

En una columna de opinión, días después de las primarias en Rosario, aseguramos que Javkin retendría “los votos de la interna del Frente Progresista pero López Molina podría capitalizar solamente la mitad de los votos de su contrincante. Este grupo de votantes ‘vacantes’ podría virar hacia Javkin, por ser una opción ‘light’ del socialismo sin saltar directamente a una opción anti-macrista, como Sukerman. No obstante, tampoco hay que descartar los efectos de las estrategias en la campaña electoral”. Eso suponía, previo al proceso electoral, la posibilidad de que Pablo Javkin sea el nuevo intendente de Rosario.
Asimismo, sostuvimos que tampoco había que descartar el proceso electoral o “la campaña”. En este sentido, las encuestas a mitad de camino de las elecciones generales mostraron que la elección se había polarizado entre socialismo y peronismo. Es decir, que la mayoría de los votantes se enfocaron en las dos ofertas electorales, con chances reales de disputar la intendencia.
Este proceso de polarización afectó la performance de Cambiemos, quien no llegó a retener la mitad de los votos de Jorge Boasso, por el hecho de que algunos electores preferían elegir al socialismo con tal que el peronismo no gane en Rosario.
La victoria de Pablo Javkin abre preguntas respecto a cuáles son los desafíos en su mandato como intendente de Rosario. ¡Ganamos! ¿Y ahora? Pablo Javkin se encontraba en las elecciones generales en una encrucijada entre mantener el voto “duro” del socialismo y, en simultáneo, los votos propios sin que se vayan hacia otra opción, por rechazo al socialismo. En ese escenario, propuso el slogan “preparados para unir”.
Con un 99,5% de las mesas escrutadas por el Tribunal Electoral, Javkin ganó las elecciones por escasos 7.810 votos, que implican una diferencia de 1,5% con Roberto Sukerman, según el recuento provisorio. Ahora en adelante, la futura gestión Javkin se encuentra frente a la necesidad de renovación en términos de política pública. Aquí, se encuentra un desafío importante. Los votantes afines al socialismo están conformes con posiciones progresistas en algunos temas pero, a la vez, en la cuestión de la seguridad demandan una mayor política de “mano dura”.No obstante, las improntas de las gestiones, muchas veces no tiene que ver con la demanda neta presente en la opinión pública. Ahí está la destreza de la política. Proponer un “valor agregado”, sin que tenga una demanda explícita de manera previa en la opinión pública, pero que sea valorada, posteriormente, por la ciudadanía.
Por otro lado, es de destacar que según un informe de la Fundación Libertad, el 30% del presupuesto del Municipio en el corriente año es de origen provincial. Sin tener en cuenta los adelantos de coparticiación que se dieron en los últimos años, los aportes no reintegrables, y las inversiones en obra pública, que hacían vivir al municipio por encima de sus posibilidades. Con el cambio del signo político a nivel provincial, genera una incógnita respecto a cómo resolverá Javkin esta cuestión. Miguel Lifschitz como Presidente de la Cámara de Diputados, será un factor fundamental de negociación. El peronismo provincial, por su parte, podría intentar demostrarle al rosarino que es necesario que el signo político provincial y, local, sea el mismo, para que a la ciudad le vaya bien.
Es probable que Javkin suba en las encuestas por lo que se denomina “efecto luna de miel”, dándole tiempo para resolver estas cuestiones de orden económico al comienzo de su mandato. De modo que para sus primeros 100 días de gobierno, tiene dos cuestiones a resolver. Por un lado, de orden presupuestaria, y, por otro lado, respecto a cuál será su impronta como Intendente para consolidar su proyecto político. Sin llegar, de este modo, al 2023 con amenazas de posibilidad de vuelta del socialismo “duro”, ni de una opción peronista en una eventual gestión positiva de Omar Perotti. Cambiemos, por su parte, deberá resolver sus problemas internos y su relación con la política nacional, para poder ser una opción con chances reales en las elecciones que siguen.