España: imputado por homicidio, el maquinista de la tragedia quedó libre

El maquinista del tren de Santiago de Compostela, Francisco José Garzón, quedó en libertad con cargos después de testificar durante dos horas ante el juez que instruye la causa por el accidente ferroviario más grave de las últimas cuatro décadas en España, en el que murieron 79 personas el pasado miércoles.

Garzón deberá comparecer semanalmente en el juzgado y devolver la licencia durante seis meses, con lo que queda inhabilitado para pilotar trenes hasta febrero de 2014. También se le retiró el pasaporte por igual plazo. En su relato en los juzgados de Santiago, el conductor admitió su responsabilidad en el siniestro. Reconoció que entró a 190 kilómetros por hora en la curva de Angrois, un tramo limitado a 80 por un “despiste” y esa fue la razón del descarrilamiento.

 

El maquinista pensó que se encontraba en otro tramo del recorrido y por eso frenó cuando era demasiado tarde. Garzón evitó quejarse del trazado, las condiciones de la vía o el estado del tren, según fuentes judiciales.

 

En su testimonio, también dijo que creyó que no estaba en este punto del recorrido y que cuando quiso frenar, “que llegó a hacerlo”, ya era demasiado tard.

 

El fiscal de la causa, Antonio Roma, evitó pedir cárcel y se conformó con esas medidas cautelares. El Tribunal Superior de Justicia de Galicia informó que se le imputan se le imputan “79 delitos de homicidio y una pluralidad de delitos de lesiones, todo ellos cometidos por imprudencia profesional”.

 

Garzón fue detenido por la policía al día siguiente del siniestro, en la habitación 381 del hospital Clínico de Santiago, donde permanecía ingresado como una víctima más, con nueve puntos de sutura y una brecha en la cabeza.

 

El testimonio del conductor es clave para saber qué pasó el miércoles a las 20.41 horas en la curva de A Grandeira, para que descarrilasen sus dos locomotoras y los ocho vagones con el resultado provisional de 79 viajeros muertos y otros tantos heridos. Todo apunta a un exceso de velocidad, pero solo quien llevaba los mandos puede aclarar si fue propiciado o agravado por algún fallo mecánico o de seguridad o si se trató de una falla humana.

 

Segundos después del choque, cuando no se sabía de la existencia de víctimas, el maquinista mantuvo una conversación telefónica donde aseguró que entró a 190 kilómetros por hora en esa curva complicada, cuando faltaban cuatro kilómetros para parar en la estación del centro de Santiago. El contenido íntegro de la grabación, no trascendió, pero sí los lamentos del conductor tras estrellarse: “Somos humanos, somos humanos”, “pobres viajeros” y “espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia”.

 

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