Cuando parecía que abril podía darle buenas noticias al Gobierno en materia de consumo, lo que a principios del período era curva ascendente terminó en desplome generalizado. Según cifras de ventas en súper e hipermercados a los que accedió Letra P y que terminan de elaborar las consultoras que trabajan para el sector, el gasto en abril cayó entre 6 y 8%. El número es impactante porque vuelve el consumo a niveles que sólo observaron entre los años 2001 y 2002, plena crisis socioeconómica y política de Argentina.
La comparación interanual, incluso, ya se equipara con un mes muy malo: en abril de 2016, la contracción fue del 4 o el 5% promedio. Este año, según las consultoras, la caída del consumo fue de entre 6 y 7% en supermercados y de hasta 8% en hipermercados, con bajas significativas en todos los rubros, incluído alimentos y bebidas. Había habido un leve repunte en época de Pascuas, fuerte para el gasto actual, pero fue un espejismo para los empresarios del sector.
El dato es negativo no sólo para los supermercadistas, sino para toda la economía. Hoy, el PBI argentino se explica en un 80% o más en el gasto básico en consumo masivo, un problema que incluso ya se coló en la previa a las elecciones legislativas. El Gobierno tiene claro que, más allá de los brotes verdes del campo y algún sector como autos, si el consumo no despega, la economía no podrá crecer ni cerca de la meta del 3,5% aún sostenida.