Los coletazos locales de la crítica situación que afronta el gobierno de Vladimir Putin han comenzado a alterar los nervios del titular de la Corporación América, Eduardo Eurnekian, y de los ministros de Economía, Axel Kicillof, y de Planificación, Julio De Vido.
A sólo dos semanas de que la administración kirchnerista le preadjudicara la obra de la central hidroeléctrica Chihuido al consorcio liderado por Eurnekian, los problemas económicos de Rusia abrieron un gran signo de interrogación sobre el financiamiento de US$ 2.600 millones que prometió aportar el gobierno de Moscú para la construcción de la represa y la provisión de los equipos generadores.
El entusiasmo inicial que mostraron los funcionarios nacionales a principios de diciembre cuando dieron a conocer que la oferta de Eurnekian y las empresas rusas era la “más conveniente” para la obra de Chihuido se transformó en las últimas horas en un marcado dolor de cabeza.
La magnitud de la crisis económica rusa que se agranda con el transcurso de los días, ha dejado en la nebulosa la asistencia crediticia clave que había conseguido arrimar Eurnekian y sus socios locales para la construcción de la represa neuquina.
El “orden de mérito” que elaboró el Gobierno tras definir el “valor presente neto” (VPN) de las cuatro propuestas en juego dejó en primer lugar al consorcio integrado por Helport (grupo Eurnekian), Panedile, Isolux, Eleprint, Chediack e Hidroeléctrica Ameghino.
Para llevar adelante la obra –cuyo precio total asciende a $ 18.039.210.643, con un costo de operación y mantenimiento de la usina de US$ 9,49 por MWh y un VPN positivo de $ 480 millones–, el consorcio buscó como aliados al grupo ruso InterRao y a la Corporación Estatal Banco de Desarrollo y Comercio Exterior (VNESHECONOMBANAK).
Según la resolución oficial que preseleccionó a la oferta ganadora, el financiamiento ofrecido por la entidad estatal rusa cubre el 85% del costo del proyecto “hasta un monto límite de US$ 2.600 millones”. La tasa de interés solicitada es del 6,5% anual fija durante el período del préstamo. Además, incluye una comisión del 1% sobre el monto del crédito y otra “comisión de compromiso” de 0,25% anual por la parte no utilizada.
El plazo total del financiamiento se estira a 20 años, con 66 meses de gracia y una devolución del crédito en pagos semestrales que comenzará a correr después de terminada la obra. En cuanto al “plazo de disponibilidad del financiamiento”, el mismo fue estimado por el Gobierno en 135 días a partir de adjudicación definitiva.
Si bien no recibieron hasta ahora ninguna confirmación oficial, tanto en las oficinas del consorcio, como en los despachos de Kicillof y De Vido son conscientes de que en las actuales circunstancias las empresas rusas no pueden garantizar la culminación de los trámites y disponibilidad de los fondos en los plazos previstos en la oferta.
Ante esta situación inesperada, la intención del Gobierno sería esperar entre 30 y 45 días antes de convalidar la adjudicación de Chihuido a Eurnekian para ver si se estabiliza el panorama económico de Rusia.
Caso contrario, tendrían que ir por el segundo mejor oferente de Chihuido que no está exento de complicaciones y polémicas.
Se trata del grupo que conforman PowerChina, Hydrochina y CPC, la la constructora de Cristóbal López, el multifacético empresario K que está en la mira de los jueces y de los fondos buitre por los negocios y las supuestas maniobras de lavado de dinero que lo vinculan con las compañías de la familia Kirchner.