“Es lo mejor que puede hacer, va a descomprimir”, cuenta a Letra P una alta fuente del sector financiero bancario que camina la City. El corrimiento de Jorge Brito, el titular del Banco Macro, de la entidad que dirigió por años, se asimiló en el rubro como un gesto positivo con exitosas reminiscencias del pasado. Dos gerentes de bancos internacionales recordaban que en el año 2002, Eduardo Escasany, titular del Banco Galicia, se apartó temporalmente de la entidad cuando Elisa Carrió y otros denunciantes lo apuntaron por presunta administración fraudulenta. En realidad, la movida de liberar a la entidad del escarnio judicial y periodístico tuvo que ver con que el Estado había puesto en marcha el plan de salvataje al Galicia y su renuncia era una prenda de cambio por las gestiones.
Brito dio a conocer el viernes último un comunicado en el que adelantaba su separación del directorio del Macro para evitar arrastrar a la entidad a la crisis que generó el caso Ciccone. Tal como adelantó el diario La Nación, en sus declaraciones ante la Justicia Alejandro Vandenbroele, ex testaferro de Amado Boudou, podría mencionar que el banco y Brito habrían colaborado en la operación y el financiamiento para la compra de la empresa impresora de billetes. Incluso este martes, Boudou declaró ante la Cámara Federal y contó una presunta maniobra del juez federal Ariel Lijo, que incluyó una facilitación de la declaración de Brito en el marco de la causa. El ex vice aseguró además que el magistrado había beneficiado al banquero para perjudicarlo a él.
La estrategia comunicacional de Brito tiene un solo objetivo, correr al Macro del eje del conflicto y parar la sangría del banco en los mercados. Desde el 14 de noviembre la acción empezó a caer con fuerza, con picos de 10% de pérdida. Y, salvo dos rondas de leve recuperación, el papel perdió casi 20 puntos desde esa jornada hasta la reciente, donde en el panel Merval la acción resignó 3,38%.
Pero no es la única crisis: en la entidad entienden que la imagen del banco empezó a ser dañada, no con los clientes básicos, pero sí con los corporativos. En paralelo, hubo algunas quejas desde sus colegas en diferentes organizaciones y polos empresarios.
La decisión de distraer la atención tuvo, incluso, un capitulo curioso la semana pasada. De viaje por el interior, Brito le aseguró a la agencia Bloomberg que “seguimos en conversaciones” para la presunta compra del Banco Patagonia, de accionistas brasileños. Una operación que está puesta en duda por casi todo el mercado.
Por fuera de la supuesta vinculación de Brito, la causa Ciccone sigue dando tela para cortar y la confesión de Vanderbroele trajo nuevos pedidos de indagatoria. Lijo quiere escuchar las declaraciones del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, del propio Brito y del ex titular de la AFIP durante el kirchnerismo, Ricardo Echegaray. Insfrán está acusado de “haber participado de la maniobra” por la cual se realizó un contrato de consultoría “irregular” para la reestructuración de la deuda pública de Formosa, en la que intervino la firma The Old Fund, de Vandenbroele.