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El trabajo está vinculado al hombre desde el comienzo de la historia humana y junto con la inteligencia fueron los atributos que le permitieron diferenciarse del resto del reino animal. Basta citar el mandato bíblico: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente" o la referencia a nuestro máximo poema gauchesco, el Martín Fierro, que expresa: "Debe trabajar el hombre para ganarse su pan". Así como también una de las veinte verdades peronistas: "Todo ciudadano tiene derecho a un trabajo que le permita ganarse el sustento y atender la salud de su familia y la educación de sus hijos; pero cada uno debe producir por lo menos lo que consume".
Es y ha sido así sin dudar, de manera que para conmemorar el día mundial de la justicia social el director general de la OIT, Guy Ryder, dijo que el trabajo decente, libremente elegido en condiciones de equidad y seguridad, es clave para lograr el desarrollo sostenible y la justicia social que, en sí misma, es la base de la paz duradera. Dicho esto para disipar las dudas sobre la implicancia social y personal que tiene el trabajo digno en las sociedades capitalistas como las nuestras.
Ahora bien, sabemos que el mundo enfrenta una crisis laboral de puestos y formas de empleo que se van modificando por el uso de la informática, las plataformas denominadas "colaborativas", el comercio on line, la digitalización, la robótica y el uso de la inteligencia artificial.
Regionalmente convivimos ya con el impacto tecnológico, la más absoluta precarización del trabajo, el capitalismo de especulación financiera global y ello sin lugar a dudas genera una crisis de empleo. El Futuro del trabajo es el tema central que la OIT (Organización Mundial del Trabajo) incluyó en su agenda para la conferencia de este año.
Se entiende que el progreso no puede detenerse, sería como querer tapar el sol con las manos, pero deben adoptarse medidas para asegurar que las nuevas tecnologías beneficien al conjunto y no que perjudiquen a la mayoría en beneficio de unos pocos que manejan el capital concentrado como ocurre hoy en nuestro país por decisión de quienes nos gobiernan.
En el escenario descrito, las políticas implementadas por el gobierno argentino van en sentido contrario al enfoque de la OIT. Toda vez que se liberan de aranceles a las importaciones, se deja librada la suerte del desempleo a los avatares del mercado, se implementan políticas de ajuste y ello genera mayor desocupación, que no vacilo en afirmar que finalizado el primer cuatrimestre del 2019 superará la barrera de los 2 dígitos, lo cual se corroborará cuando el INDEC anuncie los nuevos índices.
Los últimos datos del Organismo corresponden al cuarto trimestre del 2018 y evidencian un 9 % de personas desocupadas en la población económicamente activa, datos que reitero serán más alarmantes cuando el 19 de junio se publique los números del primer trimestre 2019.
Es también para tener en cuenta el informe del Observatorio Social de la UCA que indica que en 2016 el 51,3% de los trabajadores no participaba del Sistema de Seguridad Social. Los empleadores no le realizaron los aportes jubilatorios al 33,3% de los asalariados y el 71,5% de los trabajadores por cuenta propia tampoco realizaron aportes. En el mismo año, el 34,2% de los trabajadores no contó con obra social, prepaga o mutual provista por su trabajo o por el grupo familiar.
En este complejo contexto, con fuerte implicancia en el presente y futuro, la solidaridad social debe prevalecer por sobre el individualismo exacerbado de las políticas neoliberales. Hay que involucrarse en el debate por la OIT y explorar cursos de acción que por lo menos morigeren los efectos de la automatización sobre el empleo, poniendo la política y la economía al servicio del hombre, como pregona el Papa Francisco.
No puede el hombre ser una herramienta que se torne obsoleta, el gobierno debe concentrar su esfuerzo y creatividad en normativas que regulen y contengan el empleo digno. ¿Es necesaria una reforma laboral a la baja, para generar puestos de trabajo como pretende Cambiemos? La respuesta es categóricamente No. Hay que modificar las macro políticas económicas que generan recesión y disminución del consumo y terminar con la apertura a los productos extranjeros, que implica importar mano de obra.
Albert Einstein decía que toda crisis conlleva aparejada una oportunidad que puede ser aprovechada, completando esta reflexión con el acervo que no hay que pretender que algo cambie si seguimos haciendo lo mismo.