Autodefinido como un “vivo” y también como un ejemplo de movilidad social ascendente, con un carácter irascible que más de una vez le ocasionó problemas, Carlos Rosales tomó una decisión hace algunos años, cuando su nombre todavía estaba semioculto en el mapa de medios: empezó a meditar. Lo hizo para atenuar enojos y afrontar con mayor calma algunos de los contratiempos que le generaban sus trabajos.
La meditación también podía servir para cuando se sentara en su palco de la platea norte baja del Nuevo Gasómetro, donde asiste habitualmente para ver a San Lorenzo. En ese sector VIP que mandó a plotear con el logo de PROF, la aseguradora de la que es presidente, Rosales, que ocupa la butaca de tesorero en la Comisión Directiva del Ciclón, se muestra muy parecido a como es en el ámbito empresarial: en esa oscilación constante entre los chistes, el trato amable y la calentura desmesurada.
A veces, el fútbol ayuda a sintetizar personalidades.
El “Charly” Rosales sonriente que aparece en las imágenes de Google está lejos de ser el de estos días. Atribulado por la crítica situación de Garbarino, la empresa de electrodomésticos que compró maltrecha hace más de un año con promesa de saneamiento y reconversión, Rosales vive su invierno más difícil como empresario: mientras busca inversores para inyectar capital en la empresa, la planta de personal de más de cuatro mil personas reclama salarios adeudados y el Gobierno empieza a vislumbrar que ese podría convertirse en el mayor conflicto laboral de la postpandemia.
Quizás por todo eso y porque no le gusta recibir insultos ni cuestionamientos, Rosales sacó su foto de su perfil de WhatsApp y borró sus cuentas en redes sociales.
El ascenso y la trascendencia
Antes de este presente convulso y antes que todo lo otro, Rosales construyó su ascenso en la arena de los negocios a través de una plataforma: San Lorenzo de Almagro.
Lejos de lo que muchos piensan, la primera persona en esa historia ascendente no es Marcelo Tinelli, sino Claudio Di Meglio, el empresario farmacéutico dueño de la droguería Farmaline que fue tesorero del club entre 2007 y 2010, durante el segundo mandato del recientemente fallecido Rafael Savino.
Hasta aquel día de principios de siglo, cuando Di Meglio lo invitó a participar de su negocio, Rosales era un empleado administrativo con un curriculum parecido al de la mayoría: cadete en un estudio jurídico, repartidor de pizzas y plomo en conciertos musicales.
“Lo ayudé a mejorar algunos procesos internos de su empresa y él me dio libertad para desarrollar mi habilidad comercial; nos fue muy bien y pusimos una droguería juntos. Fue una gran persona de la que aprendí mucho”, le dijo el año pasado Rosales a la Revista Forbes.

Rosales, para Forbes.
Di Meglio lo relativiza: reconoce que hubo acuerdos entre ambos, pero niega que hayan sido socios. “Acercaba gente para hacer negocios y se llevaba una comisión por esa tarea”, le simplifica a Letra P.
Pero ni Di Meglio ni nadie hubiese apostado a que esa persona que se había asomado a la política del club en 2004 iba a convertirse en un poderoso empresario dueño de medios como Radio Continental y FM Urbana Play, la mayor cadena de electrodomésticos del país, un restaurant en Recoleta y un hotel en Misiones.
¿Cómo hizo? Quienes lo miran con desdén alimentan rumores y deslizan que podría ser el testaferro de Tinelli. “Dicen eso porque soy negro”, responde Rosales, que explica su crecimiento patrimonial y empresarial por PROF Seguros, una marca que se extendió por todo el país y que en los últimos años se convirtió en esponsor de clubes de fútbol (Colón, Unión, Temperley) y básquet (Estudiantes de Concordia) y de pilotos de motociclismo (el salteño Mauricio Bily Quiroga) y automovilismo (el santafesino Manuel Luque de TC2000). También, por supuesto, de San Lorenzo: desde 2019, PROF aparece en la camiseta del equipo femenino de vóley del club.
“Es muy ambicioso, de esas personas que quieren crecer a toda costa”, dice un dirigente que lo conoce. “El Negro es un tipo particular. Hay una característica de su personalidad que lo hace avanzar: siempre quiso trascender”, cuenta Di Meglio para intentar explicar un crecimiento que también tiene un costado político: Rosales se referencia en el peronismo, fue director provincial de clubes de barrio durante el gobierno bonaerense de Daniel Scioli y siempre mantuvo un diálogo sanlorencista con Daniel Filmus.
El crecimiento empresarial de Rosales tuvo su correlato en la CD de San Lorenzo: de protesorero pasó a tesorero. Y a eso le sumó una tarea incluso más simbólica e importante: como Juan Román Riquelme en Boca, encabeza el flamante Consejo de Fútbol, que designó a Mauro Cetto como mánager.
De todos modos, su tarea más difícil no está en el fútbol. Con 3.800 millones de pesos de deuda y un déficit operativo mensual que supera los 100 mil dólares, Rosales debe enfriar una tesorería en rojo, una misión tan difícil como la de encaminar una empresa como Garbarino.
Lo curioso es que a su círculo de confianza le confía el mismo diagnóstico para los dos casos: asegura que el modelo de negocios, tanto del fútbol –en cualquiera de sus formas jurídicas– como del retail, “está en crisis”, una palabra que Rosales antes tomaba como un desafío y ahora, con cierta resignación.