El Banco Central inauguró una nueva política cambiaria, destinada a quitarle previsibilidad a las minidevaluaciones (casi) cotidianas del dólar oficial, pero la brecha entre este y los tipos de cambio paralelos persiste y complica todos los esfuerzos. Si el viernes la autoridad monetaria inauguró esa estrategia con una suba de casi el 1% –algo menos de la mitad de la pauta manejada hasta el momento cada mes–, el financiero “contado con liquidación” respondió en la rueda del lunes con un alza del 2,6% para cerrar a $149,55. En tanto, el “dólar bolsa” o “MEP” (Mercado Electrónico de Pagos) saltó 1,9% hasta $140,79. De esa forma, uno de los principales objetivos de Miguel Pesce y del ministro de Economía, Martín Guzmán, esto es, la reducción de la brecha entre esas puntas, sigue pendiente de abordaje.
Fuente: Rava Bursátil.
Una fuente del Banco Central le explicó a Letra P que la suba del viernes “no estuvo destinada a recortar la brecha, sino a dar más volatilidad al tipo de cambio, aún en operaciones intrarrueda”. “La brecha empezará a cerrarse cuando se les cierre la puerta de salida a los fondos de inversión extranjeros que llegaron con (Mauricio) Macri y presionan para irse por el CCL. Aún cuando hay regulaciones que no les permiten operar en forma directa, todavía lo hacen a través de otras variantes”, agregó.
Cabe señalar que el CCL y el MEP son tipos de cambio arbitrados en bolsa a través de la compra de títulos en pesos y su venta posterior en dólares, de lo que surge una cotización. La diferencia entre ambos es que en el primer caso la operación culmina en el exterior –donde queda depositado el dinero– mientras que en el segundo termina en el país.
Fuente: Rava Bursátil.
Con esos valores, al cierre de la rueda del lunes, la brecha entre el “contado con liqui” y el dólar oficial quedó establecida en 83%. En tanto, la que tiene como referencia el “dólar bolsa” o “MEP”, en 72%. Por último, en relación con el dólar mayorista, la diferencia crece al 94%.
Una ampliación de la brecha incrementa las expectativas de devaluación del tipo de cambio oficial, desincentiva la liquidación de exportaciones de remanentes de soja y, en paralelo, atiza el anticipo de importaciones. Todo ese combo presiona más sobre las ya escasas reservas del Banco Central.
El economista Gustavo Reija le dijo a Letra P que “las medidas anunciadas la semana pasada con el objetivo de incentivar la liquidación de divisas no están resultando eficaces. La aceleración de la tasa de devaluación del dólar oficial solo ha empujado la cotización de los dólares libres, llevando la brecha a más del 90%. El anuncio de dar ‘mayor volatilidad’ al tipo de cambio oficial como medio de quitarle previsibilidad al mercado y salir del esquema de crawling peg [minidevaluaciones periódicas] que el Central venía implementando no ha generado una respuesta positiva”.
“Somos el único país del mundo en el que se busca estabilizar (el tipo de cambio) con el presidente de un Banco Central que anuncia que dará mayor volatilidad al tipo de cambio”, enfatizó.
En términos de reservas, la situación preocupa y hace más difícil defender la paridad actual. En la rueda del lunes, el Central perdió otros 82 millones de dólares, lo que, según cálculos privados, deja las reservas netas en torno a los 5.000 millones y las líquidas, esto es, inmediatamente disponibles, por debajo de los 1.000 millones.
“En este contexto, las reservas continuaron cayendo y generando mayor tensión. No es saludable la política que se ha utilizado de venta de bonos reestructurados para bajar la brecha” al operar sobre los tipos de cambio bursátil, siguió Reija. Para él, “eso solo genera pérdida patrimonial y nuevo endeudamiento a tasas del 15%”.
“El problema, como venimos sosteniendo, está originado en la falta de un programa que muestre claramente un sendero de convergencia al equilibrio fiscal en los próximos años. La llegada de la misión del Fondo Monetario Internacional debería ser utilizada para plantear un escenario de mediano plazo en el cual se vislumbre la evolución de las variables macro en dicha convergencia al equilibrio fiscal. No se trata solo de renegociar el pago de la deuda con ese organismo, sino de articular un programa de mediano plazo que vuelque expectativas y genere el esquema de incentivos adecuados para regenerar confianza”, estimó.