El 2014 comenzó movido para Alberto Weretilneck. Los anuncios de recortes presupuestarios generaron un fuerte impacto en la opinión pública de esa región patagónica, expuesta por el quiebre del oficialismo que se coronó con las acusaciones de corrupción entre el Gobernador y Martín Soria (envió una declaración por carta a la Justicia), intendente de General Roca e hijo de su ex compañero de fórmula, Carlos Soria.
“Lo único que no se escuchó en el discurso de Martín Soria es hablar de la corrupción que era uno de los ejes principales de su padre en su accionar político”, advertía el principal dirigente en funciones de Río Negro, quien es uno de los responsables de partir al kirchnerismo en dos bloques que disputan el poder.
Según comunican diferentes espacios sociales, políticos y sindicales, el accionar de la Provincia generó disgustos, sobre todo por las decisiones de recortar cuestiones sensibles en ámbitos sustanciales como la Educación o la obra pública, que se paralizó por completo. “Debemos tomar la situación como un enfermo con una cierta patología, si no aplicamos los remedios en tiempo y forma, es probable que la enfermedad se agrande”, insistía el titular del ejecutivo.
En los últimos días de enero, a través de las redes sociales, le contaba a los ciudadanos la salida de empleados en diferentes estamentos de la administración pública. En total, se concretó el despido de 170 funcionarios, la reducción de un 15 por ciento en salarios y el pedido de renuncia a todos los directores de las empresas públicas provinciales, que pasaron a ser manejadas por un dirigente.
Pero el enojo con Weretilneck no es sólo por eso. Las críticas por sus inicios políticos (el ex intendente de Cipolletti viene del Frente Grande) son cada vez más fuertes, sobre todo por las predilecciones a la hora de elegir los referentes de su gestión.
Uno de los casos paradigmáticos es el del titular de la Policía rionegrina, Fabián Gatti. Reconocido como un anti kirchnerista furioso, el ex referente de una alianza con el ARI –que tiene representación en la hoy senadora nacional, Magdalena Odarda–, desplegaba por todos lados críticas a la Casa Rosada. Sin vueltas, tildaba de “autoritario” al Gobierno iniciado en 2003 cuando impulsaba la campaña legislativa en 2009. Alineado con Elisa “Lilita” Carrió, una de las representantes más críticas al Frente para la Victoria (FpV), repartió múltiples reproches que destrozaban el modelo Nac & Pop, a pesar de que terminaría como un dirigente más.
En 2011, previa a la derrota del radicalismo, y todavía como legislador, criticaba con dureza a Carlos Soria, compañero de fórmula de Alberto Weretilneck, hoy enfrentado con su hijo Martín. “El ejercicio de la soberbia me aleja de Carlos Soria”.
Otra de las acusaciones contra Gatti está ligada a a la relación con hombres de la Unión Cívica Radical (UCR), que terminó dispersándose gracias a las ambiciones del actual dirigente.
A pesar de ese historial, el Gobernador de Río Negro eligió a Gatti como nuevo Jefe de la Policía provincial, luego de un paso por la Secretaría de Gobierno. Todo un mensaje de una gestión que se divide cada día más, y expone la predilección por dirigentes alejados a la impronta justicialista, esa que Soria impulsó pero que no se refleja por estos días.