“A este ritmo, en cuatro o cinco días el sistema de salud deja de aguantar. Es un récord absoluto que un fin de semana largo tengamos el 90% de camas ocupadas en terapia”. Claudio Belocopitt, presidente de la Unión Argentina de la Salud (UAS) y dueño de la prepaga Swiss Medical, apeló al tono dramático al que suele recurrir en sus numerosas intervenciones en medios para contar las penurias del sistema de salud privada, pero ahora para describir cómo la segunda ola de Covid-19 empieza a tensionar a clínicas, sanatorios y empresas de emergencia médica. Esta vez es en serio, algo se prende fuego, escribió Pity Álvarez hace tiempo.
Contador y hombre de la salud privada desde hace tres décadas, Belocopitt sumó en los últimos años un importante paquete accionario -entre 40 y 50%- del Grupo América. Con una fortuna que la revista Forbes estimó en U$S440 millones en 2020, es habitual verlo y escucharlo defender los intereses de las prepagas y las clínicas en los programas de las señales de aire y cable del multimedio, en los que suele no aclararse que habla el patrón. También había instalado en la pantalla propia el temor a la estatización del sistema de salud, luego de que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner pidiera reformarlo.
Esta vez, Belocopitt no apeló a su palco preferencial, sino que habló con Futurock. "Yo entiendo que la situación económica es recontra compleja, pero el año pasado el sistema no saturó porque las medidas fueron duras", dijo, mientras sus pares de otras cámaras empresarias, desde el Comercio a la Construcción, escriben comunicados defendiendo los protocolos estrictos y exigiendo no cerrar la economía. El empresario de la salud también habló con Mitre, Radio 10 y Con Vos. Los números que Belocopitt ya le transmitió al presidente Alberto Fernández y a Jefatura de Gabinete son alarmantes como para vociferarlos ante todos los micrófonos.
Este martes a las 9 de la mañana había, en los principales nosocomios privados del área metropolitana, una ocupación de camas de terapia intensiva del 90%. Entre 50 y 60 por ciento correspondían a pacientes graves de coronavirus. El resto, a otras enfermedades, en parte profundizadas por los tratamientos que se discontinuaron el año pasado. Los llamados a emergencias para trasladar casos sospechosos de covid crecieron 27% en la última semana y 44% en una quincena. En el interior del país la situación es menos angustiante, pero la cantidad de camas es mucho menor y los sistemas pueden colapsar más rápido.
El dueño de Swiss Medical se focaliza ahora en la crisis sanitaria y deja para otro momento los reclamos habituales de recomposición de costos, en los que se había embarcado a comienzos de año. La Unión Argentina de Salud se creó en mayo de 2019. Agrupó a quince entidades, con la misión de "darle mayor visibilidad a los problemas que tiene al sistema de salud privado". Desde entonces, sus comunicados repiten las palabras "crisis" y "colapso". Sus aumentos deben ser autorizados por el Gobierno y, durante el macrismo, corrieron pari passu con los costos informados y bien por arriba de la inflación general. Sin embargo, distintos empresarios del sector repiten que los costos treparon entre 50 y 55 por ciento en los últimos 14 meses y que las cuotas de la medicina prepaga tuvieron un aumento del 13,5%, menos de lo que habían acordado los referentes de la salud privada con el Gobierno.
La pandemia cambió la estructura de costos del sistema de salud y agregó gastos extras. Un mayor uso de barbijos, camisolines, elementos quirúrgicos y tratamientos para pacientes graves. En una empresa de emergencias, por ejemplo, refieren que entre viaje y viaje la ambulancia tiene que volver a la base a ser desinfectada y a cambiar los elementos descartables, mientras que en tiempos de normalidad hace varios viajes antes de reportarse en la terminal. Según datos del sector privado, la incidencia de medicamentos y materiales descartables dentro del costo prestacional total aumentó ocho puntos porcentuales en un año, del 20% de 2019 al 29% del 2020. Las internaciones aumentaron 10 puntos, del 19 al 29%. Como contrapartida, bajaron las consultas ambulatorias, del 54 al 36 por ciento.
Belocopitt, vocero dominante de la salud privada, enfrenta internas dentro de su entidad. El sistema de salud funciona con financiadores y prestadores. Los financiadores son los que cobran las cuotas: obras sociales, prepagas y, sobre todo, el PAMI. Los prestadores son las clínicas, servicios de emergencia y otros que cobran de los financiadores y que durante 2020, denuncian, no recibieron ninguna actualización. Apuntan principalmente al PAMI, pero también a las prepagas y a las obras sociales sindicales y provinciales.
Las prepagas, como Swiss Medical, tienen el 15% del mercado, pero la voz más resonante. Los intereses con las clínicas suelen estar alineados: la medicina privada necesita que la prepaga pueda aumentar la cuota para que, a su vez, les aumenten los pagos por las prestaciones. Para curarse en salud, en noviembre surgió la Federación de Prestadores, integrante de la UAS, para marcar con más fuerza cuáles son los intereses de estos últimos: remarcar que los costos de las clínicas suben. La preside José Sánchez, director general de la firma Emergencias. Estos últimos también apuntan a PAMI. Unos y otros denuncian un retraso en la ecuación de costos e ingresos desde inicios de 2020. El Estado cubre una parte de ese rojo con ATP y Repro 2 -un programa más limitado-, pero así y todo los números están 35% abajo, dicen.
Mientras los prestadores reacomodan el sistema a la atención de la pandemia y arman terapias intensivas ad hoc en guardias, las prepagas cobran las cuotas mensuales sin mayores problemas de mora y, a la vez, ven cómo sus afiliados evitan cualquier consulta de rutina que pueda pasarse para más adelante. La segunda ola, dicen en el sector privado, llegó con un sistema ya tensionado, con casos que no bajaron de los 7000 promedio diario en la meseta de octubre a diciembre y que ahora corren rápidamente hacia los 20.000. Belocopitt dijo muchas veces que el lobo venía. Esta vez, el lobo ya llegó.