Durante una reunión con jueces ucranianos, Poroshenko indicó que a lo largo de la jornada presentará su “Estrategia 2020″, que prevé “60 reformas y programas sociales cuya adopción preparará a Ucrania para solicitar ser miembro de la UE dentro de seis años”, según su gabinete de prensa.
El dirigente ucraniano también pidió al gobierno que renuncie oficialmente a sus estatus de país no alineado para abrir la vía a una eventual entrada en la OTAN.
Los parlamentos ucraniano y Europeo ratificaron la semana pasada el Acuerdo de Asociación que Kiev y la UE firmaron en junio.
Pero en el seno de los Veintiocho muy pocos hablan en serio de una posible entrada de Ucrania a la UE, en un momento en que la Unión sigue dividida sobre la adhesión de Turquía y asentando la entrada de nuevos países de Europa central.
Por otra parte, en un decreto publicado en la página web de la presidencia se autoriza al gobierno a “fijar (…) un cierre temporal de los puestos de control en la frontera de Ucrania con la Federación Rusia al tráfico de vehículos, marítimo y peatonal”.
El decreto señala que su publicación está “relacionada con la continua injerencia de la Federación de Rusia en los asuntos internos de Ucrania”.
Estos anuncios evidencian el distanciamiento de Ucrania de su histórico aliado, después de la destitución en febrero, del presidente ucraniano prorruso Viktor Yanukovich, y de la posterior anexión de la península de Crimea por Moscú en marzo, seguida del inicio de los combates entre tropas ucranianas e insurgentes prorrusos.
Pero el cierre de fronteras también amenaza con deteriorar aún más la economía ucraniana, al impedir el comercio entre dos naciones mutuamente dependientes, y aumenta el riesgo de que Rusia adopte medidas en represalia.
Moscú no había reaccionado por el momento a la decisión de Poroshenko.