Las elecciones en los medios: sesgo y polarización

Una de las máximas prácticamente indiscutida cuando se analiza el trabajo periodístico es que la calidad de las fuentes de información determina, en buena parte, la calidad de los medios. En teoría, son las fuentes quienes aportan los datos y significados básicos acerca de un acontecimiento e influyen en el encuadre que predomina en las noticias y, en última instancia, en los temas que se discuten públicamente.

 

Aunque parezca una obviedad, la información que suministran las fuentes no es independiente de su pertenencia a cierto sector o grupo de interés. Los periodistas acuden a ellas a sabiendas de esta condición y el vínculo que establecen deja huellas en las noticias. El fallecido editor jefe de Clarín, Julio Blanck, fue muy claro al respecto: “Siempre les digo a los periodistas que hagan trato con las fuentes: ‘No me mientas. Contame solamente la parte de verdad que te conviene, pero no me mientas’. Porque con los pedacitos de verdad que a cada uno le conviene nosotros tratamos de armar una noticia que sea la versión más confiable de lo que pasa”. En efecto, no es la variedad de fuentes consultadas sino de puntos de vista -y, en definitiva, de intereses- la que posibilita una amplia cobertura de determinado tema.

 

Los funcionarios de Gobierno tienen el acceso asegurado a los periodistas en la mayoría de los temas. La posición institucional que ocupan hace que tengan la capacidad de incidir en el curso de los acontecimientos más allá del contenido de los datos que aporten. Por eso, sus declaraciones son siempre factibles de ser convertidas en noticia. Es en tiempos de turbulencia política, y las contiendas electorales parecen ser un buen ejemplo, cuando otras voces no oficiales tienen mayores oportunidades de adquirir visibilidad en la arena mediática.

 

Un estudio en curso del Observatorio de Medios de la Universidad Nacional de Cuyo da cuenta de que, entre abril y julio de este año, las noticias más relevantes de los tres portales de noticias más consultados del país giraron en torno a cuatro tópicos. La economía nacional, las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), los deportes y los casos policiales fueron prioridad en las agendas digitales de Infobae, Clarín y La Nación durante los últimos cuatro meses, aunque con fluctuaciones muy marcadas que dan cuenta del momento que vivimos: en tiempos de elecciones, el lugar para otros asuntos se angosta por definición.

 

 

Si nos enfocamos en la marcha de la economía, en abril, el anuncio del aumento del índice de Precios al Consumidor por parte del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la disparada del dólar, los desembolsos y auditorías del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los anuncios del Poder Ejecutivo para mitigar los impactos de la crisis inflacionaria acapararon la atención de los medios analizados, en coincidencia con las mayores preocupaciones de la opinión pública, según un conjunto de consultoras especializadas. Pero a partir de mayo, las elecciones 2019 irrumpieron como tema central: el 18 se conoció la fórmula que integran Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner y el 11 de junio, 24 horas antes de que cerrara la presentación de alianzas políticas ante la Cámara Nacional Electoral, el presidente Mauricio Macri anunció que iría por la reelección acompañado por el peronista Miguel Ángel Pichetto. Hasta el cierre del período analizado aquí, en pleno desarrollo de la campaña electoral para las PASO, el tema se sostenía en el podio de los tres medios analizados. 

 

Ahora bien, ¿quiénes fueron los actores con capacidad de expresar sus “pedacitos de verdad” en el tratamiento de estos temas? De acuerdo con los datos recogidos, muy pocos. Las noticias presentaron, en promedio, menos de dos fuentes de información. El número fue apenas más alto para las elecciones que para el resto de los temas (1,89 fuentes en la agenda general y 1,94 en las noticias sobre elecciones). Pero, como se dijo, importa menos la cantidad y más la calidad de las fuentes y su pertenencia institucional diversa, pues ello permite contar con una variedad de enfoques sobre los asuntos.

 

En la cobertura de la actualidad económica nacional la voz más citada fue, por lejos, la del gobierno de Cambiemos. Le siguieron en importancia las consultoras nacionales e internacionales, el sector empresario y los funcionarios de organismos internacionales como el FMI, acreedor más importante de la deuda argentina. Estos cuatro actores concentraron más del 80% de las fuentes visibles en las noticias. Pero no solo se los consultó, sino también se respaldaron sus puntos de vista sobre el tema. Así, se profundizó la tendencia que advirtió Esteban Zunino en un estudio previo: las explicaciones sobre la marcha de la economía, en un contexto “tormentoso”, de acuerdo con el libreto oficial, fueron en la dirección planteada por el gobierno nacional.

 

 

 

El anuncio de las fórmulas presidenciales, las negociaciones entre las distintas fuerzas y referentes políticos y la conformación de frentes electorales competitivos pasaron a ser asuntos de suma relevancia para las agendas digitales de Infobae, Clarín y La Nación entre mayo y julio. Una vez selladas las alianzas y las candidaturas, emergieron con fuerza los resultados de las primeras encuestas y las especulaciones que las rodearon. Y fue justo en ese momento que el tono negativo sobre la marcha de la economía se vio alterado por una sobredosis de noticias positivas sobre la gestión económica del oficialismo que prevalece en los dos últimos meses, impulsadas por las mismas fuentes, y coherente con la versión oficial de que la crisis ya pasó.

 

 

 

Ahora bien, como se dijo más arriba, es mayor la variedad de actores que participan como fuentes de las noticias sobre elecciones. Lo que se verifica en la cobertura mediática es coherente con la polarización política que vivimos en Argentina. Si bien la visibilidad del oficialismo es mayor, el Frente de Todos aglutina altos niveles de presencia. ¿Cuál es la diferencia? Que mientras que las perspectivas oficiales no son discutidas por los medios, los puntos de vista de los representantes de la principal fuerza opositora fueron desacreditados en más de tres de cada diez menciones. Así, el sesgo mediático no pasa por la invisibilización de las fuentes opositoras, sino por la sistemática puesta en duda únicamente de los puntos de vista o afirmaciones de este sector. Hecho que se suma a la apabullante invisibilización del resto de los actores que compiten en las elecciones del 11 de agosto.

 

 

 

Y si de sesgos se trata, ocho de cada diez fuentes en todos los temas fueron masculinas. El dato pone de relevancia -una vez más- el amplio predominio de los varones en la arena mediática (¿y política?). No solo son pocas las mujeres que trabajan en las redacciones digitales, como analizó Lorena Retegui para el caso de Clarín, sino también las reconocidas como portavoces legítimas para expresarse en los medios sobre los asuntos públicos.

 

La polarización y el sesgo, o la polarización sesgada, parecen ser el signo de las coberturas mediáticas del momento. La cobertura binaria, consistente en la presentación mayoritaria de los argumentos de los dos polos, empobrece el debate público, obturando a otros actores y voces. El sesgo, en tanto, agrava la situación. Ya que la sospecha, fundamento de la práctica periodística y justificadora de su función, se distribuye inequitativamente adoptando casi siempre la misma dirección. 

 

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