No causó sorpresa, pero sí desaliento y preguntas sobre el futuro. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), la estadística del INDEC que anticipa los datos del producto bruto interno (PBI), arrojó en abril una retracción de 1,2% contra el mes previo, lo que subraya el carácter por ahora apenas estadístico, dado solamente en relación con el 2020 de confinamiento prolongado, del rebote de la economía. De una recuperación más clara depende que la sociedad encuentro alivio luego de más de tres años de penurias y, en lo político, el resultado de las elecciones legislativas de noviembre. Como un capricho del destino, el gobierno de Alberto Fernández se aferra a lo que fue un fetiche en la administración de su antecesor, Mauricio Macri: los datos del segundo semestre.
Justamente en la comparación interanual, dicho índice saltó 28,3%, efecto de la bajísima base que dejó el mismo mes del año pasado, cuando el confinamiento contra el covid-19 se expresó en un derrumbe de la actividad del 26,4%.
Lo que preocupa hoy es el dato desestacionalizado, contra el mes precedente. De acuerdo con este, la caída del 1,2% de la actividad prolongó y profundizó la de 0,3% de marzo en relación con febrero y la de 0,1% de febrero contra enero.
¿Qué ocurre? ¿Se frenó el rebote? No necesariamente.
En diálogo con Letra P, Federico Furiase, economista de la consultora Anker Latinoamérica y profesor en la Maestría de Finanzas en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), describió el dato de abril como “una desaceleración en el margen por el incremento de las restricciones por la llegada de la segunda ola” de la pandemia.
En mayo último, el Gobierno dispuso un reconfinamiento de nueve días en las zonas más castigadas del país por el virus, lo que también se reflejará en las estadísticas.
También consultada por este medio, la economista Emilia Calicibeteestimó que, “más que un freno a la recuperación, el dato muestra una aceleración de la caída que ya se había dado en febrero y marzo de forma más suave”.
De acuerdo con la consultora Ecolatina, hay que ir más atrás en la comparación para entender en qué punto se encontró la economía en abril, última foto disponible. Dado que dicho mes de 2020, con su desplome, resultó “el piso de la crisis” económica exacerbada por la peste, hay que comparar el dato más reciente con el de abril de 2019, de lo que surge que “el nivel de actividad se encontró (todavía) un 4,4% por debajo”. Es importante resaltar, no sin agobio, que aquel fue un año de recesión y que siguió a un 2018 también de retroceso.
“La actividad avanzó solo 0,5% en el primer cuatrimestre de 2021 –y todo concentrado en enero–. De esta manera, se verifica cómo el crecimiento de este año será más efecto de arrastre estadístico (+6%) que una mejora genuina, explicada por un buen desempeño económico”, agregó.
Calicibete señaló que “es de esperar que el rebote suceda en algún momento del año. Lo que se ve hoy es una postergación”. Sin embargo, esa perspectiva, clave para el resultado de los comicios, “se dará siempre y cuando el Gobierno tome medidas que la impulsen o la acompañen”, precisó.
Como contracara, decisiones como el cierre de exportaciones de carne, producto de una inflación que no deja de complicar, no ayudan a la expansión productiva. “El rebote no es amigo de las restricciones y, si se sigue por un camino de impedir el desarrollo de ciertas actividades, se aplazará más cada vez. La industria, el comercio y la construcción son las actividades que deberían actuar como inductoras” de la recuperación, añadió la analista económica.
El mantra del “segundo semestre” reaparece tanto en las proyecciones del ministro Martín Guzmán como en las de los analistas privados. El punto de inflexión debería darse, de acuerdo con las proyecciones, entre junio y julio.
Calicibete apunta al primero de esos meses por ser uno en el que se liberó más la actividad. Ecolatina, un poco más adelante.
“Esperamos que el impacto de la segunda ola se haya traducido en un retroceso desestacionalizado de la actividad en el periodo abril-junio. Sin embargo, la economía se recuperaría en la segunda parte del año tanto de manera desestacionalizada como interanual: el mayor ritmo de vacunación y la baja de contagios por el calor permitirían menores restricciones en comparación a los meses previos”, señaló la consultora fundada por Roberto Lavagna. “Además, la desaceleración de la inflación en un contexto de reapertura de paritarias sería el principal mecanismo para que el consumo muestre un crecimiento en la previa electoral”, agregó.
“La mejora del poder adquisitivo de los hogares, en el margen, y la recuperación del nivel de empleo ayudarían a impulsar a determinadas ramas industriales y de comercio. A su vez, el incremento de la obra pública y la falta de alternativas de ahorro que deja el cepo serán un motor para el rebote de la construcción y la inversión. Por último, el sector agropecuario se mantendría en terreno positivo en un contexto de mayor demanda de China y el sudeste asiático”, dijo.
Dado ese escenario, Ecolatina proyecta el crecimiento de 2021 “por encima del 6%”. Así, “el desafío quedará para 2022: habrá que ver si será posible extender la recuperación de los últimos meses de este año con presiones cambiarias e inflacionarias que podrían reavivarse luego de las elecciones”.