“Voy cuando me dicen”, respondió en su declaración testimonial Armando Dalpra, uno de los médicos de la Policía Federal que únicamente vio al motorman, Marcos Córdoba, para extraerle orina cuando se le consultó si era normal que la muestra se tomara un día después. Su turno de trabajo era entre las 20 a las 8 horas del día siguiente, por lo que el análisis fue practicado al otro día del trágico accidente.
Lo que se buscaba establecer en la audiencia por el Tribunal Oral Federal 2, integrado por los jueces Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Alberto Tassara y Jorge Luciano Gorini, era si el motorman había estado alcoholizado. En efecto, uno de los análisis de sangre determinó que había 13 mililitros de alcohol en sangre.
De todos modos, hay quienes indican que hubo irregularidades en los procedimientos médicos para saber si Córdoba estaba o no alcoholizado. Por ejemplo, la defensa de Juan Pablo Schiavi planteó oportunamente interrogantes acerca de la informalidad de las muestras. Acaso la ruptura de la cadena de custodia para asegurar el traslado de los exámenes a los laboratorios correspondientes.
Por ese motivo se pidió el juicio al juez de la instrucción de esta causa, Claudio Bonadío. Según consideraron los abogados del ex secretario de Transporte, Bonadío debió pedir expresamente que se protegiera un material clave para conocer el estado de salud de quien conducía el tren chapa 16 al momento del siniestro.
En los pasillos de Comodoro Py alguien susurró que las demoras en los análisis tenían similitudes con lo acontecido en el caso del boxeador Rodrigo “la hiena” Barrios. En aquélla oportunidad Barrios huyó luego de haber atropellado a una mujer y se entregó seis horas después, cuando su cuerpo ya no presentaba los supuestos niveles de alcohol o alguna otra sustancia que tendría al momento del accidente.
La extracción de sangre de Córdoba fue a las 14 horas del 22 de febrero de 2012. Pablo Farina fue el médico legista encargado de la tarea. Al testigo se le hizo mirar la foja 936, donde consta que el sobre en el que se encontraba el resultado del análisis estaba abierto. Farina aclaró que él le entregó el material al policía que cuida al paciente y que a partir de ese instante se desligó del asunto sin saber cómo sigue el proceso y la custodia del sobre con la muestra.
El médico legista Héctor Bello explicó que ya a las 14 horas (el choque se produjo a las 8.32 horas) era casi imposible hallar registros altos de alcohol en sangre en el motorman.
Otro dato relevante que llamó la atención a los jueces del TOF 2 fue el suero que Córdoba recibió por vía endovenosa. Según contestaron los dos médicos que declararon en la audiencia, de ese modo se puede diluir cualquier sustancia.
Más allá de si Córdoba estuvo o no alcoholizado, los atenuantes y las denuncias de irregularidades ponen en duda la veracidad de los resultados. Al menos en los términos de contar con pruebas fehacientes para probar el estado en que se encontraba el motorman cuando se produjo el accidente que le costó la vida a 51 personas.
Por el accidente de Once son juzgadas 29 personas, entre ellas el motorman Marcos Antonio Córdoba, los ex secretarios de Transporte de la Nación Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, el ex interventor de la CNRT Eduardo Sícaro y los directivos del grupo empresario que tenía la concesión del ferrocarril Sarmiento.
La teoría del “sueño blanco”
Un ex coordinador médico de TBA declaró en el juicio de Once que el motorman Marcos Córdoba habría sufrido un “sueño blanco”, un momento de adormecimiento que podría haber sido la causa del accidente.
El médico legista, Héctor Bello, declaró ante el TOF 2 durante más de cinco horas. El testimonio de Bello estuvo basado en los procedimientos médicos que se le realizaron al motorman tras el accidente de Once. Las preguntas de los querellantes y defensores se orientaron al examen de alcoholemia y un diagnóstico de hipotiroidismo de Córdoba que se encontró en el peritaje médico realizado por el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Tal como había atestiguado en la etapa de instrucción de la causa ante el juez Claudio Bonadío, el ex coordinador médico de TBA aseguró que Córdoba sufría hipotiroidismo, y que esta enfermedad, sumada a un cierto grado de alcoholismo (el estudio realizado en la Clínica Fitz Roy varias horas después del accidente arrojó que Córdoba tenía 13.0 mg/dl de alcohol en sangre) que era temprano y que el motorman manejaba con el sol de frente, podría haber influido para que el conductor se adormeciera durante unos 39 segundos en los que el tren no fue frenado.
El TOF 2 ordenó el secuestro de la historia clínica de Córdoba, quien tras el accidente fatal del 22 de febrero de 2012 fue internado en la Clínica Fitz Roy. La decisión se debió a que surgieron algunas dudas sobre los horarios en los que le realizaron al motorman algunos estudios, entre ellos el de alcoholemia.
La salud de Córdoba en los momentos previos y posteriores a la tragedia parece haberse convertido en el nuevo eje de debate del juicio oral.