PLANO CORTO | LA RELACIÓN CON EL VATICANO

Pragmatismo y devoción, la doble vía del vínculo de Fernández con el papa

Católico “poco practicante”, el Presidente necesita a la Iglesia para el pacto social. Pero construyó un lazo personal con Francisco. Comuniones y diferencias en tiempos de pañuelos calientes.

Católico poco practicante, Alberto Fernández llevaba años enojado con la Iglesia católica cuando decidió mandarle un mail al papa Francisco para decirle que, por primera vez, se sentía representado en su fe por un jefe del Vaticano. Era diciembre de 2017 y hacía pocos días que el ahora presidente se había reconciliado con Cristina Fernández de Kirchner. El intercambio epistolar con el ex arzobipo de Buenos Aires fue breve. A fines de enero de 2018, Fernández ya estaba en Roma sentado junto a Jorge Bergoglio para mantener una larga reunión que le imprimió el rumbo al vínculo entre el nuevo gobierno argentino y la Iglesia y marcó a fuego la cercanía personal entre los dos líderes. La buena sintonía tuvo su réplica más reciente el último viernes, en un encuentro que se recortó de la gira presidencial que termina este jueves en Francia, marcada por una agenda saturada de reuniones bilaterales duras con jefes de estados miembro del directorio del FMI.

 

“La relación política con la Iglesia la lleva el Estado, como corresponde. El vínculo de Alberto con Francisco es personal”, explican cerca del Presidente, católico pero no observante. Un creyente que no asiste a misas ni procesiones, que tiene un lazo particular con el papa y que saluda, por otro lado, el avance del feminismo, que, además de pelear por la legalización del aborto, reclama la separación de la Iglesia del Estado. Un presidente que reproduce y administra con precisión de orfebre las contradicciones históricas de un peronismo progresista que no revisa su identidad constitutivamente católica. Estilo Fernández. 

 

Francisco y el Presidente se habían visto por última vez en marzo de 2013, en la sala de espera del odontólogo Carlos Cecchi, en Recoleta, dos días antes de que el entonces cardenal Bergoglio partiera rumbo al Vaticano para participar del cónclave en que se elegiría el sucesor de Benedicto XVI. “Vas a volver papa”, le dijo en broma el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. La historia que sigue es conocida.

 

 

Los escritos de Bergoglio, ya convertido en papa, comenzaron a girar por el grupo de amigos de Fernández, en el que militan varios devotos de vínculo fluido con la Iglesia, como Eduardo Valdés, Guillermo Oliveri y el actual jefe de Asesores, Juan Manuel Olmos. A mediados de 2015, mientras Valdés era embajador argentino ante el Vaticano y Oliveri secretario de Culto, el papa publicó su segunda encíclica, Laudato si, que sacudió la escena global por sus críticas a la “cultura del descarte”, el llamado a una economía ética y la reflexión sobre el cuidado del medio ambiente. Antes, a poco de asumir el pontificado, había publicado la exhortación apostólica Evangelii gaudium, con duras críticas al neoliberalismo y al capitalismo salvaje.

 

Por recomendación de sus amigos de la militancia peronista, los escritos de Francisco cayeron rápido en manos de Fernández, que se reconoció en las ideas del texto y decidió pedir el contacto del papa, tiempo después. “Soy un católico poco practicante y estoy muy enojado con la Iglesia porque no practica muchos de los valores que nos pide practicar, sobre todo el amor por los pobres, por los perseguidos, por los marginados. Debo admitir que Francisco me reconcilió con la Iglesia y una Navidad le envié un mail y le dije que era la primera vez que le escribía a un cura para esa fecha porque él me había reconciliado con la Iglesia”, relató Fernández en plena campaña presidencial de 2019.

 

Para entonces, ya se había visto dos veces en privado con el papa. La primera había sido en enero de 2018, cuando Fernández viajó a Roma junto a su pareja, Fabiola Yáñez, y se entrevistó durante casi una hora y media con Francisco, sin fotos ni publicidad. El Presidente trabajaba, en ese momento ya junto a Cristina, por la unidad del peronismo. La segunda reunión fue en agosto de 2018, en una visita que Fernández hizo junto al exministro chileno Carlos Ominami y al excanciller brasileño Celso Amorim.

 

 

Primera devota. Fabiola Yáñez trabaja para el proyecto Scholas Ocurrentes, que impulsa el papa.

 

 

El vínculo se afianzó, como fue en aumento la “simpatía” del Presidente por la prédica del papa, cuyas ideas suele citar en reuniones privadas con dirigentes políticos. Desde que desembarcó en la Casa Rosada, el 10 de diciembre, Fernández habló con Francisco en varias oportunidades, vía telefónica y correo electrónico, hasta que finalmente coordinaron la visita al Vaticano. Esa cercanía y la participación activa de la Iglesia en actos y reuniones despertaron recelo y cierta desconfianza en la propia tropa que agita el pañuelo verde -una enorme mayoría en la Casa Rosada- en la previa del nuevo debate por la legalización del aborto.   

 

Pero en los asuntos del Estado, señalan en la Casa Rosada, Fernández marca los límites. “Gobierno para todos los argentinos, no solo para los católicos”, suele repetir. Muestra de ese criterio es la posición sobre la legalización del aborto, que el Presidente le adelantó en privado al presidente de la Conferencia Episcopal y discípulo de Bergoglio, Oscar Ojea, durante la campaña 2019. El obispo le transmitió el disgusto de la Iglesia, pero agradeció la sinceridad de Fernández, que insistió en público sobre el tema todas las veces que fue consultado y hasta se fotografió rodeado de pañuelos verdes, durante la presentación del libro "Somos Belén", en la Facultad de Derecho.  

 

 

 

El tema generó un cortocircuito en la visita del Presidente a Roma, el viernes 31, pero en el Gobierno destacan la visibilidad de las posturas contrapuestas como característica de una relación “franca” y “práctica” entre los líderes.

 

En ese vínculo, los desacuerdos están marcados por la postura abierta y progresista del Presidente, que, además de la legalización del aborto, levanta la bandera del matrimonio igualitario y de la ley de identidad de género, entre otros temas que irritan al Vaticano. “Pero evidentemente no son un problema”, explican en el Gobierno, donde destacan el clima “afable” del largo encuentro que tuvieron el Presidente y el papa y el apoyo de la Iglesia al diálogo social que convoca Fernández. La Iglesia es integrante de la mesa "Argentina contra el hambre" y una pata fundamental para el trabajo en el territorio. "Son aliados", define el Presidente.

 

 

Papistas. La comitiva completa que visitó el Vaticano: Oliveri, Beliz, Solá, Fernández, Yáñez, Losardo y Biondi.

 

 

En la lista de los acuerdos se anota la mirada común sobre la desigualdad y la pobreza, las críticas al neoliberalismo y la preocupación por el medio ambiente, todos temas que formaron parte de la reunión entre el papa y Fernández, además de la centralidad del problema de la deuda argentina, el punto que más preocupa al Presidente y por el que fue a buscar apoyo del jefe de Iglesia y su líder espiritual, también garante de la paz social. 

 

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