“Mi género no pasa por lo que tenga en mis piernas, pasa por lo que sienta internamente”

Por Germán Krüger

Daniela Ruiz es actriz, activista militante que defiende los derechos de la comunidad trans y directora de la Cooperativa Art/TV Trans, un grupo formado en 2010, con el objetivo de visibilizar, contar y compartir por medio del arte la realidad Travesti/Transexual en la Argentina. En conversación con Letra P habló sobre las representaciones sexuales, la Ley de Identidad de Género y la actuación como puerta laboral.

 

¿Qué es la Cooperativa Art/TV Trans?

 

Somos doce chicas trans que nos unimos para poner una misma voz y hacer teatro y militancia en el arte.

 

¿Qué actividades realizan?

 

En este momento capacitamos a todas las compañeras, hacemos obras de teatro –ya venimos con nuestra tercera–, además de enseñanza y educación que es lo que se hace habitualmente después de las funciones hacemos, con charlas y debates. De una forma u otra somos educadoras de la sexualidad y el género.

 

¿Cómo empezás a formar parte de la cooperativa y desde qué lugar?

 

Formo parte de Cooperativa porque soy la creadora. Muchas veces me ha pasado por las voces y los silencios que había que no nos sentíamos identificadas con los autores que hablaban de la comunidad trans y desde el trabajo actoral siempre estuvimos ligadas a dos cuestiones: o sos prostituta o sos actriz travesti. Como actriz que soy con los 17 años de formación que tengo, me pasaba que en las castineras no tenía la voz suficiente para que se me catalogue como una actriz y no como una travesti solamente. Hacer ese papel y esos roles, el papel de prostituta, de travesti o con un conchero. De ahí surgió mi voz en este aspecto y con otras compañeras que fui conociendo en distintas castineras, en las marchas del orgullo, en distintos lugares, les pasaba lo mismo. Nos mimetizamos muchísimo y se necesitaba esa voz que era como una ausencia en las actrices, entonces nos juntamos y empezamos a hacer obras de teatro.

 

¿Por qué obras de teatro? ¿Cuáles realizaron?

 

La primer obra de teatro fue “Hotel Golondrina”, de la cual soy autora. Me interné en un hotel tomado de Buenos Aires de chicas trans y relatamos lo que pasaba dentro del submundo trans cuando llegaban del interior y los códigos travisteriles. La obra tuvo participación en distintos festivales, se presentó en distintos lugares y encuentros culturales, estuvimos haciendo gira por Mar del Plata y un año de trabajo. Ahí vimos la inserción laboral en el arte, aparte de significar nuestra mirada trans, también teníamos la mirada del trabajo que era muy importante. El colectivo LGBT habla mucho y hay referentes de la comunidad que dicen que hacen mucho, pero cuando son los hechos remitidos a la comunidad trans en el dinero, en el aporte y todo lo demás, no hay, no existe. Te entregan un preservativo, pero el preservativo te sirve para coger y no te dan el trabajo, ni la capacitación, ni se comprometen en el trabajo. Lo que las trans necesitan es la capacitación y trabajar.

 

De esta manera comenzaron a surgir otras voces, comenzaron a sumarse otras chicas trans de las cuales en los ensayos con las obras empezaron a surgir las voces del cuerpo, empezamos a ver qué nos pasaba con el cuerpo, por qué el pene no nos dejaba hablar, qué pasaba con los transexuales, con la travesti, con la transexualidad, con la transgénero.

 

¿Y qué pasó?

 

Empezamos a ver un montón de cosas en esa cocina teatral. Empezamos a hacer un stand up que se llamó “Monólogos de las tetas con pene”. Un stand up humorístico del cual nos sacamos el rol de que se nos burlen. En los espectáculos que se hacen, sale la travesti diciendo que la tiene grande o la tiene chica y lo que buscamos fue reírnos con el público y no burlarse porque tenía que ver esto de cuánto de machismo y feminismo había. Nosotras también nos sentíamos mal, porque una va a ver un espectáculo y a una travesti se la trata como si fuera un objeto sexual y de burla, se la estigmatiza. Empezamos a hablar de eso y la gente entendía el concepto y educativamente era una manera de decir “esto es nuestro cuerpo, esto pasa y me pasa igual que a vos y a vos lo mismo que a mí”, era jugar con eso, con que todos somos iguales y que no hay una característica que me diferencie de vos. Si se me corre la bombacha a mí porque tengo las bolas bien puestas también se te corre a vos porque tenés la vagina colocada y te la afeitaste recién. Tengo huevos, pero también tengo tetas y las tetas son de siliconas, y cuál es el problema de que tenga tetas y pito si mi género no pasa por lo que tenga en mis piernas, pasa por lo que sienta internamente en mi mente. Fue así que ganamos varios festivales con “Monólogos”. Estuvimos hasta principios de este año presentándonos en distintos lugares, llegamos hasta la Cárcel de Ezeiza como la primera obra de teatro trans en el pabellón gay. Y también en festivales y teatros a sala llena, la verdad que fue impresionante fue un muy buen avance y vamos por más.

 

¿Qué se proponen con la Cooperativa?

 

Ya somos doce y dijimos “vamos a organizarnos”, nos preguntamos “qué es una cooperativa”. Una compañía teatral no tiene personería jurídica, nosotras queremos tener personería jurídica porque queremos ser, más allá de eso, serias y que nos tomen en serio y poder tener una voz pero no como una Asociación Civil ni nada por el estilo. Empezamos a ir a las reuniones de cooperativismo, a todas. Doce travestis a las 7 de la mañana presentes. En la Cooperativa somos todas chicas trans y ahora incluimos una mujer que es mi asistente.

 

¿Qué es lo que quieren comunicar con este forma de arte?

 

Somos actrices, la pasión que se siente de ser actriz es poder trabajar de lo que a uno le gusta y, en una forma, el teatro es política pero sin banderas ni partidos.

 

La última obra realizada es “La Casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca, ¿por qué? ¿Cuál es el objetivo que buscan?

 

En las reuniones que teníamos con las compañeras, empezamos a ver y leer obras teatrales porque en nuestra cocina los ensayos son fuertes y contundentes, porque hay mucha polémica, debatimos sobre el arte, por qué se hace, cuál es la forma de tratar y caímos en uno de los textos que a mí particularmente cuando era pequeña más me gustaba. Lorca siempre me gustó, por sus poemas y por su vida, por su pasión, cómo fue asesinado. Lo asesinaron por puto, entonces qué mejor referente para hacer algo de Lorca. Si estuviera vivo Lorca sería feliz con nosotras, nos estaría maquillando. Más allá de eso, Bernarda es como la mamá de todas las compañeras, la represora. Que te cortás las uñas, que no te mires, ocho años metidas adentro de luto, que no salgas, por qué tenés la pollera, el pelo más rubio, parecés mariquita, parecés trolita, tenés que encerrarte. Es como hacía mi madre, y Bernarda Alba es la típica madre de la trans.

 

Estábamos haciendo de travestis y dijimos de seguir avanzando y ponernos en el rol de mujeres. Todas hacen papeles y roles para salir de esa estigmatización de travestis y seguir metiéndonos en este rubro, en el más clásico. Las vestimos de negro a todas, les sacamos el maquillaje, los aros, las pusimos de luto. Fue pedirles peras al olmo pero salió y sale divino. Las chicas estudiaron los textos y los textos de Lorca están puestos como tienen que estar, con sus palabras, textuales, no queríamos hacer el rol de la travesti, el estereotipado. “La Casa de Bernarda Alba” fue un furor y hasta llegamos a la Legislatura porteña, en el salón San Martín lleno con 200 personas esperando afuera. Estuvimos todos los sábados en Tecnópolis, fuimos a universidades, festivales, encuentros de teatro, en Munro, Moreno, Morón, y creo que es ahí donde apuntamos.

 

¿Cuál es tu opinión sobre la Ley de Identidad de Género?

 

Con la Ley de Identidad de Género tenemos documento, identidad, salud. Pero qué pasa cuando la travesti llega a su casa y dice “quiero comer”. Busca trabajo, piden una cajera, le das el documento pero a la fisonomía todavía la gente no se adapta.

 

Los cambios no son muchos en realidad, tenemos salud que es importante pero socialmente, no hay cosas concretas y reales. Yo sé que mañana vamos a hacer una función y las chicas se van a llevar 200 pesos y no van a salir a trabajar a la calle, pero también es concreto y directo que reivindicamos la mirada sin un subsidio y si lo tuviéramos no es porque somos travestis y capacitadas. A eso apuntamos todas, a dignificar nuestra mirada con el trabajo. Para todas fue furor porque no sabíamos lo que era una cuenta corriente, no sabíamos firmar, qué era CUIT, qué era CUIL, qué era DGI, monotributo, imaginate doce chicas haciendo la cola en el Credicop a la mañana, era muy fuerte, todo aprendizaje.

 

Nosotras estuvimos un año para que nos den la personería jurídica, tocando puertas y abriendo caminos porque no nos daban bola. Todo es nuevo y está bien que pase porque somos propulsoras de esto, del nuevo trabajo. Si no nos dan trabajo, lo hacemos, lo generamos. Y más en el arte.

 

¿Creés que a partir de la Ley hay más tolerancia hacia las diversas construcciones sexuales?

 

Te digo la verdad, lo que veo con mis compañeras es que no. No me vendan peras al olmo porque las chicas todavía no tienen qué comer, casa no tienen. Una chica trans de 50 ó 60 años, vivió la represión, los ’70, los ’80, se tuvo que cortar el pelo, dejar de ser ella misma, no tuvo un nombre, no tuvo un trabajo, y ahora tiene un documento pero no tiene una vivienda. Cómo es esto, después de la ley está bueno tener un nombre, un reconocimiento, pero que el Estado se haga cargo porque nosotras necesitamos que siga avanzando el proyecto. Sí, es un gran paso pero de qué sirve si no está concientizado que las chicas necesitan realmente trabajar.

 

¿Qué pasa con la militancia en ese terreno?

 

Desde la militancia me hacen ruido los referentes que hay, no me representan. Me pasa que hay referentes que hablan mucho, dan charlas, hacen cosas pero a los hechos me remito. A mí me pueden enseñar todo y a la comunidad también, creo que si hablás mucho y no hacés nada, no me sirve. La mejor militancia es hacer cosas concretas. Quizás educan, pero realmente las chicas no quieren ser educadoras, quieren trabajar, quieren estar en el Estado, llevar carpetas, no somos tontas, sabemos hacer cosas. No hay cosas concretas que hagan las activistas. Eso es lo que me hace ruido, pero cada una tiene su forma de ser. Como militante me meto en lo que puedo, si doce compañeras tienen por lo menos trabajo, para mí ya está.

 

¿Cuál es tu mensaje para aquellas chicas que se quieran acercar a la Cooperativa o ser actrices?

 

Nosotras estamos terminando nuestros libros registrales, nos estamos organizando en el cooperativismo y estamos aprendiendo. Es mucha enseñanza y las doce que estamos, estamos haciendo la columna vertebral de esto que viene creciendo. Mi mensaje es que se puede, chicas y chicos. Nosotras lo hicimos, salimos de la mierda y dijimos basta. Nuestra voz y nuestra mirada tienen que estar. Salgan de sus casa, vivan y si a la gente no le gusta, que sea una molestia para ellos. Tenemos que salir a golpear puertas, que las organizaciones se pongan de pie a hacer lo que realmente se necesita, porque la palabra “trans” siempre se cayó. Fueron los autores y las actrices los que siempre hablaron de eso y nosotras nunca, nos censuraban. Tenemos que ser partícipes de esto porque es nuestro derecho.

 

¿Qué sentís cuando dirigís, cuando adaptás una obra?  

 

Yo soy parte de la obra, estoy en las luces, en el sonido. Cuando hace tiempo que venís con la actuación, hacés de todo. Me pasó que con tres compañeras hicimos una performance que dirigí para la marcha del orgullo LGBT. Era una performance sobre la Ley de Identidad de Género que duraba tres minutos. Ninguna de ellas tenía todavía la experiencia necesaria y todo el colectivo LGBT las iba a estar mirando, incluidas las cámaras de televisión, pero tenía ganas de hacerlo y hablaban de la Ley. Cuando terminaron de decir el concepto de esta pequeña performance, para mí fue como una misión cumplida porque uno viene al mundo por un montón de cosas, pero ver que hay un mensaje en lo que hacés es la misión del ser humano, dejar algo y hasta hoy cuando lo escucho y lo veo me emociona saber que en algún momento de mi vida estuve trabajando en la calle, en Godoy Cruz, detenida, violada, maltratada, y ver que ahora ellas pueden y yo pude es como que ya está. Qué más puedo pedir, la misión está cumplida. Tenemos mucha energía, esta trava no se muere fácil.

 

Cuando está el aplauso, está el alivio al alma. Eso dignifica. Cuando te aplauden por estar arriba del escenario y no porque vendiste el culo es un placer que no cambio por nada en el mundo.

 

La última función será La Plata con “La Casa…”, ¿qué es lo que sigue?

 

La Plata es la última función, porque la verdad que las chicas están cansadas. Este año fue movidito. Estamos terminando los libros de la personería jurídica, abrimos la cuenta corriente que es el último paso. Para el año que viene vamos a armar cosas para festivales, estamos armando un lugar y le pedimos a todos que necesitamos un espacio para esto, porque no podemos llamar a otras compañeras si no tenemos la capacidad necesaria para ensayar. Nos falta el lugar y le pedimos a la sociedad, al Ministerio de Bienestar Social u otro organismo que nos de ese espacio para trabajar. El proyecto está y no nos bajamos por nada.

 

Vamos a salir, queremos hacer un infantil, de educación, esto de las familias de mamá/papá, mamá/mamá, papá/papá. Queremos seguir laburando sin mendigar. Una compañera me dijo una vez: “yo prefiero tener un trabajo digno antes que me regalen preservativos”, el trabajo te dignifica, te llena el alma.

 

 Sobre la Cooperativa: transaccionshow.blogspot.com.ar

 

Las Más Leídas

También te puede interesar