Letra P en EE.UU.

A 48 horas del gran martes, Hillary no puede cantar victoria

En el sprint final de la carrera a la Casa Blanca, saca una luz de ventaja sobre Trump. Pero todavía juegan a fondo Obama, Biden, Bill Clinton y hasta Sanders. Estados pendulares y voto vergonzante.

WASHINGTON, enviado especial. A poco más de 48 horas de una elección presidencial crucial, el particular sistema político norteamericano, de elección indirecta, hace que todo el esfuerzo se concentre en media docena de estados,  aquéllos donde no está claro el ganador y que, con sus delegados, pueden definir como nunca el rumbo que tomará Estados Unidos y, consecuentemente, del mundo.

 

La mayoría de las encuestas pronostica un triunfo de la Hillary Clinton, pero las recientes experiencias del Reino Unido y Colombia, donde todas fallaron al no poder prever el triunfo del Brexit y el No al Acuerdo de Paz, ponen en duda su eficacia. Para colmo, hay un hilo invisible que une a los votantes del Brexit, del No y del Donald Trump: el hastío con las elites políticas.

 

Hillary se ha esforzado durante toda la campaña en mostrar su lado más amable: ser la primera mujer que podría convertirse en presidente de Estados Unidos. Pero, si hay algo que es la candidata demócrata es una cabal integrante de la clase política norteamericana a quienes muchos aquí ven como responsable de los males que aquejan al país.

 

Pero, volviendo al punto incial, hay siete estados que aquí llaman "pendulares", en referencia a que, a diferencia del resto, oscilan en su apoyo a republicanos y demócratas según la elección. En consecuencia, los dos candidatos se están moviendo y se moverán hasta el día antes de la elección en Florida, Carolina del Norte, Nevada, Iowa, Ohio, Pensilvania y New Hampshire.

 

Los recursos, a esta altura, son los de siempre. Hillary apuesta a lo que se llama la "Coalición Clinton": el voto de hispanos, afroamericanos, asiáticos, mujeres y jóvenes. Para ellos, es el mensaje no solo de una mujer con experiencia para el cargo, sino, sobre todo, la especulación con los que podría ocurrirles si el ganador fuese su contrincante

 

Los demócratas saben que tienen la simpatía de esos sectores, pero también son conscientes de que, en una elección que se realiza en día laborable y donde la participación ronda el 50% de los ciudadanos, deben esforzarse para que esos grupos sociales y raciales se movilicen a votar. Por eso, además del clásico esquema militante, la campaña demócrata se ha nutrido del presidente Barack Obama (apelando al voto afro), del vicepresidente Joe Biden, del ex presidente Bill Clinton y del principal rival de Hillary en las primarias, Bernie Sanders. Por si todo esto fuera poco, artistas como Beyonce, Stevie Wonder, Jon Bon Jovi y otros también ofrecieron su respaldo público a Hillary y algunos hasta darán conciertos en su apoyo.

 

Pero semejante demostración de fuerza esconde también una debilidad. Si es cierto, como dicen las encuestas, que Hillary ya tiene prácticamente asegurados los 270 delegados que conforman la mayoría necesaria para ser elegida presidente, ¿por qué Obama rompe la tradición de cierta prescindencia de los presidentes en retirada y sale a pedir el voto y la movilización por Clinton con tanto ímpetu?

 

Del otro lado, Trump ha de alguna manera radicalizado su discurso. Atento al crecimiento del eje sistema/antisistema como referencia de esta elección, en sus últimos spots ha atacado no solo al establishment político, sino, también, a Wall Street, al que acusa del cierre y la fuga de fábricas por los tratados de libre comercio impulsados desde los 90.

 

Tiene a su favor, también, la presunción de que hay un voto vergonzante que lo apoya pero no lo manifiesta en las encuestas. Un dato que circula en esta ciudad reafirma esto: cuando se mide por internet, Trump registra mejores porcentajes que en los sondeos telefónicos o presenciales.

 

Por otra parte, aunque enfrentado a la cúpula de su partido (en Florida ni el aspirante a senador Marco Rubio ni el ex gobernador Jeb Bush hacen campaña por él), parece haber logrado retener el tradicional voto conservador de los wasp (white anglosajon protestant) e, incluso, sumarle votos de los ex obreros del antiguo cordón industrial del noroeste, desencantados con la parte que les toca de la globalización.

 

Pero también la campaña republicana tiene sus dudas y votos vergonzantes. ¿Hasta dónde habrá penetrado el señalamiento de Trump como misógino en las mujeres wasp? Muchos encuestadores dan testimonio de mujeres que, mientras el marido republicano expresaba su apoyo a Trump en el porche de la casa, salían a decir que ellas apoyaban a Hillary.

 

En definitva, la elección está abierta y es bueno recordar que en febrero, cuando arrancó la campaña, lo de Trump era poco más que una movida mediática y lo de Hillary poco menos que un paseo. Gane quien gane, está claro que hay un nuevo escenario político en Estados Unidos y en el mundo.

 

Encuesta: la aprobación de Javier Milei resiste.
Manifestante con el logo de la CGT y del Partido Justicialista tatuados. (Foto: Télam)

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