Elecciones 2023

La resurrección: Sergio Massa comandó al peronismo y va por Javier Milei en el ballotage

Se consagró como conductor y se despegó tanto del gobierno de Fernández como de su gestión en Economía. La recuperación la logró gracias a los bastiones históricos del PJ, el conurbano y el Norte Grande.

Sergio Massa se puso el traje de jefe y el peronismo unido hizo su trabajo. Tras dos meses de campaña, Unión por la Patria (UP) recuperó los dos millones de votos que pretendía, logró dar vuelta el resultado de las primarias, se quedó con el primer lugar en las elecciones generales y marcha ilusionado al ballotage de la mano del candidato que se consagró como conductor.

“La grieta se murió”, decretó el ministro de Economía sobre el escenario de del búnker del barrio de Chacarita, donde el oficialismo dio un nuevo paso rumbo a la segunda vuelta. En modo presidencial, candidato se plantó solo frente a la militancia para hablarle al país de su “gobierno de unidad nacional” y abrir las invitaciones formales para enfrentar en el ballotage a Javier Milei. Radicales, votantes de Myriam Bregman y Juan Schiaretti, desencantados, “los que eligieron otra opción pensando en la necesidad de tener una Argentina en paz, con orden, sobre la base de la construcción de respeto a las instituciones, con valores democráticos, sin incertidumbres, con certezas”, todos fueron invitados a formar parte de la unidad para la segunda vuelta.

Massa consiguió los objetivos que se había trazado durante la campaña. Consiguió encolumnar a todo el peronismo detrás de su figura. El kirchnerismo y el poder territorial, gobernadores e intendentes, la CGT y los movimientos sociales le dieron el bastón de jefe y se subordinaron a sus directivas. El ministro se quedó con la centralidad de la campaña. Ni Cristina Fernández de Kirchner ni Alberto Fernández tuvieron participación en la segunda etapa de la carrera electoral. Massa fue su propio vocero y operador. En un contexto de crisis económica, logró hasta despegarse de sí mismo. Llegó a la elección con una inflación del 103,2% acumulada en lo que va del año y 40,1% de pobreza. Ni la corrida cambiaria, la disparada el dólar y su consiguiente impacto en la inflación hicieron mella en su candidatura.

Massa logró, también, que el electorado disociara a Unión por la Patria (UP) del fallido Frente de Todos (FdT), el dispositivo que ganó la elección en 2019 y que él mismo ayudó a fundar. Sin los Fernández en la campaña, logró convencer a parte del electorado de que un eventual gobierno suyo será diferente de la traumática experiencia que comenzó en 2019. Prometió que todo será diferente.

El territorio, la clave

El resultado de las PASO había puesto en crisis uno de las vacas sagradas del peronismo, el territorio. Interpelados por el éxito inexplicable de Milei en sus distritos, gobernadores e intendentes prometieron trabajar por la recuperación de Massa. Cumplieron con creces.

La recuperación llegó de la mano de los bastiones históricos del peronismo, el conurbano bonaerense y el Norte Grande. Las provincias en las que Unión por la Patria no había hecho una buena elección en las PASO también se dieron vuelta. La Rioja, Tucumán, Tierra del Fuego, Santa Cruz, Río Negro, La Pampa, Entre Ríos, Corrientes, cambiaron de color. El mapa que en las PASO se había teñido de violeta cambió a color azul. Massa cosechó el 44,81% de los votos en la tierra de Juan Manzur. Consiguió el 41% en la provincia donde gobierna Ricardo Quintela y superó el 38% en Tierra del Fuego y Santa Cruz. Mantuvo y amplió los triunfos en Buenos Aires, Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Catamarca.

En territorio bonaerense, Massa sumó más de un millón de votos más que en las PASO, pegado al éxito aplastante de Axel Kicillof, que consiguió la reelección con el 44,89% de los votos y le sacó 20 puntos al candidato de Juntos por el Cambio, Néstor Grindetti. El aluvión nacional y provincial de UP estuvo apalancado por números arrasadores en los municipios, en particular en la tercera sección electoral.

Polarizar, la estrategia del éxito

El peronismo trazó desde el principio un camino de campaña en tres etapas. Convencido, como Cristina Kirchner, de que era “una elección de tercios”, Massa buscó consolidar lo propio antes de las PASO y salió a polarizar con Milei la misma noche del 13 de agosto, cuando los resultados mostraban al libertario en un sorpresivo primer lugar.

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El peronismo ignoró a Patricia Bullirich, que se hundió con una estrategia errática, entre golpes repartidos al kirchnerismo y a Milei. La candidata de JxC padeció, también, el doble juego de Mauricio Macri, que se deshizo en elogios al libertario. La polarización entre Massa y el libertario se llevó puesta la candidatura de la exministra, que no logró retener todos los votos que el espacio había cosechado en las PASO. Hasta los distritos en los que el macrismo parecía imbatible cambiaron de manos.

Massa y el termómetro de la calle

El candidato de UP llegó a las elecciones confiado, por intuición propia y también por encuestas. Hacía dos semanas que las mediciones privadas del oficialismo vaticinaban el triunfo de Massa, el derrumbe de Bullrich y la segunda vuelta con Milei. La duda era la de todos los encuestadores: que los votantes escondieran el voto a Milei en las generales, como lo habían hecho antes de las PASO.

Pero el ministro contaba con factores extra. “Hacía semanas que percibía que el clima había cambiado en la calle. Vio la remontada y una expresión de mucha preocupación en la gente. Logramos instalar y convencer lo que estaba en juego. Era caos versus orden”, resumió un dirigente de la plana mayor de UP después del triunfo. El operativo de desgaste sobre Milei había dado sus frutos, en particular después de los debates presidenciales.

Este domingo, Massa habló temprano con dirigentes amigos de Juntos por el Cambio. Estaba “eufórico”, relatan. Los primeros números que recibió en el camino hacia el búnker de Chacarita lo ubicaban en primer lugar. Aprovechó las charlas con viejos amigos para poner en marcha la tercera etapa de la campaña.

El eje “caos versus orden” fue el que profundizó Massa en el discurso que dio el domingo a la noche frente a la militancia. El ministro volvió a su esencia y prometió “seguridad y orden”. Habló de “empezar a construir una nueva etapa para la historia política argentina”. Dio por finalizada la grieta. Se mostró medido y dio un discurso moderado. Buscó llevar tranquilidad a los hogares argentinos con un mensaje que contrastó con el de Milei y su foto familiar. Evitó la imagen junto a “la casta” y rodeó de su esposa y sus hijos. Invitó a hacer lo mismo a su candidato a vicepresidente, Agustín Rossi. El tigrense habló con Cristina por teléfono, que siguió los resultados desde Santa Cruz.

En el búnker, tanto Kicillof como Massa pidieron tranquilidad. Aunque la militancia cantó “Massa presidente”, el candidato llamó a aplacar el clima triunfalista para evitar que la euforia irrite al electorado y genere un efecto de acumulación en el voto opositor. El lunes empezará a trabajar en la tercera etapa, para consagrarse presidente y jefe definitivo del peronismo.

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