ANDRÉS MALAMUD

“Si gana Cristina, el Gobierno se asegura la división del peronismo”

El politólogo analiza el escenario electoral y asegura que CFK puede ganar la elección pero que no tiene allanado el camino para 2019. La renovación peronista, la campaña, Macri y la posible derrota.

Hace pocos días volvió a aterrizar en Portugal en el avión que lo llevó de regreso desde Argentina, donde pasó por distintas ciudades, participó en conferencias y charlas, se reunió con políticos como el jefe del interbloque Cambiemos de la Cámara de Diputados, Mario Negri, y aprovechó para compartir asados con amigos. “Vuelvo cada vez que puedo”, dice del otro lado del teléfono Andrés Malamud, desde su casa de Lisboa, donde trabaja como investigador en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad.

 

Aunque sigue los temas de la política argentina “en tiempo real”, volver lo ayuda “con los detalles”. “No me sorprendo pero comprendo mejor los motivos”, apunta Malamud, politólogo graduado en la Universidad de Buenos Aires, nacido en Olavarría, de cuna radical, doctor en Ciencias Sociales y Políticas del Instituto Universitario Europeo (Florencia), consultor, asesor, columnista de medios internacionales y miembro de asociaciones de Ciencia Política de diversos países, entre los títulos que ocupan su largo currículum. 

 

Su último paso por Buenos Aires coincidió con el cierre de listas y el anuncio de la candidatura a senadora de Cristina Fernández de Kirchner. En diálogo con Letra P, el politólogo analizó el escenario que deja planteada esa decisión en la política local, las chances del peronismo, el futuro de Cambiemos y el gobierno de Mauricio Macri luego de la elección. Y asegura que, aunque la ex presidenta gane la elección bonaerense, no tiene el camino libre para 2019.

 

BIO. Nació el 12 de diciembre de 1967. Creció en Olavarría, provincia de Buenos Aires. Se recibió de Licenciado en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires con diploma de honor. Es doctor en Ciencias Sociales y Políticas por el Instituto Universitario Europeo (Florencia). Es investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa (Portugal), ciudad en la que está radicado. De formación radical, fue asesor del Ministerio de Justicia durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Es columnista político del semanario El Estadista y miembro de comités editoriales de publicaciones dedicadas a la Ciencia Política de distintos países. Es miembro de la Asociación Brasileña de Ciencia Política, la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y la Asociación Internacional de Ciencia Política, entre otras. 

-¿Qué panorama abre la candidatura de Cristina?

 

-Mi impresión y la información que tengo, que no es necesariamente fidedigna, es que ella no quería ser candidata. Cristina hubiera preferido armar una lista de leales y semi leales y preservarse. Pero, al torear Florencio Randazzo, ella se vio obligada a intimidarlo. Randazzo no se dejó intimidar y Cristina tuvo que seguir hasta el final y cumplir la amenaza. Se metió en una encerrona, fue forzada a ser candidata. Y, como buena política que es, ahora está convencida de que es lo mejor.

 

-Ante ese escenario, ¿cómo evalúa la decisión de Randazzo?

 

-Todas las decisiones de Randazzo me parecen incorrectas. Pero el tema es que todas sus opciones son malas. Fue malo cuando se bajó y no aceptó ser candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero su objetivo era la presidencia y la provincia no es un buen trampolín para eso. Entonces, a largo plazo no le convenía porque, hasta ahora, el gobernador no llega a presidente. Sin embargo, hoy sería gobernador seguro y presidente quizás. De la otra forma no fue gobernador y es altamente improbable que sea presidente. Y ahora pasó lo mismo: tenía dos opciones y eligió una que es mala. Pero la otra tampoco era buena.

 

-Se puede leer que está pensando en ser la cara de la renovación del peronismo para 2019.

 

-Exactamente.

 

Cristina va a tener la mejor elección de las listas peronistas y tiene chances de ganar. El problema para ella es posterior. Y otra vez tiene que ver con la maldición bonaerense. La provincia de Buenos Aires no pone presidentes. Es estadístico. Es probabilístico. 

 

-¿Eso depende de que Cristina pierda la elección?

 

-No, la apuesta de Randazzo es a liderar la renovación del peronismo. Lo interesante es que lo está haciendo con una estrategia radical. Si algo llama la atención del peronismo bonaerense es que se están radicalizando en el peor de los sentidos. Con estrategia radical me refiero a Hipólito Yrigoyen, que hacía campaña sin dar discursos públicos. Eso no funciona hoy. Randazzo fue el candidato escondido y, cuando salió a la luz, ya era tarde: ya no le quedaba espacio. El Gobierno hizo todo lo posible para que Randazzo partiera y se fuera del partido. No lo consiguió, en parte porque Randazzo cumple. Y justo a último momento la que se va es Cristina. Si él hubiera empezado a construir antes, habría tenido chances de éxito. Pero se quedó escondido pensando que el operativo clamor del pueblo peronista lo iba a venir a buscar y al final se quedó con el sello pero con una intención de voto bajita.

 

-¿Fue muy arriesgada la estrategia de Cristina de irse del PJ?

 

-No. En cualquier caso, ella va a tener la mejor elección de las listas peronistas y tiene chances de ganar. El problema para ella es posterior. Y otra vez tiene que ver con la maldición bonaerense. La provincia de Buenos Aires no pone presidentes. Es estadístico. Es probabilístico. No significa que lo que nunca pasó no pueda pasar, pero hay razones para explicar esta regularidad. Si en 137 años, desde la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, ningún gobernador pudo ser presidente, es probable que haya una causa. No solamente una coincidencia.

 

-¿Cómo se explica?

 

-Una de las causas es que en las elecciones presidenciales el voto es nacional y en las elecciones intermedias, provincial. Entonces, en esta elección, si Cristina gana será una líder peronista bonaerense, no una líder peronista nacional. Y los líderes peronistas de las provincias también van a haber ganado. O sea, Cristina va a ser una más de los peronistas que ganaron su distrito.

 

-O sea que el kirchnerismo queda reducido a un fenómeno bonaerense.

 

-Sobre todo del conurbano sur, la Tercera sección electoral. Pero lo interesante es que al partido que está en el Gobierno le pega diferente la elección intermedia. Si Cambiemos pierde en la provincia de Buenos Aires, pierde el Gobierno, pierde Macri. Aunque gane en los 23 distritos. Pero si gana Cristina, no gana Cristina en el país, gana solo en la provincia de Buenos Aires. El resultado bonaerense le pega diferente al Gobierno y a la oposición. Si el Gobierno pierde, en el mejor de los casos, está condenado a no reelegir. En el peor de los casos, está condenado a irse antes.

 

Macri tiene una relación con el poder más peronista. Los radicales sufren el poder. El peronismo goza. Macri goza. Se puede ir de vacaciones sin culpa.

 

-Aún cuando el peronismo lucha contra el mote de desestabilizador, ¿existe esa posibilidad?

 

-La posibilidad existe. Yo conocí más o menos por dentro los gobiernos de (Raúl) Alfonsin y de Fernando de la Rúa. Es verdad que hubo gente que empujó pero también hubo gobiernos que se cayeron, sobre todo De la Rúa. En este caso, podría pasar lo mismo aunque yo creo que no, porque Macri no es radical. A Macri no lo soplan y se cae. Lo de Alfonsín fue más que un soplido. Pero lo de la De la Rúa fueron tormentas autogeneradas. Hay que ver si Macri va a reaccionar como radical o como peronista. Los radicales no resisten el empujón. Los peronistas se agarran con los dientes.

 

-Hasta ahora, ¿cómo diría que actúa?

 

-Tiene una relación con el poder más peronista. Los radicales sufren el poder. El peronismo goza. Macri goza. Se puede ir de vacaciones sin culpa.

 

-¿Qué se elige en 2017? ¿Es pasado versus futuro?

 

-Eso tiene que ver con el encuadramiento. El Gobierno quiere encuadrar la campaña de esa manera. A Cristina no le conviene. El encuadramiento de Cristina es futuro versus presente. Los dos tienen la estrategia correcta. Los dos quieren poner al rival en el pasado y a sí mismos, en el futuro. La cuestión es quién lo logra. Para Cristina el futuro es terminar con el ajuste, volver al crecimiento, al cuidado, al no tener miedo. Y los dos apuestan a la esperanza. Hay que ver quién le gana al otro con el mismo argumento.

 

-En ese esquema, ¿qué le queda a la avenida del medio? ¿Massa está condenado al tercer puesto?

 

- Massa podría salir segundo sólo si la economía se fuera al diablo. Pero es altamente improbable que eso ocurra. A pesar de que los candidatos de Cambiemos no son lo mejor, van a hacer una buena campaña.

 

-¿Adónde va ese tercio que no es voto duro de Cristina ni de Macri?

 

-Cambiemos y Cristina tienen el 30 por ciento cada uno. El tercio del medio está fragmentado, no tiene identidad, puede ir para cualquier lado. Si miramos la primera vuelta de 2015, Scioli le saca a Macri alguna diferencia escasa pero los dos están entre el 30 y el 40 por ciento. La cuestión es si después, en la segunda vuelta, en la elección de verdad, que es octubre, hay trasvasamiento de Randazzo y de Massa. Es el tercio que se asusta de ver que Cristina o Cambiemos pueden ganar la elección.

 

-¿La campaña va a estar monopolizada por Cristina y María Eugenia Vidal?

 

-Es probable. Pero a Cristina le conviene que el adversario sea Macri. Porque el perfil de Cristina y de María Eugenia es parecido aunque no parezca. Son las dos protectoras, cuidadoras. Están bien con los pobres, con los sufrientes. Pero María Eugenia no tiene el perfil de bruja que tiene Cristina. Vidal es buena para todos. Cristina tiene los dos perfiles: es la madrecita de los pobres y la bruja de los ricos. Una a una, Cristina pierde. Macri es exactamente lo que necesita Cristina: rico, blanco, distante.

 

-¿Qué escenario se abre para el peronismo después de 2017? ¿Qué pasa si gana Cristina? ¿Y si pierde?

 

-Si pierde, Cristina está afuera. Pero si gana está afuera también. Si gana, va a ser la líder del peronismo en una provincia donde hay mucho peronismo que no la quiere. No va a ser una líder total, va a ser importante. Pero va a tener que competir contra otros 16 líderes, que son gobernadores y que no quieren que ella sea presidenta. Quieren ser ellos, en 2019 o en 2023. Si es en 2019, quieren ser ellos. Si es en 2023, quieren reelegir. Y para eso les sirve más llevarse bien con el Gobierno, que es quien maneja el presupuesto, que con Cristina, que les espanta los votantes moderados. Cristina resta para el peronismo del interior y el Gobierno suma. Si Cristina gana, perjudica al Gobierno pero no se beneficia ella.

 

-¿Imagina una campaña de comunicación controlada?

 

-Va a haber mucha intervención del periodismo militante, sobre todo pienso en Jorge Lanata o Luis Majul, por un lado, y en Víctor Hugo Morales, por el otro. Pero todo va a depender de cuánto margen les deje Lilita (Carrió). Ella es el jocker en esta elección. La sacaron de la provincia de Buenos Aires y ahora la necesitan ahí. Cuando pueda, va a generar noticia. Pero es un encuadramiento diferente al que el Gobierno planeaba. El Gobierno va cambiando la estrategia y a veces llega tarde.

 

Cristina presentó su campaña en Arsenal. Para Malamud, tiene el mismo tono que la de 2011. 

 

-¿Cristina está copiando a Cambiemos con su campaña?

 

-No. La campaña de ahora de Cristina es como la de 2011. Consiste en abuenar, proteger y mostrar a la gente común. En 2011 hablaban científicos repatriados, había historias de vida, cercanía, proximidad. Cristina ya lo hizo antes. Y en todo caso, Cambiemos no inventó nada: en el mundo se está haciendo campaña de esta manera y los candidatos populares son aquellos que están cerca de la gente.

 

No es verdad lo de la seguridad jurídica, el capitalismo y el miedo al populismo. El dinero busca negocio y, si hay negocio en China, va a China. Si el populismo ofrece oportunidad de negocios, va al populismo. Si vos les ofrecés negocios, los tipos vienen. 

 

-El Gobierno dice que el futuro de la economía depende del resultado de las elecciones, que los inversores están esperando ver si gana Cristina. ¿Acuerda con esa idea?

 

-No. Argentina es un mercado diminuto y remoto en el cual el mundo tiene poco interés. Si hubiera dinero excedente en el mundo, Argentina no sería un mal destino. No es fantástico pero no es malo. El tema es que no hay capitales excedentes en el mundo. Los que hubo la década pasada eran chinos pero están volviendo porque China está modificando su estructura económica. Y en Occidente hay turbulencias. En Estados Unidos, por razones políticas, y en Europa, por temas económicos. Así que no es que hay capital fluctuante en el mundo buscando destino.

 

-Entonces no depende de las elecciones.

 

-No. No es verdad lo de la seguridad jurídica, el capitalismo y el miedo al populismo. El dinero busca negocio y, si hay negocio en China, va a China. Si el populismo ofrece oportunidad de negocios, va al populismo. Si vos les ofrecés negocios, los tipos vienen. Argentina no ofrece negocios.

 

Si pierde, Cristina está afuera. Pero si gana está afuera también. Si gana, va a ser la líder del peronismo en una provincia donde hay mucho peronismo que no la quiere. Va a tener que competir contra otros 16 líderes, que son gobernadores y que no quieren que ella sea presidenta. 

 

¿Hay alerta en el exterior por el crecimiento de la deuda?

 

-Sí, en las revistas especializadas y en los diarios de economía sale el tema como un alerta. No es una emergencia todavía, pero ven el proceso. Y por eso le piden al Gobierno que reduzca el déficit. Paradójicamente, este gobierno ajustador y neoliberal aumentó el déficit, no lo redujo. Algo está mal en las simplificaciones que hacemos habitualmente. El otro día dije en Twitter que Cristina era populista para abajo y Macri es populista hacia abajo y hacia arriba, porque eliminó las exenciones. Por eso aumentó el déficit. Me acusaron de todo, unos y otros. Ahí está la grieta.

 

-Que no es tan novedosa para la vida política argentina.

 

-No, lo novedoso es que en Argentina antes la grieta era ideológica y no sociológica. Se producía en la misma clase social, entre amigos o cuñados que se reunían a comer los domingos y no hablaban de política. Ahora se está volviendo sociológica: separa las clases sociales, separa la tercera del interior de la provincia. Ahí es donde Cristina se para en un lado de la grieta y Macri, del otro. Ya no es entre gente que come en la misma mesa los domingos: es de ricos contra pobres. Como en Brasil.

 

-¿Eso sucede en la provincia de Buenos Aires o en todo el país?

 

-Sobre todo en la provincia. En Córdoba hay antikirchnerismo. La cuestión pasa por ahí, no hay ricos y pobres. La odian a Cristina, lo odian a Néstor Kirchner y el resto se conversa. En la Ciudad de Buenos Aires el peronismo es la tercera fuerza. Y en Santa Fe hay un tercero en discordia, el socialismo. La provincia de Buenos Aires es la única donde hay dos. Y esos dos aprietan en el medio. Por eso Massa y Randazzo están tan complicados.

 

-¿La situación económica puede redefinir eso?

 

-No lo creo porque en general hay algo que no vamos viendo y es la renovación generacional. Los argentinos vamos saliendo para adelante en cada crisis. Carlos Menem fue el que sacó al país de la hiperinflación pero en la siguiente crisis la gente lo culpó también. Si la economía se cae, sobre todo después de Cristina electa senadora, la gente también la va a culpar a ella. No va a creer que estaba todo bien y Cambiemos destrozó la economía. Para los argentinos, Cristina va a ser corresponsable si esto explota. La salida de la crisis es para adelante.

 

-¿Hacia otro peronista?

 

-Sí. Hacia un gobernador. Hay regularidades históricas para ver lo que pasó y lo que puede pasar. Solo Raúl Alfonsín llegó a ser presidente sin territorio, todos los demás fueron gobernadores. Los gobernadores tienen control territorial y recursos para hacer campaña. Tienen aviones, negocian en el Senado. Menem en el ´84 apoyó el plebiscito por el Beagle, negociaba con Alfonsín. El Gobierno nacional se mete en la interna del peronismo apoyando a unos gobernadores que son más cercanos y después esos gobernadores, con ese capital, traicionan. Hacen su juego.

 

-El Gobierno de Macri también apuesta eso.

 

-Todo el tiempo. Bancan a Randazzo, (Juan Manuel) Urtubey. Justamente porque el peronismo es el espacio que decide. Con el peronismo unido, no hay gobierno no peronista. La única chance es dejarlo desunido, lo cual no es difícil en los períodos intermedios. El peronismo se disgrega en la oposición y se junta cuando está en el Gobierno. El tema es cómo hace para llegar. En 2003 llegó separado. Ganó uno – Kirchner- y unificó a los demás. Ahora no sabemos. Si gana Cristina, se garantizan la separación.  Hay una paradoja. Por un lado, al Gobierno le conviene ganarle a Cristina porque, si pierde contra ella, queda muy debilitado. Pero por el otro, le sirve Cristina, porque divide al peronismo. Pero le serviría mucho más como senadora derrotada que como victoriosa.

 

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