El virtual default comercial por 350 millones de dólares de Vicentin que produjo un temblor en el mercado agropecuario de la región Rosario encuentra sus razones en las lógicas financieras de la firma, más allá del contexto económico que aceleró la situación. El nivel alto de endeudamiento para agrandarse y las derivaciones de la operatoria de granos “a fijar precio”, hicieron un cóctel que explotó.
Según explicó una fuente de años en las operatorias bursátiles, la empresa venía a un ritmo casi alocado de ampliación de pasivos para expandirse con un nivel de ingresos que no podía bancar dicha operatoria. La empresa informó el miércoles el inicio un proceso de reestructuración de pagos por “estrés financiero” y lo adjudicó al “contexto de crisis recurrentes, aumento de tasas de financiamiento, cierre de mercados y el incremento permanente del costo argentino".
La palanca. El balance de Vicentín no era bueno desde hacer rato, según dijo un broker financiero a Letra P. Se trata de una empresa que tiene un pasivo grande desde hace años y que jamás frenó en lo que el mercado financiero se conoce como apalancamiento, es decir, endeudamiento para financiar una operación o agrandar el negocio.
Siempre recurrieron a endeudarse en dólares, en pesos por ejemplo con entidades bancarias o títulos, y obligaciones negociables en dólares a partir de casas de inversiones y agentes de bolsa. “El problema es que nadie les dijo ‘aflojen un poco porque puede explotar’”, confiaron.
Los que saben del paño explican que engolosinarse excesivamente con este mecanismo tiene mucho riesgo: ante cualquier turbulencia o corrida de productores no se puede responder. No es recomendable para cualquier empresa. Pero Vicentín descansaba en su espalda de una familia de renombre con 90 años en el negocio. Por eso explican que se trata de un problema de liquidez y no de solvencia patrimonial para eventualmente salir a responder a los acreedores.
Vicentín es la principal exportadora de harina de soja del país y se coloca sexta en el ranking de exportadores de granos. Tiene una facturación anual de 4.300 millones de dólares entre unidades de negocios de la soja, harinas, aceites, maíz, carne, y biocombustibles. Así y todo, en el sector coinciden, en off, que jugó como una multinacional pero sin el respaldo de una casa matriz en el exterior.
El golpe. Es de las pocas aceiteras y exportadoras que más recurre a la compra de granos “a fijar precio”. Es decir, el productor por intermedio del corredor de granos entrega la mercadería y resuelve toda la operación pero sin cerrar el precio.
La empresa recibe el grano, lo procesa, lo exporta, incluso lo cobra y recién luego lo paga al productor. Mientras todo esté aceitado en tiempo y sin contingencias, la empresa hasta suele trabajar el dinero financieramente antes de pagar. El tema es cuando llega el momento de fijar el precio, hay problemas externos y la empresa no tiene la plata ni la espalda para responder.
Eso parece haber sucedido en este caso: un aluvión de pedidos de cobro para liquidar divisas ante la eventual suba de retenciones del próximo gobierno dio el golpe. Algo similar pasó con la corredora BLD que defaulteó por más de 100 millones de dólares y dejó un tendal de acreedores a la deriva.
La devaluación, el salto del riesgo país, el default, como también las tasas en dólares que pagaba al 4/5% se le dispararon al 15%, y el encarecimiento del crédito en pesos fue demasiado para un escenario riesgoso.
Al pasivo comercial que arrastra a acreedores agropecuarios se le suma la deuda en dólares. La devaluación le jugó una mala pasada en este sentido, y la deuda orillaría los 300 millones de dólares repartida entre unos diez bancos internacionales. Según datos del Banco Central, Vicentín también tiene créditos en pesos a privados por cerca de $25.000 millones, de los cuales más del 75% ($18.400 millones) los tomó con el Banco Nación que es su agente financiero para pagos a proveedores. De esta forma se convierte en el mayor acreedor de la forma.
No son pocos los que piensan que esta deuda puede resolverse en el plano de la negociación política. Este tipo de presentaciones, esquemas de acuerdos y cesaciones de pago, se han acelerado innumerables veces al filo de cambios de aires políticos. Habrá que ver qué tipo de recepción tiene y qué poder logra.
En conclusión, se evidencia una falla estructural en el mercado de granos de tratar con el futuro como si no existiera el riesgo o no fuera aleatorio. Se apela a adivinar el futuro, pero de golpe se mueve el tipo de cambio, se cae un cliente y se descalza todo con damnificados en el medio. En el sector auguran que Vicentín podría no ser el único caso.