El tablero marcó 140 votos positivos y 86 negativos, y las bancas opositoras estallaron de alegría: el arco peronista unido consiguió imponer su propio proyecto de modificación del impuesto a las Ganancias, negociado durante toda la jornada en despachos y pasillos bajo un mismo objetivo: que menos trabajadores queden alcanzados por el tributo.
Entre la impotencia y la furia, Cambiemos no pudo evitar el fracaso de la iniciativa del Poder Ejecutivo, que se votó en primer lugar y recibió 144 rechazos y solo 88 adhesiones, al cabo de un debate breve pero tenso, con chicanas cruzadas y acusaciones de “apriete” a gobernadores peronistas.
La iniciativa vencedora fue el fruto del consenso alcanzado entre el jefe del bloque Justicialista, Oscar Romero; el exministro de Economía Axel Kicillof; y el referente económico del Frente Renovador, Marco Lavagna, quienes se pusieron al hombro la elaboración de un texto que fija un nuevo mínimo no imponible, incorpora una serie de deducciones y grava con impuestos a determinados sectores.
El proyecto tiene un costo fiscal de alrededor de 65 mil millones de pesos, y pasarían a tributar Ganancias los trabajadores solteros a partir de los 33 mil 500 pesos brutos, y los casados con dos hijos a partir de 44 mil pesos brutos. Pero lo más destacado para todos los bloques de la oposición es que el aguinaldo quedaría exceptuado de Ganancias, así como las jubilaciones hasta 60 mil pesos. Además, se podrían deducir las horas extra y los alquileres hasta 6 mil pesos por año.
Otro de los puntos fuertes del texto final es que los jueces nombrados a partir del año que viene quedarán bajo la órbita del tributo. Para solventar la reforma, los bloques acordaron restituir las retenciones a la minería, fijar un impuesto a las máquinas tragamonedas y las apuestas online, y también gravar la renta financiera y las ganancias por dólar futuro.
Los montos del impuesto no serán fijos, sino que serán actualizados de manera automática cada año de modo tal que siempre lo pague el 10% de los trabajadores de mayores ingresos.
“Se quieren llevar por delante al Gobierno nacional y a las provincias con una reforma que no hicieron en 12 años”, disparó el presidente de la Comisión de Presupuesto, Luciano Laspina (PRO), al abrir el debate, y acusó a sus pares de la oposición de ser “los artífices de una reforma regresiva”.
La respuesta vino de parte de Romero: “No voy a aceptar que nos digan que nos queremos llevar puesto al Gobierno. Cuando les dimos una mano en los momentos más complicados hablaban de gobernabilidad; hoy que estamos planteando una alternativa política para los trabajadores”, observó el peronista.
En tanto, Lavagna sostuvo que el proyecto acordado “trae un alivio fiscal muy considerable para la clase media trabajadora, que va a volcar estos recursos al consumo”.
Para el debate había anotados más de cien oradores, pero la jefa del bloque massista, Graciela Camaño, pidió una moción para cerrar la discusión cuando la lista no había llegado siquiera a la mitad. La macrista Silvia Lospennato entró en ira: “¡No les alcanza con perder las elecciones, siguen siendo tiranos! ¡Nos quieren censurar la palabra!”, gritó desencajada, y denunció que la oposición busca generar un “agujero fiscal”. Pero el pedido de Camaño fue aprobado y se pasó a votar los proyectos, con el peor final para Cambiemos.
Después de la sanción de la ley antidespidos -que también congregó a toda la oposición aunque fue vetada por Mauricio Macri- la reforma de Ganancias se convirtió en la segunda gran derrota legislativa de Cambiemos, al menos en la Cámara de Diputados.
El destino del proyecto quedó ahora en manos del Senado, donde será clave la posición de los gobernadores peronistas, con fuerte influencia sobre el bloque del FpV-PJ, que conduce Miguel Pichetto. En Diputados, la oposición denunció que hubo llamados por parte del jefe de Gabinete, Marcos Peña, a los mandatarios provinciales para intentar frenar el proyecto alternativo.