En la elección 2019, Cristian Cardozo se consagró intendente del Partido de La Costa con el 49,5% de los votos del Frente de Todos sobre los 33,5% que obtuvo Juntos por el Cambio. Su apellido renovó el sello del ejecutivo local que de 1983 a 1995 y de 2003 a 2019 fue De Jesús. Primero con Juan y luego con su hijo Juan Pablo. Los De Jesús moldearon a Cardozo, quien, ahora, en su segundo año al frente de la intendencia, busca emerger como un nexo entre intendentes vecinos de la oposición y el Ejecutivo, mientras -como hicieron los De Jesús- abre su distrito a la dirigencia peronista que en temporada alta hace una parada obligada en algún punto de los 96 kilómetros de playa que tiene el distrito.
Intendente sub 40, Cardozo empezó a trabajar junto a Juan Pablo de Jesús cuando tenía 25 años. Fue director de prensa, secretario de Comunicación y Modernización del Estado y secretario de Relaciones Institucionales de la Municipalidad, su último cargo antes de llegar al sillón principal.
“Con Cristian trabajamos muy bien. Tiene la temporada controlada y durante el año fue uno de los que menos problemas tuvo”, le dice a Letra P una fuente cercana al gobernador bonaerense Axel Kicillof. En La Plata hay buena consideración hacia Cardozo. Fue quien abrió la ronda de reuniones se seguimiento de pandemia en verano que puso en funcionamiento el gobierno bonaerense y pasó por el Partido de la Costa, Mar Chiquita y Monte Hermoso. La próxima parada será Villa Gesell.
Le valoran a Cardozo su capacidad de articulación con los jefes comunales de la oposición, que lo convierte en nexo entre estos y el gobierno de Kicillof y el Gobierno nacional. Este jueves, por caso, acompañó al ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, a una reunión con el macrista Martín Yeza (Pinamar). Separados por pertenencia política, pero unidos por la edad y la proximidad geográfica, mantienen muy buena relación; Cardozo corrió a ponerse a disposición cuando, semanas atrás, un temporal de viento azotó Pinamar.
Junto al pinamarense Martín Yeza
Ese traje de articulador no es exclusivamente suyo, lo comparte con el marplatense Guillermo Montenegro (PRO) y, por cuestiones operativas, también con su referente Juan Pablo de Jesús, quien ya sabe qué puertas tocar. Como contó Letra P, junto a Montenegro, Cardozo encabezó las conversaciones para que el toque sanitario afectara lo menos posible a la actividad gastronómica y a los sectores turísticos resentidos por la crisis que generó la pandemia.
Tuvieron éxito: lograron establecer la 1 de la madrugada como horario de cierre de los locales nocturnos, pese a que el decreto nacional que restringe la actividad sugería hacerlo a las once de la noche. Lo terminaron acordando con Kicillof, luego de que el presidente Alberto Fernández delegara en los gobernadores la decisión final.
Más allá del mar
Cardozo se forjó en la gestión de De Jesús. El camino que hoy recorre el joven intendente del Partido de La Costa fue transitado y allanado por el diputado provincial. De Jesús ya no se sienta en la mesa de la cabecera, pero siempre está al lado.
Esta semana, luego de terminar su aislamiento por mantener contacto estrecho con una persona que dio positivo de coronavirus, Cardozo recibió al ministro Katopodis y juntos recorrieron obras. Antes, hizo lo propio con Kicillof y parte de sus gabiente.
Siempre va escoltado por su antecesor en el cargo y por la senadora provincial Gabriela Demaría. Entre De Jesús y Demaría manejan las comisiones de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Son quienes terminan negociando con la oposición la letra fina del Presupuesto bonaerense. Ese tridente mantiene a La Costa activa y con alta exposición en la discusión política.
De Jesús y Cardozo tienen contacto frecuente con el jefe comunal de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, quien regularmente hace una parada en Costa del Este para combinar descanso y, claro, rosca. Insaurralde y De Jesús-Cardozo conforman un polo de poder territorial que supo sobrevivir al vidalismo y controlar el PJ bonaerense; ahora, son punta de lanza para el desembarco de Máximo Kirchner en el sillón principal del Partido Justicialista.