Lo que no se vio detrás de las topadoras que arrasaron las casillas de las 700 familias que vivieron allí desde el 24 de febrero, cuando ocuparon el terreno. Del proclamado éxito del operativo del secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, a los esfuerzos de la vicejefa de Gobierno porteño, María Eugenia Vidal, para hacer notar que estuvo presente durante la tarde del sábado en la calle lindera al predio donde acamparon las personas que no aceptaban ser trasladadas al parador de Parque Avellaneda que ofrecían como asistencia social.
“Recuperamos un predio que le pertenece a los vecinos. No podemos dejar que las mafias sigan operando”, dijo Vidal en conferencia de prensa horas después del desalojo, cómodamente sentada y en una habitación cerrada. Afuera, a kilómetros de donde estaba, acampaban en la calle las familias que durante seis meses vivieron en un terreno contaminado, ocupándolo ilegalmente, sí, pero víctimas de la crisis habitacional que lejos de solucionarse, se agrava en la ciudad. El conflicto pasó del predio a la vereda y a los carriles del metrobus sur donde hoy todavía quedan unas 50 personas en ranchos improvisados.
La falta de previsión del Gobierno porteño quedó tan expuesta como la ausencia de funcionarios o representantes con poder dentro del oficialismo. Sólo dos legisladoras de la Ciudad aparecieron cuando ya estaba cayendo la tarde del sábado y aún quedaban 300 personas que no sabían dónde ir o se negaban a ser trasladas. No apareció Vidal; tampoco estaba Berni ni el ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Guillermo Montenegro. En cambio fue intenso el trabajo de los representantes de la Secretaría de Hábitat e Inclusión y del grupo Buenos Aires Presente, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social que improvisaban ante el desborde de tantas personas sin techo.
Vidal y su equipo se esforzaron en hacer nota que estuvieron presente en el predio después del desalojo. Montaron una operación mediática para instalar que la funcionaria se encontraba entre los vecinos. Durante la tarde del sábado fueron constantes las llamadas a los medios más importantes. “Te estoy hablando desde acá, desde Lugano”, decía la vicejefa. Mentira absoluta y descarada.
El PRO fue el principal ausente en el operativo posterior al desalojo. Solo Carmen Polledo y Lía Rueda, legisladoras del oficialismo, hicieron acto de presencia. “Negri, yo te entiendo, pero hoy no podemos hacer nada. Vayan al parador y el lunes empezamos a buscarle una solución a todo eso”, les decía Polledo a los sin techo. Faltaba pocas horas para caer la noche y ante el nulo efecto de sus palabras, ambas se excusaron, dijeron que volvían en un rato con otras propuestas y no aparecieron más.
Seis meses pasaron desde la ocupación de las tierras linderas a la villa 20. En ese tiempo el Gobierno no programó un plan de contingencia para el día después del desalojo que podía ordenarse de un momento a otro como lo demostró el accionar de la jueza Gabriela López Iñíguez, quien finalmente fue quien autorizó el operativo del sábado, con varias marchas y contramarchas respecto al avance de las fuerzas sobre los ocupantes. “Nos tomó de sorpresa porque nos enteramos durante la madrugada. Tal vez deberíamos haberlo previsto mejor”, reconocían fuentes de la Secretaría de Habitat. “Hoy no tenemos chequeras, no hay caja, así que no podemos hacer más que llevarlos al parado de Parque Avellaneda. El lunes vemos cómo seguimos”, agregaban.
Con la lluvia, el frío y el granizo del domingo cayendo sobre el campamento de los sin techo se activó nuevamente el alerta en el equipo de Vidal. “Nos acercamos tres veces [a las familias], sobre todo cuando se largó a llover, para ofrecerles la posibilidad de ser trasladados, de ir a un refugio o para que dejaran sus cosas en un depósito, pero se negaron. Ahora será la jueza [López Iñíguez] quien deberá determinar cómo seguir”, comunicó la vicejefa. Tarde.
El del sábado también fue un escenario propicio para que parte de la oposición desplegara su show. Fueron notables los esfuerzos de José Campagnoli, legislador de Nuevo Encuentro, por mostrar su camisa desgarrada en un cruce con los policías de la Metropolitana. En la primera línea entre los efectivos y los vecinos, casi intencionalmente, se ubicaba junto a Pablo Ferreyra (Seamos Libres) que recibió dos disparos de bala de goma los que mostraba cuanta vez podía. También se encontraban Paula Penacca y María Rachid del Frente para la Victoria. Y más tarde apareció Andrés “Cuervo” Larroque, diputado del FpV y Secretario General de La Cámpora junto a militantes del Movimiento Evita de Capital Federal.
En medio de un conflicto por la tierra aparecieron las mezquindades políticas sin límites. Parece que en el año previo a las elecciones nada puede estar librado al azar. En definitiva todo está puesto en quedar bien con el electorado de peso, no con los sin techo. Indocumentados. Extranjeros, que no mueven la balanza.