El cierre de una de las plantas impresoras del Grupo Clarín y el despido de sus 385 trabajadores reabrió las grietas que resquebrajan el frente sindical: reavivó las quejas de los gremios más combativos –particularmente, de los reunidos en la Corriente Federal, el grupo liderado por el bancario Sergio Palazzo- por la pasividad de la conducción de la CGT y los recamos de una postura más activa frente al gobierno del presidente Mauricio Macri. El triunvirato que conduce la central obrera “confió en un diálogo (con la Casa Rosada) del que no sacó absolutamente nada”, criticó el secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense y advirtió: “Hoy, no hay lugar para otra cosa que definir un plan de acción”.
Además, el dirigente señaló que la estrategia de holding conducido por Héctor Magnetto “va en línea con lo que viene diciendo el Gobierno: que hay que ir hacia condiciones laborales inferiores para reducir los costos” y recordó “lo que dijo el propio Presidente: que los convenios colectivos son antiguos para el siglo XXI”. Para Amichetti, la administración Cambiemos lleva adelante un proyecto que “va por la destrucción del trabajo y los derechos laborales”.
Este lunes, el Grupo Clarín clausuró la planta que imprime las revistas y otras publicaciones que edita y echó a todos sus empleados, que decidieron tomar la empresa en reclamo de su reincorporación. En el mediodía de este martes, estaba prevista una audiencia en el Ministerio de Trabajo.
“Clarín viene realizando un ajuste desde el año pasado, con la supresión de 300 puestos por retiros voluntarios de periodistas y gráficos, y presionaba sobre la imprenta para modificar el convenio colectivo. Empezó a sacar trabajos afuera y denunciamos vaciamiento productivo”, relató Amichetti e indicó que las acciones de la compañía apuntaban a “la flexibilización laboral” y “la consumó con un lock out patronal, el cierre de la empresa y el despido de todos los trabajadores”.
El dirigente aseguró que no recibió siquiera un llamado de los integrantes del triunvirato que conduce la CGT, Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid. Y advirtió: “Si la pelea la tenemos que dar solamente desde un gremio ante semejante proyecto que va por la destrucción del trabajo y los derechos laborales, ya estamos perdidos”.
“Lo hemos dicho en un documento público la semana pasada: la conducción de la CGT confió en un diálogo (con el Gobierno) del que no sacó absolutamente nada”, indicó Amichetti en referencia a las negociaciones que mantuvo la cúpula de la central obrera con ministros del gabinete nacional en el último tramo del año pasado. En ese sentido, detalló: “En vez de reapertura de paritarias, salió un bono que pagó el que quiso y en vez de defender los puestos de trabajo se firmó un acta (con un grupo de empresarios) que no tiene ningún valor legal”.
El dirigente abundó en la crítica: “Habría que haber salido con un plan de acción para rechazar el veto presidencial de la ley que impedía despidos. Nosotros entendemos que hoy no hay lugar para otra cosa que definir un plan de acción. Seguimos apostando a la CGT porque es una estructura que debería unirnos a todos, pero es muy importante que de ahí salga, de una vez por todas, ese plan de acción”.