LESA HUMANIDAD

Comienza el juicio por la apropiación de Victoria Donda contra su tío genocida

Adolfo Donda entregó a su hermano y a su cuñada. La pareja fue desaparecida. Un represor les robó a su hija, nacida en la ESMA. Este lunes arranca el proceso.

Victoria Donda Pérez ya conocía su historia cuando intentó hablar cara a cara con Adolfo Donda. Encerrado en el centro penitenciario de la Armada, el genocida todavía no había sido condenado por crímenes de lesa humanidad perpetrados contra las personas que pasaron por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura; entre otras su hermano y su cuñada, la mamá y el papá de Victoria, que permanecen desaparecidos. “El capitán no quiere recibirla, y dice que usted no es su sobrina, porque su hermano nunca la reconoció como su hija”, le devolvió el guardia. Ella se esperaba el desaire, cuenta en su libro autobiográfico Mi nombre es Victoria, pero no la provocación. Este lunes tendrá una nueva oportunidad cuando el Tribunal Oral Federal número 6 de la Ciudad de Buenos Aires inaugure el juicio oral y público por su apropiación, en el que su tío será el único acusado. 

 

Por su entramado intrafamiliar, este caso “demuestra la dimensión del genocidio” perpetrado durante la última dictadura, dijo a Letra P Emanuel Lovelli, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, querellante en el debate que comenzará a las 10.30, en los Tribunales de Comodoro Py. La Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado, a cargo del fiscal general Pablo Parenti, ejercerá la acusación pública. El juez Ricardo Basilico presidirá el tribunal que completan sus colegas María Gabriela López Iñiguez y Daniel Obligado

 

A Adolfo Donda lo conocían por los sobrenombres “Palito” o “Jerónimo” en el centro clandestino que funcionó en el Casino de Oficiales de la Escuela Mecánica de la Armada. Estudió en el Liceo Naval, integró la Armada y la feroz patota de esa fuerza acusada de cazar, torturar, violar y desaparecer personas durante los “años de plomo”, y a quienes les robaban casas y bienes, y también a sus bebés. “La apropiación de Victoria demuestra hasta dónde llegaba el compromiso de Donda, su tío, con la dictadura de la que fue parte, cuán genocida fue su actuar que incluso le permitió hacer una cruzada en contra de su propio hermano”, remarcó Lovelli. 

 

Donda purga dos condenas a prisión perpetua por secuestros, torturas y asesinatos de personas cautivas en la ESMA. En el marco de una de las causas, el tribunal integrado por Ángela Ledesma, Carlos Mahiques, Guillermo Yacobucci, de la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal, acaba de beneficiarlo con salidas transitorias; pero continuó detenido por la otra y por el pedido de prisión preventiva que le pesa en el juicio que inicia este lunes y lo juzgará por entregar a su sobrina, nacida en cautiverio. 

 

El “hermano” que entregó a la pareja

María Hilda Pérez fue secuestrada a fines de marzo de 1977, cuando acudió a una cita “cantada” en la estación de Morón, en el oeste del conurbano bonaerense. Hacía algunos años que estaba casada con José María Laureano Donda, con quien tenía una hija, Eva, y esperaban otra. “Cori”, como le decían, estaba embarazada de cinco meses cuando la desaparecieron. “Pato”, el sobrenombre de José, fue secuestrado en mayo. Victoria recogió en su autobiografía que una vecina de ambos fue la última en verlo con vida: “Se la llevaron a Corita, Pochi. Vine a despedirme. Nos vendió mi hermano. Yo no puedo quedarme acá”, reconstruyó la hija menor del matrimonio. Aquel “hermano” era Adolfo Donda, el padrino de la boda de Cori y Pato, el represor. 

 

Según la información que figura en expedientes judiciales, la pareja permaneció secuestrada en la Comisaría de Castelar hasta mediados de mayo, cuando María Hilda fue trasladada a la ESMA. Allí, en la “pieza de las embarazadas” de aquel infierno donde funcionó una maternidad clandestina que se conocía como “La Sardá por izquierda”, Cori dio a luz a Victoria en agosto de 1977. 

 

Así lo aseguran por lo menos dos sobrevivientes que acompañaron a la joven en el parto. Sara Solarz de Osatinsky y Lidia Vieyra presenciaron su parto. Sara ubicó a Donda en el centro clandestino, ávido de saber el sexo del bebé que había parido su cuñada. Vieyra oyó a “Cori” llamar “Victoria” a su hija. Ambas indicaron que el represor Jorge Magnacco fue el médico que asistió al parto. 

 

Aproximadamente 15 días después del nacimiento, María Hilda fue trasladada y desde entonces permanece desaparecida. La beba estuvo en el centro clandestino un tiempo más, hasta que se la llevó el genocida Héctor Febrés. Fue entregada al prefecto retirado y compañero en la patota de la ESMA, José Antonio Azic, quien munido de un certificado de nacimiento falso -firmado por el médico Horacio Pessino- la inscribió como hija propia. Pessino quedó fuera del juicio que comienza este lunes por cuestiones de salud. Azic y su esposa, Esther Noemí Abrego, se apropiaron de otra hija de desaparecidos, la del matrimonio de Silvia Dameri Orlando Ruiz, quien conoció su verdadera identidad en 2008 pero mantiene el nombre que le pusieron sus apropiadores: Carla. 

 

La perversión de Donda no culminó ahí. En 1987 le arrebató la custodia de Eva, la hija mayor de su hermano y su cuñada, a su abuela materna, Leontina Puebla de Pérez, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Eva aboga en la actualidad por la libertad de su tío, el entregador de sus padres y de su hermana menor. 

 

Hasta mediados de 2004, Victoria Donda Pérez fue Claudia Analía Azic. Había comenzado a conocer su verdadera historia cuando se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo con dudas sobre su identidad. Fue un año antes del análisis genético que restituyó su identidad y horas después de que Azic intentara suicidarse. Era julio de 2003 y el juez español Baltazar Garzón solicitaba la extradición de él y de otros 40 represores que habían actuado en la ESMA. Donda y Azic fueron doblemente condenados por sus crímenes en la ESMA, en 2010 y en 2017. Aquellos juicios no incluyeron la apropiación de Victoria, que sí se trató en el debate por el plan sistemático de apropiación de niños. Entonces, Azic fue condenado a 14 años de prisión y Magnacco, a 10. 

 

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