Luego de tres años, Rousseff encara la última etapa de su primer mandato con el respaldo de más de la mitad de los brasileños (56%), según una encuesta publicada por el Instituto Ibope en diciembre.
La Presidenta mantuvo una elevada aprobación desde su investidura, pero su valoración personal se desplomó a raíz de la ola de protestas sociales que sacudió el país el pasado junio, aunque meses después y tras dar respuesta a algunas de las demandas de los brasileños, recuperó parte de su popularidad.
En lo que respecta a la gestión de su gobierno, Rousseff cuenta con un apoyo popular mayor que el que tenían tanto su antecesor y mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, como Fernando Henrique Cardoso en el último de sus primeros cuatro años de mandato, en el que ambos fueron reelegidos.
Mientras que el 41 por ciento de los brasileños considera “excelente” o “bueno” el gobierno de Rousseff en el último sondeo realizado por la firma Datafolha en 2013, ese porcentaje sólo era del 28% para Lula en diciembre de 2005, según la misma encuestadora, y del 37% para Cardoso en diciembre de 1997.
Aunque todavía no se ha pronunciado sobre si volverá a ser candidata del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones presidenciales de octubre, los sondeos apuntan que en caso de aspirar al cargo, la Jefa de Estado contaría con una intención de voto que le permitiría ser reelegida sin necesidad de disputar una segunda vuelta.
A pesar de su silencio, tanto el PT y como su máximo líder, Lula, han defendido en más de una ocasión la candidatura de su ahijada política.