Una mirada sobre la violencia de género en la dictadura y el silencio en democracia

¿Qué pasó con las mujeres detenidas durante la última dictadura cívico-militar? ¿Cómo la violencia patriarcal atravesó los cuerpos de aquellas militantes privadas de su libertad y desaparecidas? ¿Por qué después de recuperada la democracia los silencios continúan vigentes? Campo de batalla. Cuerpo de mujer, relata la violencia de género ejercida desde los centros de detención, expandida en la sordera actual del “de eso no se habla”, en primera persona. En conversación con Letra P, Victoria Álvarez, una de las investigadoras del documental, cuenta la experiencia del trabajo realizado.

 

¿De qué se trata “Campo de batalla. Cuerpo de mujer”? 

 

“Campo de batalla. Cuerpo de mujer” es un documental sobre la violencia de género en los centros clandestinos de detención y cárceles durante la última dictadura militar argentina. Durante el terrorismo de Estado vigente en Argentina (1975 y 1983), las mujeres presas y detenidas desaparecidas fueron sometidas a situaciones de violencia atravesadas por una relación jerárquica de género.

 

Entrevistamos a dieciocho sobrevivientes de distintos lugares del territorio argentino, nos contaron sus experiencias. El relato se desliza desde las dificultades para ser escuchadas, para contar, para declarar, a las posibilidades de denunciar públicamente a los represores como violadores.

 

¿Cómo surgió? ¿Por qué la temática? 

 

Por un lado tiene que ver con nuestras trayectorias personales: Fernando Álvarez es documentalista, siempre se interesó por los temas de género, Lizel Tornay y yo somos historiadoras, formamos parte del Instituto de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y los temas de Historia Reciente siempre fueron de nuestros principales intereses.

 

En relación a este tema nos llamó la atención que se empezaba a tocar apenas en los juicios y dijimos “¿por qué prácticamente no se ha hablado de este tema hasta ahora?”. Nos sorprendía la falta de testimonios en el espacio público, veíamos que recién muy lentamente esto se empezaba a visibilizar en los juicios y nos preguntamos por qué.

 

Cuando empezó la investigación, hace ya casi tres años, se hablaba poco y nada de esto. Ahora se está publicando más pero, a pesar de las innumerables denuncias que se han hecho sobre distinto tipo de violencias sufridas por el hecho de ser mujeres secuestradas por el estado en su etapa terrorista, no se ha condenado más que a tres o cuatro personas por ello.

 

¿Quiénes participaron?

 

El núcleo central fuimos las investigadoras Lizel Tornay y Victoria Álvarez y el realizador documental Fernando Álvarez. A medida que avanzamos se agregaron tres asistentes de investigación: Fabricio Laino Sanchis, Isela Mo Amavet y Eric Barenboim, quien también participó de la edición junto al director.

 

¿Cómo fue el proceso de investigación?

 

El proceso de investigación fue arduo porque si bien había bibliografía al respecto resultó difícil conseguir a las personas que dieron su testimonio.

 

Es tan fuerte el armado patriarcal que alrededor de estos delitos se estigmatiza a las víctimas.

 

Empezamos a investigar, a leer sobre el tema (hay muy pocas cosas escritas, no casualmente). Nos fuimos encontrando con que había habido denuncias de violencia de género ya en el ’76, que muchas mujeres lo habían denunciado siempre, a otras tal vez les había costado más pero fundamentalmente lo que más les había costado era ser escuchadas. Empezamos a hacer entrevistas, a contactarnos con posibles testimoniantes y también a buscar noticias de la época, periódicos y noticieros de esa época que nos permitieran dar un poco cuenta del clima. Para esa búsqueda de archivo nos ayudaron mucho Fabricio, Isela y Eric. Encontramos cosas que realmente no esperábamos. Fue un proceso largo pero muy interesante.

 

¿Con quiénes se pusieron en contacto para lograrla? 

 

Tuvimos que llegar a ellas siempre a través de conocidos que de alguna manera les permitían pensar que no éramos gente del periodismo amarillo. Por ejemplo, teníamos contactos con gente de organismos de Derechos Humanos de Santa Fe, fundamentalmente una ex presa y una madre. Ellas nos hicieron los primeros contactos y a partir de ahí las mismas testimoniantes nos fueron abriendo otras puertas, otros contactos.

 

Creemos que la relación que entablamos resultó muy buena,  les permitió sentirse escuchadas y respetadas y creemos que eso se transmite en la película.

 

¿Quiénes dan su testimonio y por qué?

 

Muchas de ellas quieren hablar de este tema, siempre quisieron y nunca las escucharon (incluso en ámbitos afines). Hay otras mujeres a las que les cuesta más hablar del tema pero a la vez quieren que se sepa lo que pasó y que se juzgue a los perpetradores por todo lo que les hicieron, así que su compromiso militante influye en que, aunque no les resulte sencillo hablar del tema, quieran hacerlo por las que no están y por las que no pueden.

 

También hubo gente que a último momento nos dijo “no puedo, discúlpame, no estoy en mi mejor momento” y bueno, hay que respetar los procesos de cada una. Eso nos pasó en Mendoza, habíamos contactado a dos mujeres y a un hombre para entrevistar allá, fuimos y las dos mujeres nos dijeron que mejor no, pero a todo eso nos contactó Silvia Ontiveros, que está viviendo en Viña para decirnos que fuéramos por favor, que quería darnos su testimonio. Lo dudamos por los costos, ya teníamos pasajes de vuelta, pero al final fuimos y valió la pena, su testimonio es maravilloso. Después entablamos un vínculo muy lindo con ella.

 

¿Por dónde estuvo rotanto “Campo…” y por dónde rotará?

 

La película la “preestrenamos” (se considera “estreno” cuando se da en sala de cine) en distintos espacios de la memoria y centros culturales: en el Centro Cultural de la Cooperación de Buenos Aires, en el Solar de la Artes de Santa Fe, en el Museo de la Memoria de Santiago de Chile, en el ex Olimpo de Buenos Aires, en la Universidad Alberto Hurtado de Santiago de Chile, en unas jornadas abolicionistas que se hicieron en La Pampa y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. También vamos a estar mostrándola el viernes 22 de noviembre en la Universidad de Lomas de Zamora.

 

Y ahora, gestiones del INCAA de por medio, se está empezando a estrenar en salas del INCAA: se mostró el mes pasado en Villa María y en Resistencia, este mes nos programaron en Santiago del Estero, a principios de diciembre se presenta en Córdoba Capital en el marco de un festival de Derechos Humanos y hay varias salas en veremos para diciembre (La Plata, Rosario, San Martín de los Andes y alguna más que ahora no recuerdo). Por supuesto que nuestra intención es que la película ruede lo más posible en Argentina, en otros países.

 

¿Cómo fue el acercamiento para el apoyo del INCAA? 

 

Cuando surgió el proyecto de hacer una película documental sobre este tema pensamos que lo mejor sería entrevistar a mujeres de distintas provincias del país, pero iba a ser muy difícil costear todo de nuestros bolsillos. Nosotros no hacemos esto para ganar plata ni mucho menos, pero somos laburantes e iba a ser muy difícil costear viajes, hospedajes, etc. Así que nos presentamos a un subsidio del INCAA que nos sirvió para costear la mayor parte de los pasajes, las estadías y demás gastos. Fue muy bueno para nosotros, sin ese subsidio no sé si hubiéramos podido hacer la película o aún la estaríamos haciendo.

 

¿Tuvieron algún contacto con gente del Gobierno por su trabajo?

 

No, por el momento con el Gobierno Nacional no tuvimos contacto directo. Sí tuvimos contacto con gente muy cercana, asesores de diputados. Existe la posibilidad de que en algún momento la película se presente en la Legislatura.

 

Lo que sí, cuando la película se mostró en Resistencia, se mostraron muy interesados por parte de la Dirección de la Mujer, del Museo de la Memoria. Y declaramos la película de interés cultural y legislativo de la provincia. Sabemos que fue una propuesta del Frente para la Victoria pero votaron todos a favor, al parecer. Esos reconocimientos, por supuesto, son super gratificantes.

 

¿Cuáles fueron las reacciones más inmediatas? 

 

Bueno, en general la película gusta mucho. Es un tema fuerte pero la película no tiene golpes bajos, no es morbosa, no nos interesa eso. Así que la gente suele quedar movilizada y en la mayoría de las presentaciones se han dado interesantísimos debates. Nosotros buscamos eso, que la película habilite para pensar cosas, que abra discusiones, que visibilice. La devolución siempre ha sido muy buena, la verdad.

 

Lo que por ahí no es tan fácil es que la gente se interese por el tema, pero bueno, tiene que ver con el mismo problema que nos hizo pensar en esta película.

 

¿Próximos proyectos? 

 

Muchos. Esta película abrió muchos temas en los que querríamos seguir indagando. De verdad, muchos.

 

Fernando está escribiendo el guión de su próximo documental que surge de esta investigación. Dos de las personas que entrevistamos, que estuvieron secuestradas en el D2 de Mendoza nos contaron que, no se sabe bien cómo, aparecieron fotos de ellos, junto con varios compañeros, todos visiblemente golpeados, en la tapa del Diario Los Andes. En la nota aparecían sus nombres y dónde estaban. Eso les permitió a sus familiares reclamar por ellos y finalmente los legalizaron. Esa foto aparece en “Campo de batalla. Cuerpo de mujer”, la encontramos. Y nos pareció una historia super interesante para indagar: cómo llega esa foto ahí, qué pasa después, quiénes eran ellos. Cuando Fernando vio la foto se encontró con que en esa foto aparecía un gran amigo de su hermano (que también fue preso político durante la dictadura). Es una historia pequeña, pero grandiosa, que creemos que permite abrir varios temas.

 

También cuando estuvimos en Chile, por ejemplo, salió la idea de hacer un proyecto similar sobre Chile o sobre Chile y Argentina junto con varias personas que están trabajando estos temas allá. Esto todavía no lo concretamos pero es un proyecto muy interesante.

 

Por mi parte, estoy haciendo la Maestría de Historia y Memoria en la Universidad de La Plata y el Doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (en género) y pienso hacer mis tesis sobre este tema. Así que ahí hay un proyecto individual resultado de este proyecto colectivo: las tesis.

 

¿Qué esperan con la difusión de la película/documental?

 

La verdad que lo que nosotros queremos es que la película se vea, que circule, que genera debate, que sirva para pensar cosas. Nosotros creemos que permite reflexionar sobre la dictadura y sobre la memoria, pero fundamentalmente acerca de cómo estamos atravesados por la cultura patriarcal que es la que en definitiva ve como aceptable este tipo de violencia. Sirve para feminizar la mirada, en un punto. Y para pensar en la violencia de género que existía antes de la dictadura y siguió existiendo después, durante la dictadura se intensificó. Creemos que hay que dejar de mirar para otro lado en relación a la violencia de género y eso es lo que nos propusimos con esta película. Estas mujeres quieren y necesitan narrar sus vivencias y, como sociedad, tenemos que escucharlas y hacer algo con eso.

 

Un fiscal de Mendoza, por ejemplo, nos pidió la película para utilizarla en los juicios que se están llevando a cabo allá en este momento. Eso nos parece fantástico. Así que volviendo a tu pregunta sobre qué esperamos, esperamos que se vea y que aporte.

 

Visitá el Facebook oficial de Campo de batalla. Cuerpo de mujer.

 

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