Perú eligió este domingo a su próximo presidente entre dos modelos muy distintos, que están representados por el maestro rural de Perú Libre, Pedro Castillo, y la candidata conservadora de Fuerza Popular e hija del dictador Alberto Fujimori, Keiko Fujimori. En una jornada con calma, el pueblo andino definió su mano a mano presidencial más importante desde la caída de la dictadura fujimorista para el futuro período presidencial 2021-2026 en un contexto de crisis, con una fuerte polarización y un resultado que promete ser apretado.
Bajo un estricto protocolo sanitario que llevó a organizar la hora de votación según el último número del documento, el país andino dirimió la contienda electoral entre dos posiciones fuertemente encontradas. Por un lado, el maestro rural de la ciudad de Cajamarca Pedro Castillo, quien ganó la primera vuelta de abril apenas con el 18,9% de los votos, llega con un discurso progresista en materia económica y política y conservador en cuestiones sociales y de género. Hijo de un matrimonio analfabeto, Castillo promete una nueva Constitución para abandonar la redactada por el gobierno de Fujimori padre y nacionalizar la industria minera. También asegura que les dará 72 horas a los inmigrantes para abandonar el país y rechaza cualquier discusión sobre la legalización del aborto y los derechos de las diversidades y minoría sexuales.
Por el otro lado, compitió Keiko Fujimori, la candidata que conquistó el segundo puesto en abril con el 13,4% de los votos. A diferencia de su oponente, proviene de las élites tradicionales de la capital limeña, pilares del modelo económico de explotación primaria en base al achicamiento del Estado y la proyección maximizada del mercado vigente durante gran parte de la historia nacional. Su objetivo es hacer de su tercera candidatura la vencida tras haber perdido el ballotage en 2011 ante Ollanta Humala y en 2016 con Pedro Pablo Kuczynski. Su campaña estuvo basada en profundizar las diferencias con su oponente al plantear la contienda entre la “libertad” o el “comunismo” y “Perú” versus “Venezuela”. En base a este discurso, recibió el respaldo del establishment político e institucional, entre ellos el del premio Nobel de literatura y contrincante de su padre en 1990, Mario Vargas Llosa.
A pesar de las claras diferencias que existen entre las candidaturas, tanto Castillo como Fujimori convocaron desde el inicio de la jornada a la calma y prometieron respetar los resultados oficiales de esta noche.
En un desayuno que compartió junto a su familia en Cajamarca, Castillo llamó a la “cordura” y afirmó que el país vive una “fiesta democrática”. “Estoy seguro que esta será una fiesta democrática. Seremos respetuosos en cuanto haya un anuncio oficial”, adelantó. Y agregó: “El día de hoy, por encima de todo, que gane el Perú”. En la misma línea, Fujimori también compartió un desayuno con casi 30 personas y pidió salir a votar “sin miedo” y “en paz” para “defender la democracia”. “No sabemos cuál será el resultado, pero sea cual sea, ratifico nuestro compromiso de respetar la voluntad popular”, declaró.
En horas de la tarde, Castillo confirmó que esta noche no viajará a Lima y que esperará los resultados oficiales en su Cajamarca natal. “Voy a recibir los resultados con tranquilidad. Invoco a la tranquilidad del pueblo y asumámoslo con responsabilidad”, afirmó ante la prensa local.
Según un estudio estadístico no oficial realizado por una encuestadora internacional al que tuvo acceso Letra P, Keiko Fujimori encabezaría el primer puesto. A pesar de esto, la escueta distancia y el margen de error obligan a esperar los resultados oficiales, pero el dato destacado del informe es que por primera vez desde el inicio de la campaña la hija de Alberto Fujimori aparece en el primer puesto. Esto confirmaría la tendencia de las últimas semanas, en las que Castillo registró una caída en los estudios de opinión. Esta noche se espera una primera tendencia no oficial en base a bocas de urna cerca de las 19.00 horas local, es decir, a las 21.00 de Argentina y el primer informe oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) hacia la medianoche limeña.
Gane quien gane recibirá un país atravesado por una multiplicidad de crisis tanto económica, social y política. El sistema institucional dio muestras de agotamiento durante las últimas presidencias a tal punto que, entre 2016 y 2020, el país registró cuatro presidencias y dos congresos distintos. Con un sistema político que no supo responder a las demandas de la sociedad y que está bajo el escrutinio de la justicia por distintos escándalos de corrupción, el nuevo Poder Ejecutivo deberá darle un nuevo aire al Palacio de Gobierno.
A esto se suma el fuerte impacto del covid-19 que provocó, según una última actualización oficial, más de 180 mil muertos, lo que convirtió a Perú en uno de los países con la tasa de mortalidad más alta del mundo. Esto a su vez tuvo su impacto económico, con casi tres millones de personas que cayeron en la pobreza, una actualidad que ya afecta a un tercio de la población nacional. El nuevo gobierno no tendrá primavera electoral.
El difícil contexto nacional generó una gran expectativa en esta jornada, profundizada por las características y las diferencias de las fuerzas que compiten. Finalmente, el domingo llegó y Perú votó, con calma y a la espera de un resultado aún incierto, pero que todo indica que será ajustado.
