Mabel Remón, la intérprete, se convirtió en minutos en uno de los personajes más nombrados y utilizados en la red social de los 140 caracteres. Twitter posicionó como Tópico Tendencia (“TT o Trending Topic”) el hashtag “#LaMuda”, por la rapidez con la que tenía que hacer los gestos del lenguaje debido a la intensidad con que Cristina enunciaba su discurso.
Ante los comentarios de los tweets que hacían alusión al tema de la intérprete, el INDADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) publicó una editorial en consecuencia de las palabras utilizadas por los usuarios de la red social.
El 2 de marzo, el ente hizo su descargo en su página web (inadi.gob.ar) y expuso que “ve con preocupación las manifestaciones proferidas en el marco de la red social Twitter respecto a quienes interpretaron en lengua de señas el discurso presidencial que dio apertura a la actividad legislativa del año 2012 el día primero de marzo”.
La editorial continúa y considera que “las innumerables burlas y comentarios peyorativos y discriminatorios respecto de las intérpretes entran en colisión con el derecho a la igualdad y el principio de no discriminación reconocidos por los tratados de derechos humanos de jerarquía constitucional (artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional), la Ley nacional número 23.592, leyes concordantes y complementarias”.
El organismo que preside Pedro Mouratian, cree preciso y necesario promover, a través de las redes sociales, el respeto de la diversidad y realiza una observación en función “del efecto multiplicador que los términos utilizados por usuarias y usuarios de Twitter tienen sobre destinatarias y destinatarios, fomentando la construcción de estereotipos estigmatizantes y discriminatorios”.
Al parecer, el INDADI tomó como ofensivos todos los comentarios derivados del hash “#LaMuda” y promulgó sus diferencias en pos de concientizar a los ciudadanos para “eliminar la discriminación y promover la inclusión”.
Lo que cabe preguntarse es si los tweets poseían injerencia o realmente eran el reflejo de una imagen graciosa que tenía como protagonista a una Cristina Fernández impetuosa y acelerada, acompañada de una intérprete que intentaba seguir ese ritmo mediante el lenguaje de señas.