A la reunión de las 15 solo asistieron nueve de los once diputados que se requieren para dar quórum. Por este motivo, aunque en la reunión en la que se discutió la interrupción voluntaria del embarazo había alrededor de 20 diputados –de los 31 que forman el cuerpo– la comisión no pudo emitir dictamen. “Si los diputados no conocen el reglamento y no sabían que la convocatoria era a las 15, por los tres temas, no es un problema de esta presidencia. No voy a aceptar que se diga que es una maniobra”, dijo Bullrich, quien explicó que, para calcular el quórum, debía tomarse en cuenta la cantidad de diputados presentes en la primera convocatoria. Los nueve legisladores que llegaron a la reunión de las 15 fueron Bullrich, Conti (vicepresidenta primera), Victoria Donda (vicepresidenta segunda), Alejandro Abraham, Manuel Garrido, Anabel Fernández Sagasti, Lautaro Gervasoni, Luis Petri, y María Eugenia Zamarreño. Algunos de ellos, firmantes del proyecto, se desesperaron llamando a sus compañeros de bloque al notar los lugares vacíos, pero no lograron revertir la situación.
Entre las ausencias más llamativas, por tratarse de algunos de los principales impulsores del proyecto, estuvieron las de los diputados del Movimiento Evita, Leonardo Grosso y Remo Carlotto; la diputada del Frente para la Victoria, Mara Brawer, que a esa hora estaba en reunión de la comisión de Salud; Pablo Javkin, de la Coalición Cívica, también firmante; y Margarita Stolbizer, quien se quejó ante Bullrich por la maniobra. “La reunión de las 15 se cayó por falta de quórum. La de las 17.30 es otra. Claramente son dos reuniones distintas”, dijo la diputada del GEN, después de que Bullrich fijara su postura, frente a las insistentes preguntas de Grosso, Donda y los diputados del Frente de Izquierda. Dentro del Frente para la Victoria se lamentaron los defensores del proyecto. “Tiene razón Bullrich, no conocen el reglamento. No podemos decir nada”, protestó una diputada. “Perdimos solos”, reflexionó otro legislador.
Finalizado el debate, varios diputados le pidieron, por nota, a Bullrich, que convoque a una nueva reunión de comisión para el martes 11, con el objetivo de que –quórum mediante– se pueda sacar dictamen. Bullrich prometió analizar el tema y comunicar su decisión. Pero desde el momento previo al debate consideraba la posibilidad de convocar a un plenario de las tres comisiones que deben tratar el tema: la de Legislación Penal, Salud y Familia. “Si vamos al plenario, no tenemos los votos, no va a salir”, adelantaba una de las firmantes de la iniciativa el mismo martes, mientras se rumoreaba la posible decisión de Bullrich.
Echarle la culpa por el fracaso del tema a la diputada de Unión PRO fue la estrategia de varios de los diputados del Frente para la Victoria. “Patricia no quiere que salga, entonces lo va a mandar al plenario, porque sabe que ahí no pasa”, repetían en el pasillo. Bullrich –que logró llevar el debate adelante en un clima de tensión pero sin mayores problemas– tomó con fastidio el papel que le tocaba. “Patricia está de acuerdo con la iniciativa, pero es un tema delicado y quiere ser cauta, tomar una posición institucional, porque es la presidenta de la comisión”, dicen en el entorno de la diputada. Brawer, del Frente para la Victoria, abonó en cierta forma esa postura cuando mencionó, en pleno debate, que Bullrich presentó un proyecto para despenalizar el aborto en 1994, junto a Graciela Fernández Meijide. La presidenta de la comisión bajó la mirada, leyó papeles e intercambió comentarios con Conti, sentada a su derecha, hasta que el efecto por la revelación de Brawer se diluyó en la sala. Horas antes había dicho, en un comunicado, que no era “el momento oportuno para debatir el tema”.
Después de la reunión, Bullrich decidió no pagar el costo político del aborto en soledad y abrir el juego a las otras dos comisiones. “Ahora que se hagan cargo todos de esto”, resolvió la diputada. Con Felipe Solá, presidente de la comisión de Familia, ya inició conversaciones informales para hacer la convocatoria. Aunque el diputado del Frente Renovador había dicho, en un principio, que no quería tratar el tema, el miércoles habría abierto la puerta para la discusión. La presidenta de la comisión de Salud, Andrea García, no recibió hasta el momento el pedido de Bullrich, pero sabe que llegará, tarde o temprano. García está en una encrucijada: es firmante del proyecto pero responde políticamente a Julián Domínguez, muy ligado a la Iglesia y al papa Francisco, que rechaza abiertamente la iniciativa.
La interna de los bloques
Los impulsores del proyecto dentro del bloque oficialista conocen sus principales limitaciones: la oposición de la Presidenta, las buenas relaciones que el Gobierno tiene con el Papa, y la falta de consenso dentro de su partido. “Nosotros solo podríamos sacar un dictamen en la comisión de Legislación Penal, porque ahí hay muchos diputados progresistas. Así se armó la comisión para contrarrestar que la presidencia estaba en manos de Patricia, derechizada y PRO. Pero lo que pasa ahí no es la realidad del bloque del Frente para la Victoria ni de las demás comisiones. Tenemos muchos diputados que no están de acuerdo”, reconoce una diputada firmante del proyecto.
“Diana hizo todo lo que pudo, destrabó la discusión dentro del bloque y lo trajo hasta acá. Pero no quiere quemar todas las naves ahora”, explicó una de las dirigentes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, comprensiva de la situación de Conti, obsesionada con la instalación del debate, pero conocedora, como pocos, de los tiempos políticos. “Ella sabe que más que esto no se puede avanzar. Como máximo, se puede sacar dictamen de esta comisión. No van a romper el bloque por esto”, dice una compañera de bancada de Conti.
Di Tullio, presidenta del bloque, tampoco la tiene fácil. “Cristina siempre supo cuál es la posición de Juliana. Eso nunca se planteó como un problema”, dicen en el entorno de Di Tullio. La diputada intenta hacer equilibrio entre su histórica defensa del tema sin entrar en cortocircuito con la línea presidencial. Di Tullio sabe, además, que la batalla dentro del bloque está perdida, aún sin necesidad de que la Presidenta baje instrucciones en ese sentido. Simplemente, no hay consenso. Quienes conocen de cerca a la jefa del bloque explican el juego: hacer todo lo posible por instalar el debate, fijar la posición dentro del FpV pero sin quebrar los límites.
La líder de la bancada oficialista se lo dejó claro a Jorge Capitanich en su visita al recinto, el miércoles. “El Congreso tiene que dar el debate. Esta es una opinión personal, híperpersonal”, se plantó Di Tullio ante el jefe de Gabinete. Di Tullio y Conti votaron, con los dientes apretados, el artículo 19 del Código Civil, por pedido de Cristina. A cambio, la Presidenta les dio vía libre –de manera tácita– para avanzar con la discusión del aborto, aunque sabiendo que los números no favorecen a sus defensores, y que ni Conti ni Di Tullio ni ningún otro diputado del FpV cometería la torpeza de quebrar el bloque por este tema.
“En el plenario de comisiones no están los votos para sacar un dictamen positivo. Habrá que intentar que no obtenga uno negativo. Si lo mandás al recinto, lo matás, porque no lo van a aprobar. Ni hablar del Senado, ahí no hay ninguna chance. Y después tiene que volver a pasar por todo el trámite parlamentario. Lo mejor que podés hacer por el proyecto es mantenerlo así. Que haya debate pero que quede en suspenso”, explica una fuente parlamentaria que trabaja a favor de la iniciativa.
Pero el aborto no solo genera internas en el Frente para la Victoria, sino que atraviesa de manera transversal a todos los bloques. En el radicalismo, por ejemplo, las diferencias quedaron en evidencia en el feroz cruce que tuvieron Juan Francisco Casañas y Manuel Garrido. Casañas fue uno de los convocantes a la marcha anti-aborto que tuvo lugar hace pocos días en Tucumán. Garrido, junto con la ex diputada socialista, María Elena Barbagelata, dieron los argumentos jurídicos más demoledores a favor de la despenalización.
“Seamos serios, si vamos a plantear este debate hagámoslo con cosas que están establecidas. No podemos hacerle decir a la Constitución ni a la Convención Americana de Derechos Humanos cosas que no dicen”, se quejó Garrido frente a los argumentos de los grupos en contra del aborto. “Leé la Constitución, Garrido”, le gritó Casañas. “Sí, ya la leí bien”, le contestó, furioso, su par del radicalismo.
Salvo en el bloque del Frente de Izquierda, en el que todos los diputados acuerdan con el proyecto, y en el Frente Amplio Progresista, los demás partidos no tienen una única postura sobre el tema. En el Frente Renovador no hay, hasta el momento, ningún firmante de la iniciativa, aunque Adrián Pérez y Solá apoyarían la iniciativa. En el PRO, impulsan Laura Alonso y Federico Sturzenegger, mientras que Gladys González presentó su propio proyecto.
Las militantes de la Campaña Nacional se ilusionan con los llamados que recibieron en las últimas horas, de diputados que quieren sumar su firma al proyecto. Uno de ellos fue Martín Lousteau. Así, acumularían cerca de 70, un número alto, aunque insuficiente para ganar la batalla en el recinto. Sin embargo, para los defensores de la iniciativa el triunfo es haber instalado la discusión formal en el Congreso, con un respaldo cada vez más amplio.