Ya pasó más de un año del inicio de la pandemia, pero el covid-19 sigue sin dar tregua y las nuevas olas de contagios golpean con fuerza en distintos continentes. Todavía son muchas las incertidumbres y pocas las certezas, pero una de ellas es que las vacunas son la mejor herramienta para controlar la crisis. Ante esto, el presidente Alberto Fernández apela al juego diplomático para conseguir las dosis necesarias entre potencias que quieren ganar influencias, empresas que buscan hacer dinero, contratos incumplidos y una desigualdad flagrante en la distribución global.
Según la revista The Economist, el 55% de las personas que han recibido al menos una dosis son de países de altos ingresos, es decir los que representan el 15% de la población mundial, pero concentran más de la mitad de las vacunas. En este escenario, Argentina decidió profundizar las negociaciones por vacunas con distintos centros de distribución sin apego ideológico. En las últimas horas, la asesora presidencial Cecilia Nicolini confirmó que se reestablecieron las negociaciones con la empresa estadounidense Pfizer, este jueves llegará un millón de dosis desde China, los contactos con Rusia se mantienen y, según pudo saber Letra P, se aceleraron las conversaciones con Cuba por la Soberana 02. En la disputa global por las vacunas todo es bienvenido y nada se rechaza.
Durante la última semana se registró un acercamiento con el gobierno de Joe Biden, luego de que Estados Unidos confirmara que exportará cerca de 60 millones de dosis de AstraZeneca (AZ) producidas en su país. La campaña de vacunación ha dado buenos frutos en ese país en base a los desarrollos de Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson, por lo que el asesor del mandatario Jeff Zients anunció que no utilizarán las dosis de AZ y la Universidad de Oxford “durante los próximos meses”. Ante esta situación, la portavoz Jen Paski confirmó que, una vez que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) la apruebe, se iniciarán las gestiones para entregarlas a otros países.
Los intereses argentinos y estadounidense pueden coincidir en este punto y desembocar en un puerto común. Por un lado, Washington busca jugar en el escenario internacional de distribución de vacunas y ayuda sanitaria. Mientras que sus dos grandes competidores, China y Rusia, desde hace meses entregan dosis en distintas latitudes, Estados Unidos optó por inmunizarse localmente y luego aportar al exterior. Mientras que Pekín ya exportó más de 200 millones de dosis, Washington apenas le entregó 2,5 millones a México y otro millón y medio a Canadá. Con una actualidad nacional relativamente controlada, quiere empezar a achicar esa diferencia.
El anuncio generó expectativa en Buenos Aires y, según supo este medio, el canciller, Felipe Solá, instruyó al embajador en Washington, Jorge Argüello, para que interceda en dos sentidos. Por un lado, para que la Casa Blanca libere las vacunas de AstraZeneca que son parte del acuerdo anunciado entre la Argentina y México y que, provisoriamente, se terminan de envasar en Estados Unidos ante el acaparamiento de insumos claves por parte de ese país. Por el otro, para recibir parte de ese lote que Biden exportará. “Por ahora hay expectativa y nada concretado”, le aseguró una fuente conocedora de esas gestiones a Letra P.
La necesidad de acceder a más vacunas se da en un momento apremiante a nivel sanitario, con un recrudecimiento de los casos y las muertes a nivel mundial, y cuando las disputas entre las grandes potencias se profundizan. El ente regulador de Brasil, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), vetó el lunes la importación de la Sputnik V tras haber detectado “incertidumbres” en su seguridad y eficacia. La decisión sorprendió porque varios estados brasileños habían firmado acuerdos por 30 millones de dosis y el propio gobierno federal de Jair Bolsonaro, por otras 10 millones. “Los retrasos en la aprobación son lamentablemente de orden político”, aseguró la empresa rusa, que descartó que se haya debido a falta de información.
Las especulaciones geopolíticas alrededor del proceso de vacunación brasileño no son pocas si se tiene en cuenta el alineamiento estrecho que existió entre Bolsonaro y el expresidente Donald Trump. En su balance oficial de 2020, el Departamento de salud de Estados Unidos confirmó que Washington presionó, a través de la Oficina de Asuntos Globales (OGA), para “combatir las influencias malignas” de Cuba, Venezuela y Rusia en la región durante la pandemia. Los esfuerzos se centraron en “persuadir a Brasil” para que rechace la Sputnik V y en “ofrecer asistencia técnica” para que Panamá no acepte la ayuda de las brigadas médicas cubanas. Finalmente, Brasil espera para este trimestre 15,5 millones de vacunas Pfizer tras haber revivido un acuerdo caído durante el año pasado.
A pesar de su lejanía, la crisis sanitaria en la India también impactará en la región. Ese país produce el 60% de las vacunas que se venden en el mundo y, debido a la dureza de la segunda ola que lo azota, el gobierno de Narendra Modi anunció la suspensión de las exportaciones. Según pudo saber Letra P, Solá intercedió en las últimas horas en las negociaciones con el país asiático para destrabar la llegada de 580.000 dosis Covishield que faltan para completar un acuerdo por 1.160.000 que comenzó a llegar en febrero. Por su parte, el viceministro de Comercio Exterior de Bolivia, Benjamín Blanco, confirmó que su país no recibirá un millón de vacunas AstraZeneca esperadas este mes porque el laboratorio Serum, el mismo que hizo el primer envío a Buenos Aires, ahora “tiene restricciones para exportar”.
La necesidad apremiante de acceder a las vacunas se da en un contexto de recrudecimiento de la pandemia y de las disputas geopolíticas entre las grandes potencias. En un mundo donde se asegura que “nadie se salva solo”, pero poco se hace para buscar una salida en conjunto, el juego diplomático de Casa Rosada deberá extremarse para alcanzar el nivel deseado de inmunidad.