“No es lo mismo importar libros que perfumes”, dijo el ministro de Cultura de la Ciudad, en La Rural, con un Sileoni atento a sus palabras, que luego disparó que “ningún troglodita puede decirnos lo que se puede o no se puede leer”.
“Queremos libros en inglés, en francés, en alemán, en portugués y queremos libros electrónicos”, sostuvo Lombardi, además de asegurar que “entorpecer la libre circulación de los libros es entorpecer las ideas”, con los lectores como víctimas.
El ministro porteño, atacó a Moreno por la excusa que dio el secretario de Comercio cuando aseguró que los libros estuvieron parados en la Aduana porque “estaban impresos con tinta con alto contenido en plomo”. “Es un insulto”, dijo Lombardi entre aplausos, por un lado, y abucheos, por otro.
Sileoni, en el mismo acto, respondió que “hay un 30% más de expositores. No parece este un país donde falte la libertad”. “No hay un solo libro que esté parado en la Aduana”, dijo el ministro de Educación y agregó que las restricciones sólo eran una manera de “defender el trabajo de nuestros compatriotas”.
Por último, retrucó que “los que creían que importar libros o acero es lo mismo hoy dirigen la Ciudad de Buenos Aires”, en clara referencia de Lombardi y al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. También lo aplaudieron y lo abuchearon.
En la Sala José Hernández de La Rural, los cruces entre Nación y Ciudad, se hicieron eco en los ministros levantado la temperatura. Sólo bajó cuando los funcionarios se fueron y dejaron la sala medio vacía.
El que cerró la inauguración fuer el escritor Luis Guzmán, que dijo estar convencido “de que un libro te puede cambiar la vida” y le dio la bienvenida a los libros digitales.
Con 1500 editoriales y 450 stands, la propuesta de este 38ª edición busca que el lector sea protagonista, bajo el lema “Un futuro con libros” y estará abierta hasta el 7 de mayo.