Economía | Río Negro

Ganadería ovina: de la pérdida de competitividad al riesgo de subsistencia

El invierno crudo desató una crisis terminal de pequeños productores. Caída de 30% en la producción y desplome del precio. Medidas para atemperar el impacto.

El stock ganadero patagónico sufrió una sensible pérdida luego del duro invierno en medio de la pandemia. En lo que respecta a Río Negro, la caída podría proyectarse hasta un 30% o más, en lo que significa un golpe a la principal actividad económica de la región sur, una de las zonas más postergadas de la provincia. Esto expresará una retracción que duraría, al menos, hasta 2022. Los números ahondan una crisis que ya era aguda con el desplome en el precio en dólares de la lana, desde la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

 

Detallado en un informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en su sede de San Carlos de Bariloche, se anticipa los principales inconvenientes de la ganadería ovina a corto y mediano plazo. De la pérdida de competitividad al riesgo de subsistencia, en el que algunos casos –los más extremos– no alcanzará ni para cubrir la mitad del consumo familiar. Sólo si se habla de ovinos, la merma sería de 55.000 a 70.000 cabezas. Los números oficiales fueron recibidos con cautela por la pata de entidades que nuclea a los ganaderos, que esperan hasta noviembre para brindar el número propio.
 

 

Para el promedio, el INTA Bariloche dividió en tres las regiones. Los departamentos El Cuy y 9 de Julio; departamento 25 de mayo; departamentos Bariloche, Pilcaniyeu y Ñorquinco, fue la más castigada.


“En noviembre sabremos cuáles serán los números reales”, razonó Baldomero Bassi, titular de Entidades Rurales rionegrinas, en contacto con Letra P. El dirigente patagónico se refirió al relevamiento que continúa y ocupa al ministro de Producción, Carlos Banacloy. Esta semana, equipos técnicos de la cartera recorrieron la localidad de Ñorquinco, en la región sur de la provincia, y esperan tener una visión más amplia de cómo fue el impacto de la nieve.

 

Un dato no menor es la pérdida de vientres, que afectará en la reposición del ganado. El sismo económico, como cadena, complicaría el servicio reproductivo y la reducción del stock incluso en 2022. Esto generará un impacto directo en la zafra (esquila), hoy en pleno proceso. 

 

El invierno, que tuvo una réplica hasta los primeros días de este mes, no fue el único revés para esta economía regional. Como explica el informe, desde 2018, la guerra comercial entre Estados Unidos y China influenció en el desplome del precio de la lana. Los testimonios son contundentes: el valor promedio, en octubre de ese año, era 8 dólares; bajó a 5 dólares en diciembre del 2019 y, por estos días, apenas llega a los 3 dólares.

 

 

 

“Sabemos que la situación es difícil, el precio es muy bajo”, lamenta Bassi. Lo que el productor advierte es lo que todos en la región sur esperan por la reducción del stock: que traerá menos cabezas para la esquila, menos venta y menor calidad.

 

Las fibras son un bien básico para los habitantes de esta zona de la Patagonia. El producto de las ovejas Merino y las cabras de Angora –puntualiza el informe de INTA– otorgan un plus de divisas. Pero el arrastre de aspectos negativos, como dos años de sequías  y el estrés de este complejo invierno, generará una baja en la calidad de la lana como en los ingresos de cada productor.

 

ALTERNATIVAS. Para darle cierto aire a los productores, surgieron alternativas sumadas al anuncio de emergencia agropecuaria. Un paquete que inyecte dinero para que garantice sustentabilidad. Un adicional de $ 100 por kilo contra factura o liquidación de compra, para la lana. En total, hasta 2.000 kilos de lana sucia, equivalente a un subsidio de hasta $ 200.000 por productor.

 

Exención automática en Impuesto a las Ganancias, eximición del aporte patronal en cargas sociales sobre el personal de campo, eliminación de retenciones a las exportaciones de lana y carne ovina, como así también de pelo Mohair, Rectificar la Ley del IVA, imputándole a las fibras animales sucias, sin procesamiento industrial, la alícuota del 10,5% (actualmente están gravadas con el 21%) y un plan certero de promoción, figuran en la hoja de ruta para empezar a salir de la crisis.

 

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