Lo que deja el caso Cambridge Analytica

El análisis de 50 millones de perfiles desató un escándalo mundial. La privacidad en las redes se vuelve utopía y choca contra la monetización de los datos, que se vuelven mercancía.

El 20 de marzo se hizo pública una investigación sobre la filtración de datos por parte de Facebook y Cambridge Analytica. La misma fue realizada por Channel 4 News de Reino Unido. En esta oportunidad, la investigación mencionaba a Argentina. Sin embargo, hace tiempo que el diario The Guardian investiga a Facebook, también propietario de Whatsapp e Instagram, revelando su lado oscuro.

 

Una serie de cuatro documentales titulada La revolución virtual, realizada por la BBC en 2010, advierte el dilema sobre el uso de Internet y se interroga sobre el ejercicio de la libertad de la red que choca con la naturaleza humana del beneficio propio, la vigilancia y el control social. Asimismo cuestiona la utópica idea de la gratuidad en la red y enfatiza que nuestra privacidad se ha convertido en una mercancía. El “efecto red” que alienta el tráfico es la clave para su crecimiento y monetización.

 

 

 

Actualmente, Facebook está acusado de permitir la propagación de noticias falsas, la manipulación de las opiniones políticas y la incitación al racismo a través de sus algoritmos. El informe del canal británico reveló que las elecciones de varios países han sido manipuladas a partir del análisis de 50 millones de perfiles de Facebook.

 

Según el periodista Darío Gallo, “el valor del caso Cambridge Analytica es haber puesto en la discusión pública las contradicciones del discurso de Facebook y se empieza a tomar dimensión de esta nueva problemática. Google y Facebook han aprovechado desarrollarse y crecer en una especie de anarco-capitalismo, pero van a empezar a chocarse con algunas regulaciones.”

 

Facebook ha ingresado en un espiral de datos negativos con el declive de su capacidad bursátil y las multas millonarias que podría afrontar por la filtración de los datos. A lo que se sumó una campaña por parte de los usuarios para darse de baja de la red social (#DeleteFacebook). Incluso ex empleados de Facebook y Google y prestigiosos periodistas. No obstante, para muchos usuarios estar en Facebook es la única manera de mantenerse conectados e informados lo cual se constituye en un hábito tan arraigado que difícilmente abandonen.

 

 

“La comunicación, con sus posibilidades inmensas para influir sobre las mentes y el comportamiento de la gente, puede ser un medio poderoso para la promoción de la democratización de la sociedad y la ampliación de la participación del público en la toma de decisiones. Esto depende de las estructuras y las prácticas de los medios informativos y su administración, y de la medida en que faciliten un acceso más amplio y abran el proceso de comunicación a un libre intercambio de ideas, información y experiencia entre iguales, sin dominación o discriminación.”

 

 

Por otra parte, la periodista especializada Natalia Zuazo, autora del libro Guerra de Internet y Los dueños de internet, sostiene que Facebook toma acciones para revertir sus errores solamente después de que se descubre una nueva manipulación o censura en su plataforma.

 

En este escenario, Google se anticipó ante las desprolijidades de Facebook y recalculó mediante una postura “benévola” su relación con los medios y periodistas. A través de diferentes estrategias, el principal buscador ha empezado a construir una relación más amigable. En esta dirección, esta semana presentó una iniciativa de Google News con una inversión de 300 millones de dólares que facilitaría la suscripción de pago a medios escritos y combatiría las noticias falsas.

 

 

 

Mientras tanto en Argentina el diario Perfil es escéptico del accionar de estos gigantes y sostienen que ellos son competencia de los medios. A su vez indican que Clarín, La Nación e Infobae migraron sus plataformas de avisos digitales a los servicios que ofrece Google y utilizan Instant Articles de Facebook.

 

El caso Cambridge Analytica deja claro que lo que hacen Facebook y Google no es un problema que afecta solo a los medios tradicionales de comunicación, los usuarios también estamos implicados. Los hechos demuestran que la autorregulación no es una solución al conflicto. Europa ha comenzado a dar esa batalla.

 

 

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