A Mauricio Maronna se lo leía. Se lo leía los jueves y los domingos en el diario y se lo leía todos los días en Twitter. Cual anhelo de cualquier periodista, marcaba agenda con su información y su análisis. Entre las primeras cosas del día que hacía el autor de esta nota, primaba la lectura de sus columnas. Se lo seguía, se lo repasaba y se lo puteaba cuando colaba una primicia de esas que causan rebote.
Santa Fe y sobre todo Rosario están en shock por la muerte de Maronna, ocurrida este jueves. Hace apenas dos días, el martes, había presentado su nuevo libro, Perro Negro, junto al escritor porteño Fabián Casas. Una de las plumas más agudas de la provincia murió tras sufrir una falla cardíaca. Tenía 57 años y alrededor de tres décadas ejerciendo el oficio.
Había nacido en 1963 en Teodelina, sur de Santa Fe, y 19 años después puso los pies en Rosario, la ciudad del resto de su vida. Estudió Derecho, aunque no se recibió. Eligió el camino del periodismo y sus primeras armas estuvieron en el mundo del deporte.
Al diario La Capital, uno de los más importantes del interior del país, llegó en 1993. Se ocupó de la sección Internacionales hasta que Diego Maradona aterrizó en Newell's. Fanático de la Lepra, pidió el cambio a Deportes para estar cerca del Diez, al que llegó a entrevistar con las manos temblorosas durante la estadía del genio en el Parque Independencia.
Luego pasó a Política, donde terminó de construir su apellido, que es una marca. A fuerza de estilo, se ganó el respeto de toda la dirigencia vernácula. Socialistas, peronistas, radicales y macristas, todos tenían vínculo con él. Era tan referente que cualquier político nacional de renombre que visitaba Rosario ponía en su agenda una entrevista con Maronna. Era fija.
En la vida no todo es rosca y Maronna canalizaba pasiones en la Lepra, pero también en la música. Como se lo podía ver asiduamente en la platea rojinegra, también se lo divisaba en recitales de rock. En El Círculo, en el anfiteatro y en algún bar de la noche.
Porque ahí, en la noche, él se encendía. De madrugada podía ser el más mordaz y ácido de los periodistas y el profesor más erudito de consumidores a todo trapo de bandas, libros y series. Su repertorio era bien amplio y variado.
En Perro Negro, el libro que presentó hace nada más que dos días, Maronna trazó un repaso de su vida, la infancia en Teodelina, sus comienzos en el periodismo rosarino, sus charlas y sobremesas con políticos de grueso calíbre como el expresidente Carlos Menem y el exgobernador Carlos Reutemann. Aquellas páginas, quiso el destino, resultan un legado póstumo de treinta años de un periodista de pura raza.