Un agente disparó un tiro en el pecho de un adolescente de 17 años en la tarde del domingo, presumiblemente sin intención, hecho que produjo la indignación de los vecinos de Villa Medeiros, una barriada pobre de la zona norte de San Pablo, la mayor ciudad brasileña.
“Fue un crimen, no fue un accidente. Quiero que el gobernador (Geraldo) Alckmin haga algo”, declaró la madre de la víctima en medio de los disturbios que se prolongaron hasta la madrugada, donde fueron incendiados tres ómnibus, hubo ataques a dos sucursales bancarias y saqueos a comercios.
El joven fue atendido y llevado al Hospital Jaçana, donde murió, por lo que el Policía Militar fue acusado de “flagrante delito por homicidio culposo”.
La Policía Militarizada adujo que el disparo “fue accidental” y envió a efectivos del Batallón de Choque a Villa Medeiros, donde lanzaron bombas de gas lacrimógeno y detuvieron a cuatro personas.
Por otro lado, continuaban detenidos 11 manifestantes que el viernes participaron en un acto en el centro paulista, donde fue golpeado un coronel de la Policía Militarizada.
La presidenta Dilma Rousseff repudió el ataque contra el policía mientras el gobernador paulista Alckmin observó que es necesario “perfeccionar la legislación” a través de penas más severas contra quienes hostilicen a las fuerzas de seguridad.