Esa imagen en soledad, acompañado por Malena, contrasta con el acto de Vélez en el cual congregó a 50 mil militantes y dirigentes que respaldaron su candidatura pero que a la semana siguiente comenzaron a migrar hacia distintos sectores; algunos al PRO, como Jesús Cariglino y Gustavo Posse, y otros al kirchnerismo, como Darío Giustozzi, José Eseverri, Gabriel Katopodis, Raúl Othacehé, Humberto Zúccaro, Sandro Guzmán y Daniel Bolinaga.
La puesta en escena solitaria fue una muestra de que su candidatura presidencial es improbable, ya que los acuerdos provinciales naufragaron, como con Mario Das Neves y Alberto Weretinek, o la derrota de Juan Carlos Romero en Salta, y una elección en Ciudad de Buenos Aires lo expusieron a un papelón con solo el triunfo en la intendencia de la capital salteña.
Todo muestra que las posibilidades de llevar su mensaje al país son exiguas o casi nulas, sumado a que también perdió miembros fundadores del Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires -su principal sustento que lo llevó a sacar más de 3 millones y medio de votos en la elección de 2013-. Hoy perdió el 50% de los intendentes que le aseguraban sufragios.
Massa dio un discurso de apenas 6 minutos y no respondió preguntas, para luego asistir al programa de TN. Fiel a su estilo de comunicación de ninguneo a todos los medios, usó al Grupo Clarín como su house organ para mostrarle a Mauricio Macri que todavía tiene algo de respaldo del multimedio más poderoso de la Argentina.
La negociación del massismo sin Massa
Más allá de que todos lo nieguen, Joaquín de la Torre mantuvo un canal de diálogo hasta 12 horas antes del discurso de ayer de Sergio Massa en el Museo de Arte de Tigre y que habría avanzado en los términos del acuerdo con un manojo de diputados nacionales y otros tantos legisladores provinciales. Hasta se vio la posibilidad de poner al vice de María Eugenia Vidal.
Las palabras de Massa se dirigieron expresamente a Daniel Scioli, planteando que no habla para que no lo rete Cristina, y elípticamente a Macri diciendo que “algunos proponen un cambio, pero no aclaran o explicitan qué cambio quieren”.
Además, sostuvo que iba a tomarse todo el tiempo necesario para expresar su proyecto y sus propuestas y que mantendría su candidatura a presidente. Un sinfín de mensajes y supuestas señales después de su discurso lo envalentonaron y enfriaron las negociaciones de un massismo sin Massa. Hoy, el mismísimo negociador De la Torre, desde la usina de SPAM de Tigre, notificó en un escueto comunicado de prensa que "el intento de unificar a la oposición se terminó: ahora decide la gente".
Para supuestamente no dejar lugar a dobles interpretaciones, así de tajante dio por terminado el intendente de San Miguel alineado al FR su intento por unificar los distintos sectores en un frente común antikirchnerista.
Lo cierto es que Massa no tiene ni candidato a vicepresidente ni candidato a gobernador y mucho menos una estructura nacional que le permita llevar su voz al resto del país. Tampoco tiene para fiscalizar, después de las declaraciones a La Nación de Felipe Solá, quien sostuvo que al líder del espacio “lo guionaron mucho y perdió confianza en su discurso", y las de Roberto Lavagna a radio Mitre y su “no voy a ser candidato a nada”.
De igual modo, resta saber si convence a José Manuel de la Sota de ser su vice o si se anima a la interna presidencial, después de presentar su frente electoral en conjunto, Unidos por una Nueva Argentina (UNA).
Esto lo muestra tal cual está: solo y sin poder de fuego o sorpresa. Massa se ilusiona con un traspié del PRO en Santa Fe este fin de semana y que su raid mediático de los próximos días lo reposicionen, dándole chances de pelear lo que alguna vez tuvo, que es le representación de la oposición al kirchnerismo.
Algunos creen que esto es casi imposible y que tal vez ese reposicionamiento lo lleve a mejorar la negociación del massimo sin Massa y, si Macri pierde la presidencial a manos del FpV, lo deje a él, con tan solo 43 años, como el líder de un nuevo tiempo, un tiempo que hoy se le volvió esquivo.
Tal vez, como él bien remarcó, cometió “muchos errores”, planteando que se metió en el “barro de la política” y dejó “de escuchar a la gente”. Tal vez el error más grave que cometió Sergio Massa no fue ese, sino el de creer que la presidencial estaba definida y que las fichas de sus oponentes no se moverían. Pensó que sólo su acción lo llevaría a la Rosada sin asumir compromisos, sin tener que tomar decisiones y que todo aquel que se acercaba trabajaba para su figura sin importar si se los maltrataba.
Las horas y los días corren velozmente. El 20 de junio a las 23:59 es el dead time y quedará claro si lo de ayer fue solo una puesta en escena profundizando sus errores, o si fue una estrategia para resurgir y seguir adelante. Para los pocos dirigentes que acompañaron anoche al tigrense en su anuncio (Carlos Selva, Mario Meoni, Malena y Sebastián Galmarini) se trató de una estrategia; o al menos así lo quisieron hacer notar.
Massa sabe que en la democracia partidaria nadie se va a su casa sin participar de un turno electoral y si él no juega, el massismo sin Massa existirá, mal que le pese. Sólo hay que esperar que el reloj indique que ya es 21 de junio de 2015 y la carrera electoral finalmente comience.