Este lunes, el gobierno de Alberto Fernández sufría la tercera marcha en su contra en los ocho meses que lleva en el poder, cinco de ellos en pandemia. Agitada por un sector de la oposición, la convocatoria ponía en jaque los límites impuestos por el aislamiento y llamaba a movilizarse en todo el país, con epicentro en el Obelisco y la Quinta de Olivos y con consignas difusas y amplias.
La participación activa de altos referentes de Juntos por el Cambio, como Elisa Carrió o la propia presidenta del PRO, Patricia Bullrich, abrió una grieta en la oposición, sobre todo ante planteos, aunque tibios, del Gobierno de la Ciudad contra la aglomeración de personas en lo que parece ser el pico de contagios por el coronavirus.
Contra la cuarentena, contra la inflación, contra la caída de la economía, contra la excarcelación de detenidos, contra la reforma judicial e, incluso, en favor de Mercado Libre en la batalla gremial desatada con el Sindicato de Camioneros. Como ocurriera en las dos convocatorias previas, las del 20 de junio y la del 9 de julio, la salida a las calles motorizada principalmente en redes sociales tenía bordes difusos y el corazón de la unidad era el rechazo al gobierno peronista.
Bullrich confirmó que ella asistiría. Lo haría en auto, “sin caminar”, pero es uno de los motores al llamado a mostrarle enojo al Gobierno. Sin embargo, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, dijo que no había una convocatoria “partidaria” y que, si alguien lo hacía, sería “a título personal”, aunque la exministra de Seguridad es la presidenta del partido macrista.
El intendente de Vicente López, Jorge Macri, también marcó diferencias con el ala ultra del partido que integra. “Los que somos funcionarios no tenemos que ir a la marcha. Sería un error que algún dirigente político quisiera adueñarse de esta marcha, que es de la gente. Sería un gravísimo error politizar esta marcha”, sostuvo.
El radicalismo optó por una línea neutra, en relación al llamado a marchar que se hizo a través de grupos en redes sociales de militantes digitales de la alianza opositora a través del hashtag #17ASalimosTodos. El presidente del partido, Alfredo Cornejo, dijo que él apoya la movilización pero que no participaría. Por su parte, el referente de la UCR en el Congreso y presidente del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, Mario Negri, advirtió que, como partido, “no apoyan ni prohíben” ninguna muestra pública de desencanto con el gobierno de Fernández.
Quién salió del ostracismo justo en la previa del 17A fue Carrió. En una entrevista que brindó al diario La Nación y tras confirmar su renuncia a la banca que ostentaba en la Cámara de Diputados, dijo que se vio “obligada a volver”, porque “había que dar una cohesión a Juntos por el Cambio”. “No hay rígidos o flexibles, hay posiciones firmes en materia de defensa de la Constitución”, marcó la cancha hacia adentro.
La fundadora de la Coalición Cívica también dejó duras palabras para la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Dijo que “viene por todo y viene en estos seis meses”. “Ella (Cristina) está sin límites, yo la conozco; está desesperada por su situación judicial y es una persona que en algunos momentos, cuando se vuelve eufórica, no tiene límites. Dados algunos problemas personales, esa etapa eufórica e ilimitada es característica personal de Cristina y yo no la juzgo, pero sé lo que viene y sé que el Presidente no la puede contener”.
“Acá no hay una vicepresidenta, acá hay una presidenta. Él (Alberto Fernández) tiene una parte de las decisiones, pero no la puede manejar a ella y ella no puede ser manejada tampoco por la propia Cámpora más moderada ni por su propio hijo, por sus características personales. La conozco hace 25 años; sé cómo reacciona, sé cómo actúa, sé cuándo se desespera, sé que la impotencia la pone más negativa”, dijo Carrió.