Mientras el conflicto entre el Gobierno y el agro recrudece y el ruralismo se convierte en el polo más convocante contra el Poder Ejecutivo, la industria de maquinaria agrícola hace punta en la recuperación. Las fábricas de sembradoras, cosechadoras y tractores muestran niveles de actividad que no se veían en años y son superiores al promedio industrial. La participación nacional en el segmento es creciente.
En el primer trimestre, según datos del Indec, las unidades vendidas de sembradoras crecieron 67,2% interanual, los implementos 29,5% y los tractores, 26,8%. El ente oficial detectó una caída en cosechadoras del 25,4%, pero incluso en este último segmento creció la participación nacional. Los tractores fabricados en el país crecieron 98,2% en cantidades, las cosechadoras, 47,4%, y los implementos, 44,2%. La maquinaria agrícola fue "el salto más profundo" en lo que respecta a la participación de la producción nacional en un mercado, según el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo. "Los productos nacionales pasaron del 40,3 por ciento del total patentado al 58,8%", indicó en su último informe Panorama Productivo.
La Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra) tiene a la maquinaria agrícola como vedette de una recuperación que todavía opera a distintas velocidades. Hay un dato elocuente. Mientras toda la industria metalúrgica muestra hoy una caída de 20 puntos respecto de los niveles de 2015, la maquinaria agrícola de fabricación nacional está 45% por encima de la producción de aquel año. Adimra engloba en sus relevamientos a las plantas que hacen todo el proceso productivo en el país, como Crucianelli, Vassalli o Metalfor, y las separa de otras que importan piezas y partes para armar con menor agregado local, como John Deere o New Holland.
"El sector de maquinaria agrícola dentro del entramado metalúrgico es el que viene mostrando mejor desempeño", dice Tomás Canosa, director de Estudios Económicos de Adimra. "El año pasado la producción metalúrgica se contrajo 10,3%, mientras que la producción de maquinaria agrícola aumentó 13,7%. El sector continuó mostrando en el transcurso del 2021 aumentos en el nivel de producción que incluso explican que hoy el sector tenga mayor nivel de producción que en 2015", continuó.
Según un informe de la Fundación Mediterránea, la venta de implementos creció 31,2% anual en el 2020 pandémico y la de sembradoras, 24,9% anual. Los tractores, indicó el reporte, aumentaron 4,3%, pero "las ventas de tractores nacionales crecieron más de 30%". La venta de cosechadoras cayó 2,1 anual. Las ventas de sembradoras terminaron el año pasado 12,9% arriba del récord de 2017 y las de implementos superaron ese pico en 6,6%, mientras que tractores y cosechadoras aun se mostraron 32,6% y 42,1% por debajo de ese hito. Según fuentes del sector, las trabas a las importaciones vía licencias o cupos de divisas afectaron el ingreso de tractores y cosechadoras y beneficiaron a la producción local de esos equipos.
La mayor participación de la industria nacional tiene su explicación en dos políticas oficiales: la primera, el cepo a las importaciones tendiente a mejorar la performance de los fabricantes locales. La segunda: líneas de financiamiento a tasas convenientes para adquirir los fierros nacionales. Guillermo Zegna, subgerente comercial y responsable de comercio exterior de Crucianelli, lo explica así: "Siempre tiene que acompañar la buena cosecha y el precio de los commodities, pero un factor muy importante es la existencia de líneas de crédito en pesos a tasas negativas. Son una opción para que el productor compre una máquina que cotiza en dólares con un crédito en pesos a cuatro, o cinco años, y con una tasa debajo de la inflación". Crucianelli, que fabrica sembradoras en Amstrong, Santa Fe, proyectó para este año un aumento en la producción del 45% interanual e incorporó 100 trabajadores.
En el sector privado atribuyen el boom en la adquisición de estos equipos a dos factores: los buenos precios internacionales de las materias primas, que impulsan la liquidación del agro, y el cepo cambiario. "Como no pueden comprar dólares, comprar maquinaria es una forma implícita de dolarizarte", interpretan. Eso, reconocen, apalancado por las políticas oficiales de impulso al sector. Esto hace pensar que a la maquinaria agrícola le queda cuerda. En el primer semestre, la generación de agrodólares fue récord, según detalló la Fundación Mediterránea: las exportaciones devengadas crecieron casi U$S4000 millones entre enero y mayo, en comparación con el acumulado de 2020; el BCRA compró U$S7800 millones más y la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA-CEC) reportó una liquidación de U$S16.600 millones en el primer semestre, o U$S7.300 millones más que un año antes.
Adimra, sin embargo, remarca que habría que distinguir a fabricantes de ensambladores para que la fiesta sea completa. "Existen desafíos en el sector, como la definición de qué es maquinaria nacional, trabajar en agenda para fomentar las exportaciones de maquinaria agrícola, y continuar garantizando que haya líneas de financiamiento para potenciar su demanda", dijo Canosa.
En Desarrollo Productivo siguen los datos de maquinaria agrícola como caso de éxito y lo contraponen a la vehemencia que muestra la Mesa de Enlace, por ejemplo, al discutir el plan ganadero en medio de restricciones a las exportaciones. Vassalli, por ejemplo, estuvo seriamente comprometida en 2019 y pagaba salarios con ayuda de la provincia de Santa Fe, volvió a fabricar cosechadoras el año pasado y ahora vende a meses de plazo. Fábricas de neumáticos reactivaron líneas para vehículos pesados para suplir con productos nacionales las cubiertas de origen importado que tuvieron un cuello de botella a fines del año pasado.