Alfredo Lijo, el hermano de Ariel, se encontró a cenar la semana pasada con Luis Segura, presidente del club Argentinos Juniors y cuyo hijo andaba necesitando alguna orientación jurídica. Despúes del primer plato, Segura fue a los bifes y le preguntó a Fredy cuando sería procesado Amado Boudou. “Si fuera por el gordo a fin de año, pero va a ser muchos antes”.
El pronóstico se materializó anoche. Una vez más los abogados de Boudou se enteraron demasiado tarde. Cuando Diego Pirota se dirigía a los tribunales para pedir la ampliación de la indagatoria, el juez corregía los detalles finales de las más de 300 páginas de un procesamiento que según el fiscal Jorge Di Lello está escrito desde el mes de mayo.
El procesamiento llegó a la Corte Suprema ayer a las seis de la tarde pero el Centro de Información Judicial lo puso online recién cinco horas más tarde luego de que el secretario de Derecho Penal del tribunal, Esteban Canevari realizara una extensa revisión solo por si hacía falta alguna modificación sustancial.
Siempre que tiene una causa sensible Lijo suele tener la cortesía, o el código de avisar al protagonista antes de hacer algo. Esto no corrió para los abogados de Boudou. Nunca lo entendieron pero el error de cálculo de haber atacado al juez en los medios fue lo que liberó a Lijo de cualquier consideración.
En su intimidad el juez cree, que al menos en privado, el vicepresidente debería haberle pedido disculpas por su exabrupto. La relación inició un descenso veloz cuando el año pasado Boudou se apareció en los tribunales, en horario judicial, por la puerta central, para presentarse ante el juez de sorpresa. Y a Lijo no le gustan las sorpresas.
Otro impericia fue haber adelantado las indagatorias. Julio era una buena época, especialmente por la feria de invierno. Los defensores de Boudou perdieron un tiempo valioso que podrían haber utilizado para cargar contra José María Núñez Carmona y aislar al vice. Todo fue más rápido. Tal vez anoche, en su hotel de La Habana, Boudou habrá entendido que al menos en este aspecto debería haber escuchado a Eduardo Durañona y no tanto a Pirota.
El tercer error de trascendencia fue haber separado las defensas de Boudou y Núñez Carmona demasiado tarde. Errores obvios que se analizan con hipótesis no del todo descabelladas: el estudio de Dario Richarte todavía no ha visto los frutos económicos de defender a Boudou y cobre apenas migajas de los 30 mil dólares que le pidieron al vice para esta primera etapa del expediente. Nunez Carmona directamente no les habría pagado nada.