El martes, desPertar, el newsletter de Letra P, analizaba qué podría haber detrás, en términos políticos, del objetivo –difícil– de Sergio Massa de llevar la inflación a entre 3 y 4 por ciento en abril. Desde ya, cumplir con su principal desafío como ministro de Economía y llevarle algo de alivio a una sociedad para la que no hay ajuste salarial que les compense la realidad de los precios. Por otro lado, ubicar ese indicador sensible en el lugar en el que cree viable para poner en marcha su sueño presidencial.
Sin embargo, la economía argentina –la que definirá, en abrumadora medida, lo que pase en las elecciones del año que viene– es una manta corta, hecha de una macro muy compleja, pero también del daño enorme que provoca la falta de confianza prolongada. En ese contexto, comienzan a percibirse más claramente indicios de disminución del crecimiento, según lo que reveló el INDEC.
¿Vaso medio lleno o medio vacío? El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que anticipa los datos del producto bruto interno (PBI), arrojó en septiembre un crecimiento interanual del 4,8%, pero una caída del 0,3% en relación con agosto.
Un 4,8% no está mal, sobre todo cuando hay especialistas como Camilo Tiscornia que proyectan que 2022 terminará por encima del 5%. Sin embargo, la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) prevé un mayor amesetamiento por la falta de divisas y las dificultades para importar insumos industriales y Ecolatina espera un enfriamiento para el final del año.
Además, dicha cifra resulta bastante menor que la de entre 7 y 8 por ciento que se observaba en el primer semestre, en alguna medida un artificio estadístico ya que la comparación se realizaba con una base más baja.
Lo que preocupa es 2023, que es cuando el país votará. Al revés de Massa, el promedio del mercado estima que la inflación será similar al 100% de este año y que el crecimiento bajaría a menos del 1%. Si ese fuera el escenario real, ¿habría alquimia política capaz de salvar al Frente de Todos?
La manta es brevísima: si la inflación bajara como espera el ministro de Economía, sería a costa de un ajuste importante que no haría más que conspirar contra la actividad y la generación de empleo.
El presente condiciona el mañana
El Banco Central no junta nada parecido a niveles significativos de reservas, pero, sentado como está sobre las importaciones, al menos detuvo en las últimas ruedas –frágilmente– la sangría de la que venía, cercana a los 1.000 millones de dólares en el mes. El problema vuelve a aparecer por el lado del dólar.
El blue volvió a subir –cuatro pesos, para cerrar a 312– y alcanzó su mayor nivel desde julio. Al menos, los tipos de cambio negociados en Bolsa dieron un respiro.
Fuente: infodolar.com.