"Existe un mito que dice que en el movimiento obrero organizado no hay mujeres y mucho menos en los cargos de conducción de los sindicatos y centrales. Bueno, eso no es cierto". La que habla es Vanesa Siley, una de las caras visibles de la Corriente Federal de los Trabajadores y Secretaria General del Sindicato de Trabajadores de Judiciales de la Ciudad de Buenos Aires. Para ella, el principal problema que deben afrontar las mujeres en el mundo gremial no es tanto la falta de espacio sino "la falta de visibilización del papel que venimos jugando en los sindicatos, sobre todo en el interior del país, donde hay muchísimas que encabezan sindicatos provinciales e incluso seccionales de las principales centrales del país".
Uno de los casos que encuadra perfectamente en la descripción de la dirigente judicial es el de la cordobesa Ilda Bustos, actual secretaria general del Sindicato de Obreros Gráficos de esa provincia, un gremio en el que sólo 11% de sus trabajadores son mujeres.
"La verdad es que no encontré grandes dificultades a la hora de conducir nuestro sindicato", reconoce Bustos, que explica que durante su actividad sindical, que ya lleva más de dos décadas, "recorrí todos los caminos, desde delegada de base hasta llegar a hoy a la Secretaría General".
Siley también reconoce que no encontró mayores obstáculos por su condición de mujer, pero sí señala que "las dificultades pasan por factores subjetivos que están arraigados en el inconsciente patriarcal que nos atraviesa como sociedad".
"Por eso decimos que no es ni adelante ni atrás de los hombres, sino que lo que queremos es igualar las condiciones", señala la dirigente que, en su carácter de sindicalista, ocupa una banca como diputada nacional por Unidad Ciudadana.
No es la única mujer de origen gremial en esa cámara. También forma parte de ella Carla Pitiot, integrante de la Comisión Directiva de la Asociación del Personal de los Organismos de Control y diputada por el Frente Renovador.
La realidad es que, con o sin dificultades, la presencia de las mujeres en las conducciones de los sindicatos, federaciones y centrales todavía está lejos incluso de lo establecido por una ley que en 2002 dictó un cupo mínimo del 30% en todos los niveles.
"Es cierto que a nivel CGT somos muy pocas. Hoy en las conducciones sindicales hay una ausencia notoria de mujeres pese a que tenemos gran presencia en la vida cotidiana de las organizaciones", marca en relación a que de los 37 cargos directivos de la actual conducción elegida en 2106, solo dos están manos de mujeres.
La Secretaría de Igualdad de Oportunidades y Género, en manos de Noemí Ruiz, y la de Salud, a cargo de Sandra Maiorano (dirigente de personal médico), son los lugares que hoy ocupan las mujeres en la cúpula sindical. Esto se vincula con una crítica histórica del movimiento de mujeres: las funciones que se les reservan están relacionadas con los campos de actividad tradicionalmente femeninos.
En los últimos 15 años, la CGT dio algunos pasos lentos pero sostenidos para incorporar a las mujeres en cargos relevancia.
En 2004, la central eligió por primera vez a una mujer en el cargo de secretaria general, aunque no estuvo sola. Susana Rueda, del gremio de Sanidad, se integró al triunvirato que se completaba con el camionero Hugo Moyano y José Luis Lingeri, líder de la Federación de Trabajadores de Obras Sanitarias.
Recién diez años después, la principal central del país tuvo a su primera secretaria general en una seccional. Se trata de la trabajadora judicial Graciela Aranda, que en noviembre de 2014 fue elegida por sus compañeros como máxima autoridad de la seccional Chaco.
La realidad actual de la CGT contrasta con lo que sucedió dentro de la Central de Trabajadores Argentinos desde sus inicios, allá por 1992. Conformada la premisa de "un nuevo sindicalismo", la CTA, por entonces unificada, acordó en un congreso interno en 2000 se estableciera un cupo mínimo del 20% en los todos los cargos directivos.
Hoy la presencia de mujeres en la conducción de la central alcanza prácticamente a un tercio de los cargos de la Mesa Directiva Nacional.
"Nacimos dando cuenta del reconocimiento de otras identidades que representan al mundo de los trabajadores más allá de lo sindical. Por eso siempre nos planteamos una articulación orgánica con los movimientos sociales, con la economía popular y, por supuesto, con la agenda de las mujeres" señaló a este medio Estela Díaz, la secretaria de Igualdad de Género y Oportunidades de la central que conduce Hugo Yasky.
"Durante el gobierno anterior, se crearon millones de puestos de trabajo que fueron ocupados fundamentalmente por jóvenes y mujeres que se incorporaron a la lucha gremial. Hoy muchas de ellas se reivindican, además de sindicalistas, como feministas y son las protagonistas la transformación de nuestras organizaciones y por supuesto, de nuestros compañeros. Hoy el 8M es parte de la agenda de nuestras organizaciones".
"La movilización de este año tiene una particularidad que no tenía el año pasado. Va a ser una medida definida y acompañada por las organizaciones sindicales, no solo respetando su carácter de lucha, sino que muchos sindicatos lo tomamos como un paro y como parte del plan de lucha del campo nacional y popular", explica Siley.
A la par del auge de las luchas feministas y las iniciativas institucionales para igualar derechos, el campo sindical propone iniciativas de reagrupamiento de mujeres.
La Corriente Federal de los Trabajadores, el polo que hoy agrupa a los gremios opositores a la conducción de la CGT, lanzó hace algunos meses el espacio Mujeres Sindicalistas, en el que buscan empoderar e intercambiar experiencias de las militantes gremiales. Desde ese lugar, las mujeres sindicalistas se sumaron a la organización del Ni Una Menos y participan este 8 de marzo del paro de mujeres bajo la consigna "Sin igualdad de género no hay justicia social".