En las próximas horas, llegarán los primeros análisis políticos de un hecho deportivo: la derrota de Boca en la final de la Copa Libertadores ante Fluminense. Una caída que en el mundo xeneize abre un escenario posible y cierra otro que se evaluaba en las semanas previas del partido: “Si ganamos la séptima, game over”, señalaba el oficialismo en alusión a las chances de la oposición, que encara Mauricio Macri, de ganar las elecciones de diciembre. Ahora, la tropa de Juan Román Riquelme deberá recalcular y encarar el sprit final de la campaña con la caída en el Maracaná como lastre.
Sin la séptima copa, a la oposición, que tiene como candidato al exministro de Modernización Andrés Ibarra, se le dibuja alguna esperanza en el horizonte. Una chance –mínima, pero chance al fin– que intentarán agrandar y fortalecer de cara a los comicios del sábado 2 de diciembre, que determinarán a la nueva comisión directiva xeneize para los próximos cuatro años.
En la previa de la final, la Comisión Directiva aprobó y fijó ese día para abrir las urnas, pese a que varios sectores de la oposición cuestionan la elección de la fecha que coincide con el shabat. Debido a esa celebración, buena parte de la comunidad judía estaría imposibilitada de sufragar. Alrededor del 10% de la masa societaria de Boca pertenece a esa comunidad.
La derrota en la final –la sexta en la historia del club– agitará el sprint final de una carrera que en los últimos meses se ralentizó por los éxitos deportivos: al oficialismo le servía mostrar la heroicidad de Chiquito Romero y a la oposición no le convenía asomar la cabeza. “Lo que se discute acá es un modelo de gestión que va mucho más allá de un eventual éxito deportivo”, dice Javier Medín, uno de los armadores de la campaña de Ibarra, que tiene en su mesa operativa al vicepresidente primero del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, Francisco Quintana; el empresario y conocedor del mapa de peñas en las provincias Royco Ferrari; el bancario Rómulo Zemborain; el economista Daniel Artana; la empresaria papelera Natalia Pompilio, hija del expresidente fallecido; Horacio Paolini y Edgardo Alifraco.
Ese “modelo de gestión” es el que pondrá en el centro la oposición macrista no solo en los días de partido en la Bombonera, sino desde canales de TV, radios, portales y diarios, como sucedió en los últimos días con la enorme movilización de hinchas de Boca a Río de Janeiro, utilizada como insumo por un conductor de LN+ para comparar el “populismo” de Riquelme y Sergio Massa.
Esa editorial no fue casual: las elecciones en Boca entraron hace rato en la disputa macropolítica que implica el ballotage del 19 de noviembre. Fue el propio Macri quien intentó instalarlo luego de sellar la alianza con Javier Milei: “En la noche de la reunión Milei me dijo: ‘Necesito que me recuperes la alegría de ser hincha de Boca que había perdido desde que Riquelme es presidente'", declaró. Hasta Daniel Angelici, que en todo este año no homologaba a Ibarra, cerró filas en las últimas semanas.
La impronta libertaria, así como el relato comunicacional y político, se traducen en algunas personas que buscan llevar a Ibarra a la presidencia de Boca y a Milei a la Casa Rosada, como Artana –validado públicamente por el candidato para integrar un eventual gobierno– o Alifraco, referente de la Agrupación Superboca, parte del MID en la Ciudad de Buenos Aires y recientemente elegido como legislador porteño por La Libertad Avanza.
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Del lado de Riquelme ahora saben que tienen que digerir la derrota y poner en valor una gestión que, en fútbol, fortaleció como ninguna otra a las divisiones inferiores del club. Lo enfatizó esta semana Juan Nosiglia, una de las alianzas estratégicas que trazó la dupla Ameal-Riquelme para ganarle al macrismo en 2019. “Desde el 2000 Boca jugó siete finales de la Libertadores. Nunca salió a la cancha con tantos jugadores surgidos de las inferiores como lo hará en el Maracaná. Eso también es historia”, tuiteó Nosiglia. “En Boca, como en el país, también está esa minoría que tiene grabado a fuego el ‘cuanto peor mejor’ y especulan con las derrotas para presentarse”, le dijo, a Letra P, Pablo Abbatangelo, de la Agrupación La Bombonera.
El cierre de listas será el 14 de noviembre y, aunque probablemente haya otros espacios, el escenario está polarizado y dominado por el riquelmismo y el macrismo. Casi un mosaico del país. ¿Román encabezará la lista o seguirá conduciendo desde una segunda o tercera ubicación en la boleta? ¿Macri será candidato a vice de Ibarra? Cerca de 98 mil personas están habilitadas a votar. Son 14 mil más que en 2019. Un número que podría ser el de una ciudad importante, pero que en términos reales, representa mucho más que eso.