Igual que en Neuquén, no solo se impuso el oficialismo local, sino que además repite prácticamente los mismos números de 2015: obtuvo el 54 % en el comicio general hace 4 años atrás contra el 56 % de estas PASO. No retrocede, pero tampoco avanza. Parece tener cierto techo, dentro de lo que debería llamarse un gran triunfo.
Cambiemos también repite lo de 2015: había logrado el 31 % y ahora ronda los 32 puntos. Es una derrota sí, pero dentro de lo esperado. Se podría decir que teniendo en cuenta el desastre por el que está pasando Mauricio Macri, bastante bien salvó la ropa Marcelo Orrego, el candidato del oficialismo nacional (que tuvo la astucia de no llevar la boleta con la marca Cambiemos, ni hablar del presidente).
Un dato más: la elección legislativa nacional de 2017 salió prácticamente igual a ésta, 52 a 32. Más calcado imposible.
Es la tercera elección del año, pero debe excluirse la de La Pampa porque fue una primaria no obligatoria, por lo tanto se desconoce cuál es la tendencia del electorado total. Si se pone a comparar Neuquén y San Juan, surgen varias similitudes:
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Más allá del resultado provincial en sí, surgen 2 cuestiones:
Primero: San Juan y Neuquén no marcan tendencia nacional porque: a) son distritos chicos, b) como se ha demostrado, son bastante conservadores en su comportamiento electoral, c) nunca fueron un buen lugar para Cambiemos (pese a que en Neuquén ganó en 2017 en una elección muy fragmentada).
Segundo: la proyección nacional que le da a Uñac. Al haber sido el primer gobernador que coqueteó públicamente con la posibilidad Lavagna, este resultado es un pergamino para presentar ante los colegas, ya que no muchos se podrán imponer por semejante diferencia. Sin embargo, mucha agua va a correr bajo el puente. En cualquier caso, más allá de una aventura nacional, Uñac se habrá asegurado su reelección el 2 de junio, unos días antes de que se defina la grilla de fórmulas para las presidenciales.