Involucrado en el caso Odebrecht, el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, fue acusado en el Congreso de tener “permanente incapacidad moral” -una de las difusas figuras constitucionales que abundan en la región y justifican las destituciones por razones políticas, no estrictamente judiciales- pero el fujimorismo y sus aliados no consiguieron la mayoría especial necesaria para declarar la vacancia presidencial y destituirlo.
Algunos analistas consideran que la jugada de PPK de anunciar que los vicepresidentes, que le seguían en la sucesión -Martín Vizcarra y Mercedes Araoz- renunciarían con él si era destituido -consecuentemente, se adelantarían las elecciones- abrió la caja de Pandora de la sucesión en la oposición y desalentó a algunos de los aliados de Keiko Fujimori, que no se veían aún en condiciones de triunfar en los comicios.
En esa sintonía se movió Kenji Fujimori, hermano menor de Keiko y diputado como ella, quien ya ha expresado públicamente sus intenciones de ser candidato a presidente, para lo cual necesita correr de escena a su hermana, quien disputó (y perdió) las dos últimas elecciones. Kenji esta suspendido como miembro de la bancada de Fuerza Popular (el bloque fujimorista), pero hay versiones de que actualmente está más cercano a su padre que su hermana.
Justamente, Alberto Fujimori, que cumple una condena de 25 años de prisión después de que el Congreso aprobara una vacancia en su contra en 2000, sigue siendo el eje principal de la política peruana. En Twitter circuló este jueves una fotografía de un pedido suyo al Gobierno de prisión domiciliaria aduciendo razones de salud. Hay quienes creen que PPK podría haber jugado esa carta para lograr la negativa de Kenji a aprobar su vacancia o que podría usarla en un futuro cercano si el fujimorismo insiste en condicionarlo con su mayoría parlamentaria.
Pero en la extensa jornada del jueves PPK y sus operadores recurrieron una vez más al rechazo que genera Fujimori en gran parte de la sociedad peruana para deshilachar la contundente mayoría de 93 diputados que la semana anterior había aprobado que se avanzara con el tratamiento en el recinto del pedido de vacancia. En ese grupo coincidían fujimoristas, apristas del ex presidente Alan García y una parte del desmembrado bloque izquierdista del Frente Amplio.
Los legisladores de Nuevo Perú, que lidera la ex candidata a presidenta Verónica Mendoza, que no habían acompañado el tratamiento, se retiraron del recinto al momento de la votación buscando mostrarse distantes tanto del gobierno como del fujimorismo.
Pero la gran sorpresa la dieron diez congresales de Fuerza Popular –entre otros, Kenji Fujimori-, que votaron en contra de la destitución y le restaron votos claves a su partido y al proyecto de destitución.
Se especula con que Kenji rompió esa mayoría de 93 porque, si efectivamente PPK era destituido y sus vices renunciaban con él, asumiría el poder el titular del congreso, Luis Galarreta, hombre de Keiko, quien debería llamar inmediatamente a elecciones. Con Keiko controlando el gobierno y el partido, las chances de Kenji eran prácticamente nulas.
Al menos 87 de los 130 congresales debían apoyar la vacancia para que se efectivizara. Con la abstención de estos legisladores, solo 79 lo hicieron, mientras que 21 se abstuvieron, 19 votaron en contra y los diez mencionados de NP se retiraron. Esos 79 fueron mayoritariamente de FP y del Frente Amplio (izquierdistas que rompieron con Mendoza), mientras que el resto de las fuerzas .Apra, Acción Popular y Alianza para el Progreso- se dividió entre votos a favor y abstenciones. Los votos en contra fueron mayoritariamente oficialistas más el aporte de un independiente.
FRAGILIDAD. Más allá de este triunfo, PPK sigue siendo un presidente débil. El Congreso no lo respalda y, aunque la acusación fue desprolija y apurada, la denuncia tiene sustento, ya que el propio Marcelo Odebretch lo involucró en su declaración como arrepentido: dijo que le había pagado coimas cuando era ministro del ex presidente Alejandro Toledo(hoy prófugo de la justicia peruana en Estados Unidos).
Claro que el huracán Odebrecht, como lo llama la prensa peruana, no solo afecta a PPK. Las denuncias involucran también a Keiko Fujimori (se especulaba con que fomentaba la destitución porque la semana que viene la procesarían a ella), tiene preso al ex presidente Ollanta Humala y a su esposa, Nadine Heredia; sospechado al ex presidente Garcia, prófugo al mencionado Toledo e incluso hay muchos congresistas mencionados en la causa, entre ellos, la líder de izquierda Mendoza, cuyo nombre aparece en las llamadas "agendas de Nadine" (Heredia), donde la ex primera dama llevaría la contabilidad “negra” del gobierno de su marido.
En un país que -como Chile- ha logrado mantener su modelo económico promercado inalterable desde los 90, más allá de quien gobernara, un establishment económico que llegó a diluir las aspiraciones estatistas de Humala y a reciclar a Alan García, que en su segundo mandato viró hacia políticas liberales contrarias a las de su primer gobierno, algunos miembros del llamado círculo rojo temen ahora que la crisis política casi continua habilite a un candidato antisistema que se lleve puesto al modelo.