la propia casa y trazar un “camino diferente”. El socialismo fue tanteado para sumar su firma al comunicado, pero, en desacuerdo con la “metodología” de confección del escrito, decidió bajarse. “¿A 12 meses del cierre de listas vas a firmar un comunicado con el PRO? ¿Por qué? ¿Quién es el PRO en la provincia hoy?", se preguntó un diputado ante la consulta de Letra P.
En ese sentido, resuenan en la tribu del PS dos instancias recientes. La primera, el encuentro de la mesa de Juntos por el Cambio en Santa Fe, que juntó, entre otros, a Miguel Del Sel y al exintendente José Corral. Ambas personas son duras de pasar para el socialismo en un hipotético armado o frente. Se le suma el abrazo y el beso que el expresidente Mauricio Macri le propinó a Del Sel este viernes en una entrevista, como contó Letra P. Hace ruido eso y mucho más en las bases cargadas de ideología y desprovistas de pragmatismo.
El partido no rechaza jugar dentro de un frente más amplio, pero pondera que los límites hay que ponerlos en un plan de gobierno y, en ese sentido, el socialismo tiene una expertise no menor en términos de gestión, producto de los 12 años de gobierno en la provincia. “Tenemos el saber hacer; eso es un commodity para la política”, vende un asesor del progresismo vernáculo.
Con la pelota bajo la suela, el PS apuesta a no ventilar su internismo y, en todo caso, exponerlo y debatirlo en un congreso provincial que se realizará en mayo. Lo intentarán correr por ambos flancos, pero procurará imponer condiciones, aun cuando la presión de la UCR, su exaliado incondicional, vaya in crescendo.
Por las dudas, se guarda la carta de no entrar al frente de frentes, de apostar a otro esquema. “Para nosotros, la política no se termina en 2023”, carajea un legislador socialista. Eso no implica – aseguran las fuentes consultadas – volver para atrás y limitarse a ser un partido chico, que se mire el ombligo.
Ahí es donde entra en juego la renovación. Ya no hay ordenadores únicos, como Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz. A un partido acostumbrado al comando de los padres le llegó la época de las familias ensambladas.